Resumen
El narrador cuenta que hubo un tiempo en que estuvo obsesionado con los axolotes, y revela que ahora él mismo es un axolote. La historia se remonta a una mañana de primavera en París; el narrador pasea por las calles hasta que, guiado por el aburrimiento, entra al zoológico del Jardín des Plantes. El lugar no le es desconocido, ya que suele visitar a los tigres y los leones con frecuencia, pero es la primera vez que el acuario le llama la atención. Una vez adentro, se queda cautivado por la presencia de los axolotes.
Acuciado por la curiosidad, el narrador acude a la biblioteca para saber más sobre esa extraña especie animal. Allí, descubre algunos datos nuevos y confirma otros que ya sospechaba, como que proceden de México y que están relacionados con la mitología azteca. A la mañana siguiente, vuelve a visitar el acuario, y esta actividad se convierte en una rutina diaria; aunque el guardián se percata de su comportamiento obsesivo, no le da importancia.
Análisis
“Axolotl”, uno de los cuentos más famosos de Julio Cortázar, presenta al lector la extraña obsesión de un hombre por los axolotes que culmina con la metamorfosis del humano en la criatura anfibia, o viceversa: la transformación del axolote en humano. El cuento es breve y está compuesto tan solo de once párrafos que presentan la mirada subjetiva del narrador sobre la secuencia de hechos que concluye con su metamorfosis.
Puede considerarse “Axolotl” un relato fantástico porque presenta un escenario realista, pero introduce paulatinamente elementos que ponen en duda el estatuto de lo real e instauran definitivamente una situación no realista. Según la famosa definición del teórico Tzvetan Todorov, el relato fantástico debe cumplir tres condiciones: primero, el lector debe vacilar entre una explicación natural y una sobrenatural de los hechos. En segundo lugar, esta vacilación puede ser sentida también por los personajes, y así se transforma también en uno de los temas de la obra. Finalmente, el lector debe adoptar una actitud frente al texto, es decir, debe decidir si considerar los hechos que se plantean como sobrenaturales o no. Sin embargo, lo fantástico en la obra de Cortázar no se interesa por el planteo de hechos sobrenaturales para impactar al lector, sino que busca explorar otro orden de la realidad, más secreto y menos comunicable. Desde su óptica particular, lo fantástico surge de los aspectos más ignorados o relegados de la realidad y se presenta en medio de los actos racionales para cuestionar y estirar los límites de lo real hasta lo insólito y lo extraordinario.
Uno de los dispositivos más importantes para lograr los efectos del relato fantástico es la focalización narrativa: en el primer párrafo de "Axolotl" se explicita la estructura retrospectiva del relato: el narrador, ubicado en un presente difuso en el que se reconoce como axolote, indica que en un tiempo pasado frecuentaba el acuario del Jardin des Plantes y observaba mucho a los axolotes. Las marcas temporales señalan estos dos planos en el tiempo de la narración: “Hubo un tiempo en que yo pensaba mucho en los axolotl. Iba a verlos al acuario del Jardin des Plantes y me quedaba horas mirándolos, observando su inmovilidad, sus oscuros movimientos. Ahora soy un axolotl” (p. 517). A partir de aquí, todo el relato reconstruye ese tiempo pasado que precede a la transformación del humano en axolote. Al mismo tiempo, esta introducción plantea la primera duda al lector: ¿quién está narrando la historia: un humano o un axolote? Como veremos más adelante, las marcas de enunciación generan una vacilación constante en la voz del narrador, y ayudan también a confundir al lector y generar un ambiente de extrañamiento propio del relato fantástico.
Tal como el propio Cortázar sostiene en textos como “Del sentimiento de no estar del todo” (perteneciente a La vuelta al día en ochenta mundos), su escritura se sitúa en un intersticio, es decir, en un pliegue de la realidad, un pequeño espacio que se abre sobre lo cotidiano y que revela otra forma de estar en el mundo, de observarlo y de comprenderlo. Esos intersticios son espacios fértiles para la incertidumbre, el asombro y la confusión; allí, el positivismo sobre el que se sostiene la sociedad moderna -esto es, la creencia de que el mundo está regido armoniosamente por un sistema de leyes y de principios que pueden comprenderse por medio de la razón y las ciencias- entra en crisis y da lugar a nuevas formas de comprender la realidad. Mirando desde los intersticios, el problema de la metamorfosis del humano en axolote cobra otro sentido: como veremos más adelante, no es productivo forzarse a pensar que la transformación debe reconocer instancias marcadas donde el humano es, efectivamente, humano, y otras instancias donde la metamorfosis se ha operado completamente, sino que ambos estados pueden convivir y producirse al mismo tiempo.
Así, “Axolotl” genera una profunda incertidumbre sobre el lector, para quien no es posible, ni siquiera al finalizar el relato, hallar una respuesta unívoca al interrogante que hemos abierto sobre la naturaleza del narrador. Dicha imposibilidad de una interpretación unívoca es, justamente, el efecto que Cortázar desea realizar con su cuento fantástico. La dislocación de los parámetros convencionales del relato (tiempo, espacio, voz narradora) que se generan en este cuento son una forma de explorar, desde la literatura, las nuevas teorías científicas que marcan la segunda mitad del siglo XX. Como veremos en otras secciones, ese vaivén de la voz narradora, que es y no es humana (o que es y no es el axolote metamorfoseado), puede asociarse al principio de incertidumbre de Heisenberg, quien postula que, a niveles subatómicos, es imposible determinar dos magnitudes físicas complementarias. Por ejemplo, no es posible constatar la posición de un electrón y, al mismo tiempo, su masa y su velocidad. Los aportes de Heisenberg, junto a los de otros numerosos científicos, conforman la base de la física cuántica, una disciplina que pone en jaque los principios de la física newtoneana sobre los que se construía la ciencia moderna, poniendo el foco en el comportamiento de las partículas subatómicas.
Con todo esto, cabe destacar el profundo carácter innovador de “Axolotl”: escrito en 1952, este relato recupera desde la estructura narrativa las teorías de la física cuántica y propone nuevas formas de concebir la realidad. Sobre este tema nos explayamos más en la sección “«Axolotl» y la física cuántica. Una interpretación cortazariana del principio de Heisenberg”.
De regreso a los rasgos propios del relato, cabe destacar que este cuento introduce marcadores de vacilación propios de la literatura fantástica. Se trata, en general, de adverbios que generan cierta duda sobre los hechos narrados, o cierta ambivalencia sobre la veracidad de la historia que se está contando, e introducen al lector en el dominio de lo extraño, incluso cuando el relato se mantiene dentro de un marco realista. Una de estas marcas se halla al inicio del cuento, cuando el narrador indica que es el azar lo que lo lleva al acuario, y que allí se encuentra “inesperadamente con los axolotl” (p.517). “Inesperadamente” es el elemento de vacilación que marca la irrupción de lo extraño sobre lo cotidiano, y que indica un choque entre lo que sucede y la expectativa del narrador.
Observemos las siguientes frases más en detalle. Tras aburrirse del zoológico, el narrador indica: “Opté por los acuarios, soslayé peces vulgares hasta dar inesperadamente con los axolotl. Me quedé una hora mirándolos y salí, incapaz de hacer otra cosa” (p. 517). Los verbos de la primera oración citada corresponden a actos de volición, es decir, expresan la voluntad del narrador, quien "opta" (decide) y "soslaya" (rehúye). Sin embargo, en la oración siguiente, el evento inesperado pone fin a la secuencia de actos decididos por el narrador e introduce una situación en la que este ya no parece decidir, sino que se muestra absorto ante la presencia de los axolotes y debe huir, sintiéndose incapaz de obrar de otra forma, es decir, actuando por un impulso y no por voluntad propia.
Presentado de esta forma, existe un misterio profundo en el descubrimiento de los axolotes, que se convierte luego en la obsesión del narrador.