“Ante la Ley” como parábola (Alegoría)
El cuento de Kafka tiene la forma de una parábola al ser una narración corta que plantea una situación y personajes alegóricos que transmiten algún tipo de mensaje o moraleja. Hay algo de hipotético y abstracto en el hecho de que un campesino llegue a las puertas de la Ley para enfrentar a un guardián; es como si el relato sugiriera otra cosa a través de esta escena en la que no existe nada más que esa interacción y en la que no es necesario establecer un verosímil respecto de las intenciones de los personajes. A grandes rasgos, “Ante la Ley” realiza una reflexión acerca de una búsqueda o un deseo –el propósito del campesino de ingresar a la Ley– y sobre el funcionamiento de las estructuras de poder, representadas por el guardián y el edificio de la Ley.
La Ley como lugar (Símbolo)
Las leyes se discuten en congresos, se legislan en legislaturas o se imponen por decretos. Son actos enunciativos y se erigen a través de documentos oficiales. La Ley, en mayúscula, es también una forma de referirse al régimen de autoridad que hace cumplir el conjunto de principios establecidos para regular la vida en sociedad, la justicia y el orden. En el cuento de Kafka, la Ley es ante todo un edificio que materializa simbólicamente el funcionamiento de ese régimen de autoridad. La serie de guardianes que vigilan las salas de la Ley imponen el acatamiento del individuo al orden jurídico. El campesino llega ante la Ley con la idea de poseer cierto derecho a acceder a los preceptos y los derechos que esta regula, lo que se representa en el cuento por el hecho de que la puerta de la Ley está siempre abierta. Pero, a pesar de esta apertura, el edificio impone una estructura burocrática de infinitos obstáculos que simbolizan el carácter inaccesible de la Ley.
El hombre de campo (Símbolo)
El campesino del cuento representa al hombre común que quiere entrar a la Ley, acaso como una forma de acceder a los derechos y preceptos que esta Ley regula. Se encuentra, en cambio, con una concepción autoritaria de la Ley, que se impone sobre el individuo hasta enajenar su existencia. Es posible también concebir su anhelo de ingresar a la Ley como una búsqueda más abstracta de una verdad o sentido último de la vida por el que está dispuesto a sacrificar la vida propia.
El guardián (Símbolo)
El guardián encarna en el cuento el poder autoritario que emana de la Ley. Se presenta como un funcionario investido de cierta autoridad para permitir o denegar la entrada de quien comparezca ante la Ley, si bien se coloca en la base de una pirámide de poder compuesta por salas y guardianes, uno más poderoso que el otro, que preservan el orden del edificio de la Ley. Dado que él es el primer guardián, está en posición de acatar órdenes de sus superiores, pero es también el que doblega la voluntad del hombre de campo.