Cometierra

Cometierra Resumen y Análisis Introducción, Primera parte: Capítulos 1-10

Resumen

Introducción

La protagonista y narradora, una chica a la que llaman Cometierra, se encuentra en su casa durante el velorio de su madre, que acaba de morir. La casa está llena de gente y pronto deben ir al cementerio para el entierro, pero Cometierra no quiere participar. Prefiere que entierren a su madre en la casa, en su tierra. La chica está deprimida, despeinada y sucia. Aunque tiene muchas ganas de llorar, se aguanta las lágrimas. Finalmente, todos van al cementerio y entierran a la mujer cubierta por una tela, ya que la familia es pobre y no tiene dinero para comprar un ataúd. La protagonista sabe que su padre ha matado a su madre a golpes: tiene visiones que le permiten saber qué ocurre con los cuerpos de personas que están desaparecidas, que son víctimas de violencia o que ya han muerto. Para activar estas visiones, debe comer tierra.

Primera parte

1

La protagonista vive con su hermano, el Walter, y una tía paterna que los cuida tras la muerte de la madre. El Walter es bueno, comprensivo y cariñoso con Cometierra. La tía, por el contrario, los trata mal. Tras matar a la madre, el padre los ha abandonado; no saben dónde está, y creen que puede haber muerto. Sin embargo, la protagonista come tierra con la intención de investigar qué ocurre con él. Para lograr estas visiones, debe tener cerca algún objeto de la persona en cuestión. Entonces, sostiene entre sus manos un destapador de botellas que pertenece a su padre y come tierra del patio delantero de la casa. Tras la visión, les cuenta a su hermano y a su tía que el hombre está vivo. La tía la regaña por haber comido tierra y la amenaza con quemarla si vuelve a hacerlo. El Walter es afectuoso con ella y la ayuda a limpiarse, pero también le pide que deje de comer tierra.

En la escuela, la protagonista encuentra cierta calma, hasta que un día desaparece su maestra, la seño Ana.

2

La policía ha buscado a la seño Ana, pero no aparece. La protagonista está llena de angustia y de rabia, porque quiere mucho a esta maestra. Al recordarla, siente una gran necesidad de comer tierra para tener una visión y encontrar a la mujer. Lo hace y se ensucia mucho. Cuando vuelve a la casa, esconde el guardapolvo para que la tía no se dé cuenta de que ha comido tierra. Al día siguiente, Cometierra debe conversar con la directora de la escuela porque ha hecho un dibujo de la seño Ana tal como se la han revelado las visiones: "desnuda, con las piernas abiertas y un poco dobladas para los costados, que hacían parecer su cuerpo más chico, como si fuera una ranita. Y las manos atrás, atadas contra uno de los postes del galpón donde unas letras pintadas decían 'Corralón Panda'" (17). La tía se enoja porque ha comido tierra de nuevo y abandona a los hermanos.

3

La protagonista no va más a la escuela. Está sumida en una profunda depresión; se pasa todo el día tirada en el sillón. El Walter trabaja en un taller mecánico. Viven solos en la casa, pero siempre reciben visitas de los amigos del chico, que suelen juntarse allí para ver partidos de fútbol. Hernán, un amigo de Walter, es simpático con la protagonista, le regala CDs y le dice que la música es una buena compañía para no sentirse solos. Por las noches, Cometierra no puede dormir. Empieza a tomar cerveza. Abre las botellas con el destapador de su padre, el único objeto del hombre que ha guardado como recuerdo. El Walter no se enoja, pero le recomienda a su hermana tener cuidado con el alcohol.

Una tarde, una mujer vestida con ropa elegante se aparece en la casa. Quiere hablar con la protagonista. La mujer sabe que Cometierra tiene visiones y le pide ayuda para saber dónde está su hijo. Pretende pagar por el servicio. Mientras la mujer habla, llega Hernán. El Walter le pide a la mujer que se vaya y esta lo hace, pero vuelve a pedirle a la protagonista que la ayude.

4

La mujer elegante espera afuera de la casa hasta que el Walter se va y vuelve para conversar con la protagonista. A Cometierra no le cae bien, pero se da cuenta de que busca a alguien y acepta ayudarla. Aunque no quiere hacerlo, su cuerpo le pide que coma tierra. Traga un puñado que la mujer ha llevado en una lata. De inmediato, ve todo oscuro y comienza a vislumbrar a Ian, el hijo de la señora. En la visión, el niño está perdido, pero Cometierra ve a la mujer conversando con un hombre. Afirma que la tierra no quiere mostrarle nada más y debe salir de la visión. Le cuenta todo a la mujer, que reconoce al hombre de la visión: es el padre de Ian. La señora le deja mucho dinero a Cometierra y se ponen de acuerdo para continuar la búsqueda otro día.

5

La protagonista va a una feria con Hernán. El chico la lleva en su moto. Con el dinero que ha ganado gracias a sus visiones, comen algodón de azúcar, toman cerveza y compran CDs y DVDs para escuchar música y ver películas más tarde. Conversan y se besan. Luego, comen hamburguesas con papas fritas. Después de comprarle un regalo a Walter, deciden volver a la casa.

6

Cometierra y Hernán llegan a la casa y le dan el regalo a Walter. Es una campera, y al chico le gusta mucho. La guarda para una ocasión especial. Sin embargo, se preocupa y le pregunta a su hermana de dónde ha sacado el dinero para comprarla. La protagonista le cuenta que está ayudando a la mujer que busca a su hijo.

7

La mujer elegante vuelve a vistar a la protagonista. Ha llevado otra tierra en la lata. La chica no tiene ganas de comer tierra ese día; le duele la panza. Le gustaría poder decir que no. Sin embargo, prepara mate y conversa con la mujer. Luego, traga tierra de la lata y, finalmente, ve a Ian. El padre lo golpea hasta que el chico está casi inconciente. Finalmente Ian se cae, se golpea la cabeza y sangra. Está muerto. El padre fuma un cigarrillo y luego mete el cuerpo en bolsas. Al final de la visión, el hombre va cargando el cuerpo hacia unos pastizales. La protagonista abre los ojos y vuelve a la realidad de la sala de su casa. Se siente paralizada por lo que acaba de ver. Le duelen los ojos. Mira a la mujer y sabe que a ella no le gustará lo que tiene para contarle.

8

La mujer se ha ido y Hernán llega a la casa. La protagonista está en el baño, limpiándose la tierra. Debe mojar su rostro con mucha agua fría. Le arden los ojos y las manos. Le duele sentir en su interior la tierra de Ian; siente que quiere mostrarle más cosas. Hernán pone música. Suena una canción que repite la palabra "criminal" y, al escucharla, Cometierra siente mucha angustia. Aunque ella nunca llora, las lágrimas empiezan a caer solas. Su malestar es tal que se provoca el vómito para eliminar la tierra que tiene en el estómago. El horror de la experiencia la lleva a pensar que no quiere tener hijos nunca.

Cuando sale del baño, apaga la música y le pide a Hernán que le enseñe a jugar a los videojuegos. Pasan un rato jugando al Mortal Kombat, juego de lucha cuyo objetivo es matar al oponente a golpes. Si bien la chica se divierte jugando con Hernán, las escenas la hacen pensar en la muerte de sus parientes. Durante algún tiempo tiene miedo de que su tía o el Walter mueran; teme quedarse sola. También tiene miedo de morirse, pero no logra imaginar su propia muerte. Entonces imagina la muerte de una perra callejera, que tiene un tumor y debe arrastrar las patas. La narradora afirma: "en su carne me veía morir" (9). Termina el juego. Hernán está a punto de darle un beso en la boca, pero llega el Walter y disimulan.

9

Dos semanas más tarde, la protagonista se ha habituado a jugar a la Play. Durante el día, pasa el tiempo con los videojuegos; por la noche, escucha música. El domingo llegan muchos amigos de Walter para jugar y la invitan a participar. Comen pizza y toman cerveza. Cuando llega Hernán, le alcanza a la chica un paquete que alguien ha dejado en la puerta de la casa. Ella y el Walter se encierran en el baño para abrirlo. Dentro del paquete hay un diario. En una de las páginas alguien ha escrito "gracias" con un marcador rojo y, con el mismo color, han señalado una noticia: el padre de Ian está prófugo, pero ha sido imputado por la muerte del chico. Después de leer, los hermanos encuentran muchos billetes dentro del mismo paquete.

10

Unos días más tarde, el Walter decide cortar la línea telefónica de la casa porque vienen recibiendo amenazas. Además, decide faltar al trabajo algunos días para quedarse en casa y cuidar a su hermana. El viernes por la noche, muchos amigos de Walter visitan la casa. Hernán también está allí. A eso de la una de la mañana, uno de los chicos se da cuenta de que hay un auto estacionado en la puerta. Salen a ver de qué se trata, y la protagonista reconoce al padre de Ian sentado en el asiento del conductor. El hombre enciende el motor y le apunta con un arma a la protagonista. Suenan algunos disparos y luego escuchan que el auto acelera. Nadie está herido. Una bala ha roto el tanque de agua: llueve desde el techo de la casa. No saben si el hombre ha errado o ha apuntado mal a propósito. El Walter abraza a su hermana y vuelven a entrar.

Al día siguiente, el Walter va a hacer la denuncia a la comisaría. Les paga a sus amigos para que se queden cuidando a Cometierra. Hernán se va sin despedirse, y ella se da cuenta de que no volverá a verlo.

Análisis

Cometierra es una novela publicada en 2019 por Dolores Reyes, escritora, docente y activista argentina. La narración comienza con un breve apartado de tres páginas que funciona como introducción, y de inmediato se organiza en tres partes que, a su vez, están divididas en capítulos numerados del 1 al 53. La extensión de las partes varía bastante: la segunda es la más extensa, incluyendo 36 capítulos. Todo el relato es narrado en primera persona por su protagonista, una adolescente cuyo nombre no conocemos. Otros personajes la apodan Cometierra porque tiene el don de activar, al comer tierra, visiones que le permiten percibir dónde están y qué les ha ocurrido a personas desaparecidas. Al comienzo de la historia, la protagonista acaba de convertirse en adolescente y, hacia el final, tiene un poco menos de veinte años.

Desde el comienzo, la novela pone de manifiesto que uno de sus temas fundamentales es el femicidio (también llamado feminicidio), es decir, el asesinato de una chica o de una mujer por razones de género. En otras palabras, se trata de mujeres que son asesinadas por ser mujeres. Los perpetradores suelen ser hombres y, con frecuencia, tienen vínculos personales estrechos con las víctimas (son sus maridos, novios, padres, tíos, ex parejas, etc.). En Argentina, al igual que en otros países, el femicidio es un tipo específico de homicidio y, por lo tanto, la ley cuenta con una definición para esta clase de crimen. El femicidio constituye una grave problemática en la sociedad argentina y latinoamericana en general. De acuerdo con el Observatorio de las Violencias de Género "Ahora que sí nos ven", durante la última década se ha cometido, en promedio, alrededor de un femicidio por día en Argentina. Dolores Reyes ha declarado en diversas entrevistas que una de sus búsquedas es honrar la vida de esas chicas y mujeres asesinadas y denunciar esta problemática social a través de la literatura: la autora "quería que su historia no se diluyera, no quedara en la nada. Registrar sus nombres, quiénes eran o dónde vivían me parecía una forma de romper el automatismo, la indiferencia, la misoginia" (Reguero Ríos, 2020).

Estas cuestiones se ponen de manifiesto al interior de la obra. Antes del comienzo del apartado introductorio, leemos una dedicatoria: "A la memoria de Melina Romero y Araceli Ramos. A las víctimas de femicidio, a sus sobrevivientes" (7). Melina Romero y Araceli Ramos son dos adolescentes argentinas víctimas de femicidio en el siglo XXI. La primera es asesinada en 2014, cuando tiene 17 años; la segunda es estrangulada a los 19 años, en 2013. Por lo tanto, aunque esta novela es un relato ficcional, se basa en y se refiere a elementos del mundo extra literario. Y, en particular, dialoga con una realidad muy cercana a la vida de la autora. Tanto Melina Romero como Araceli Ramos vivían en Pablo Podestá, el barrio donde también vive la protagonista de Cometierra. Asimismo, además de dedicarse a la escritura, Dolores Reyes es maestra y se desempeña como docente de educación primaria en ese barrio. En la entrevista realizada por Patricia Reguero Ríos ya citada en este análisis, Reyes explica "Ellas fueron víctimas de feminicidio y están enterradas a 150 metros de donde yo trabajo, que es la escuela 41 en Pablo Podestá. Para mí fueron dos feminicidios que me marcaron un montón por la proximidad de las chicas, porque son prácticamente el mismo tipo de chicas que nosotros recibimos en la escuela y egresan en secundaria a los 17 o 18 años" (Reguero Ríos, 2020). Con estas palabras, la autora evidencia su proximidad con la realidad que elabora en su obra literaria, su conocimiento de las causas, su cercanía afectiva y su preocupación por las vidas de las jóvenes que viven en una zona especialmente marcada por la violencia de género.

La segunda frase de la dedicatoria –"A las víctimas de femicidio, a sus sobrevivientes" (7)– da cuenta de que la violencia de género y, en particular, la violencia femicida son tan extendidas en la región latinoamericana que, de alguna manera, todas las mujeres son sobrevivientes. Como explica la autora enseguida en la misma entrevista: "Termina siendo azaroso por qué una chica sí y la otra no. Porque la agresión femicida que hay en Buenos Aires, en Argentina, la violencia machista que hay en toda Latinoamérica nos está matando a todas" (Reguero Ríos, 2020). Es decir que, además de honrar las vidas de estas dos jóvenes en particular, Reyes se propone denunciar un entendimiento machista y misógino de las identidades femeninas en general: cualquier chica y cualquier mujer son potenciales vítimas del femicidio, por lo que estos casos ejemplifican una lógica cultural donde las vidas de todas las mujeres valen menos y, por lo tanto, están en peligro.

A partir de esta dedicatoria, el tema del femicidio se extiende a lo largo de todo el relato: son constantes los casos de chicas y mujeres asesinadas por motivos de género narrados en la novela. Las escenas iniciales presentan el velorio y el entierro de la madre de la protagonista, que ha sido asesinada a golpes por el padre. Enseguida, desaparece, es violada y asesinada la seño Ana, maestra de Cometierra. También es víctima de femicidio la Florensia, una amiga de la infancia de la chica. María, una chica que pasa aproximadamente una semana desaparecida, es rescatada gracias a las visiones de la protagonista, pero los demás personajes tienen miedo de que también sea asesinada. De este modo, aunque la violencia en general es un tema destacado de la novela, resulta evidente que la violencia hacia las mujeres y la violencia femicida son cuestiones especialmente resaltadas en ellas.

En esta primera parte, por lo demás, se presenta el contexto de marginalidad social en el que vive la protagonista. Su familia es pobre al punto tal que el cuerpo de la madre, al ser enterrado, es cubierto por "una tela que es casi un trapo" (11), porque no tienen dinero para comprar un ataúd. Por esta falta de recursos, incluso después de muerta, la vida de la mujer es marginalizada. La hija narra su sufrimiento potenciado por violencia una capitalista que selecciona qué vidas y cuerpos pueden gozar de una despedida digna y cuáles no: "Verla en silencio caer en un agujero abierto en el cementerio, al fondo, donde están las tumbas de los pobres. Ni lápidas, ni bronce" (10). No solo los pobres son enterrados en una zona específica del cementerio, resaltando la segregación, es decir, la separación física de personas de acuerdo con categorías como la clase social, sino que, además, la ausencia de una lápida hace que la mujer sea enterrada sin nombre, sin una marca que recuerde su identidad.

La marginalización también es evidente y dañina para los vivos. Por su condición de clase y por vivir en un barrio alejado del centro urbano, Cometierra y su hermano tienen menos oportunidades, pocos recursos y prácticamente ningún amparo de instituciones o del Estado. Así, cuando el padre y la tía los dejan, pasan a vivir en una situación de total abandono. Un claro ejemplo de ello es el hecho de que la protagonista deje de ir a la escuela y se pase el día haciendo nada en la casa. Tal como explica Valeria Rodas Zúñiga, los protagonistas de esta narración son personas que han sido olvidadas por las autoridades (2024). Esta cuestión también evidencia las problemáticas de salud mental que atraviesa Cometierra: tras la muerte de su madre, pasa mucho tiempo sumida en la depresión, no tiene motivación para hacer nada, duerme mal por la noche y pasa todo el día adormecida, tiene dificultades para higienizarse, y comienza a consumir alcohol con una frecuencia poco saludable. Cabe destacar, en ese sentido, que la ilustración de tapa de la edición original del libro (publicada por la editorial Sigilo, de Buenos Aires, en 2019) resalta esta angustia de la protagonista al exhibir el retrato de una chica que llora intensa y abundantemente. Entonces, si bien es cierto que para cualquier niño o joven es angustiante perder a su madre, en Cometierra la angustia y la depresión de la protagonista están potenciadas por la falta de recursos, la marginalización y el desaparo como modos de la violencia que sufren a diario las clases bajas en el contexto latinoamericano.

Por último, cabe destacar que, si bien la caracterización de los espacios que habitan los personajes de esta narración, así como los personajes mismos, responden a un código realista y aluden a un contexto social concreto que se encargan de criticar, en la obra irrumpen importantes elementos fantásticos. Esta dimensión fantástica se revela con especial fuerza en el don de la protagonista, es decir, en su capacidad de acceder a visiones que la conectan con personas desaparecidas al comer tierra. De acuerdo con Valeria Rodas Zúñiga, Dolores Reyes hace un uso subversivo de lo fantástico para "disolver el orden real que oprime (...) [y] revelar aquello que ha sido silenciado en la cultura" (2024, 11). En otras palabras, el género fantástico materializado en el don de las visiones de la protagonista permite exhibir la gravedad y la frecuencia de los femicidios como una parte presente pero escondida de la realidad extra literaria. Las visiones de Cometierra permiten reconstruir las identidades de esas chicas y mujeres violadas, desaparecidas y/o asesinadas. En sus visiones, las víctimas de femicidio tienen voz, pensamientos y deseos. Así, el fantástico permite poner de manifiesto que las vidas de las mujeres sí son valiosas.

El modo como se activan las visiones, además, resalta la importancia de la tierra como el elemento más significativo del relato. En primer lugar, la tierra es un elemento personificado, que tiene agencia propia y, en cada visión, le habla a la protagonista. Cuando la chica entra en contacto con ella, dice: "la tierra pasaba de ser una cosa en mi mano a ser algo vivo" (14). Luego, se repite a lo largo de la novela que la tierra quiere contar la verdad, quiere hablar sobre los muertos que están enterrados en ella.

En segundo lugar, este elemento funciona como símbolo de la conexión de cada personaje con su lugar. Los vivos suelen identificarse con sus casas y sus barrios. Por su parte, los muertos se identifican con el espacio donde han sido enterrados sus cuerpos. Es por ello que la protagonista debe comer la tierra adecuada, que simboliza a cada víctima, para poder tener visiones sobre su historia y su paradero.