Los ojos de los axolotes (Motivo)
Los ojos de los axolotes funcionan como un leitmotiv dentro del cuento. El narrador alude a ellos en reiteradas ocasiones, ya que allí parece radicar el misterio de estos anfibios. Los ojos se presentan entonces como profundos discos oscuros a través de los cuales el narrador cree asomarse a la interioridad de aquellas criaturas para establecer un vínculo con ellas y lograr la intercomunicación que luego deriva en la fusión de ambas identidades.
Las branquias de los axolotes (Motivo)
Las branquias son otra de las partes del cuerpo de los axolotes que funcionan como leitmotiv. El narrador se refiere a ellas en más de una ocasión, puesto que encuentra en su extraña estructura un indicio de que el axolote pertenece a otro orden de la naturaleza y no al reino animal. Para él, las branquias ponen de manifiesto una filiación de dichas criaturas con los vegetales e incluso con los minerales, y destacan el carácter singular y milenario de los axolotes.
La metamorfosis (Motivo)
La metamorfosis de un humano en un animal es uno de los motivos más recurrentes de la mitología y de las leyendas populares. A lo largo de milenios, la mente humana ha recurrido a la idea de la transformación para expresar el surgimiento de diferentes aspectos de la creación. En la mitología azteca, por ejemplo, el axolote es el resultado de la transformación de un dios que quería escapar de la destrucción del mundo.
El relato vuelve sobre este motivo, aunque lo trabaja desde una perspectiva fantástica: en "Axolotl", la metamorfosis del humano en axolote no busca explicar la creación de ningún elemento del mundo, sino que se trata más bien de una fusión que explora la posibilidad de la existencia de dos identidades superpuestas. Con ello, Cortázar actualiza el motivo tradicional de la metamorfosis a la posmodernidad y lo hace dialogar con los últimos descubrimientos de la ciencia y los cambios en las formas de ver y pensar el mundo.