Cometierra

Cometierra Temas

La depresión

Este tema se elabora con especial detalle al comienzo de la novela. A raíz del femicidio de su madre en manos de su padre, la protagonista queda sumida en una profunda depresión. Siente angustia constantemente y vive con ganas de llorar. Aunque a veces se aguante las lágrimas, no tiene ganas de hacer nada, deja la escuela y se pasa todo el día tirada en el sillón, en soledad. Además, pasa varios días sin bañarse, está siempre despeinada y no lava su ropa. La casa donde vive con su hermano está siempre sucia. Esta situación se profundiza cuando comienza a consumir alcohol a diario: la cerveza le permite aliviar el dolor momentáneamente, pero luego vuelve a dormir durante el día y pasar las noches con insomnio.

La novela remarca la dimensión social y contextual de estos problemas de salud mental: Cometierra es una adolescente abandonada que vive en la marginalidad por pertenecer a una familia y a un barrio pobres. A medida que se relaciona con otros personajes que le dan cariño y apoyo, su salud mental mejora. Por ejemplo, Hernán le regala CDs y le dice que escuchar música es un modo de sentirse menos sola.

El femicidio

El femicidio es un tema destacado de Cometierra. La dedicatoria con la que se abre la novela subraya su importancia: se honra la memoria de Melina Romero y Araceli Ramos, dos chicas de Pablo Podestá de 17 y 19 años respectivamente, víctimas de femicidios. En la misma dedicatoria, Dolores Reyes expone que la violencia femicida es tal que, de alguna manera, todas las mujeres son sobrevivientes.

La mayoría de las visiones de la protagonista procura encontrar a chicas y mujeres desaparecidas que han sido víctimas de violencia sexual y de género, al punto tal que han sido asesinadas. En primer lugar, la novela comienza con el relato del velorio y el entierro de la madre de la chica, que ha sido asesinada a golpes por el padre de la protagonista. En segundo lugar, a lo largo de todo el relato se pone de manifiesto la presencia fantasmática de la seño Ana, maestra de la protagonista, que ha sido secuestrada, violada y asesinada por un grupo de hombres. En tercer lugar, cabe destacar el femicidio y la desaparición de Florensia, una antigua compañera de escuela de Cometierra, cuyo cuerpo la protagonista ve pudrirse bajo tierra.

El caso de María también pone de manifiesto el tema del femicidio: si bien, gracias a las visiones de la protagonista, logran encontrarla y rescatarla, todos saben que, si no dan con su paradero pronto, la chica podrá ser asesinada. De hecho, cuando tiene dificultades para encontrarla, la protagonista se angustia y advierte: "María podía morir esa misma noche" (68).

La violencia

La novela elabora y expone una larga serie de formas de la violencia. La violencia de género y la violencia sexual son constantes, pero también lo son el abandono, la miseria y la marginalización de las personas que viven en barrios pobres. Asimismo, son explícitas y recurrentes las escenas de violencia física y verbal. Por ejemplo, en los capítulos iniciales, Cometierra y el Walter quedan al cuidado de una tía paterna que los maltrata constantemente: los reta, los amenaza con golpearlos y quemarlos y, finalmente, los deja solos. La novela expone otros casos de violencia hacia los menores de edad: Ian, el hijo de la señora elegante que será la primera clienta de la protagonista, es un chico golpeado hasta la muerte por su propio padre, y Dypi es un niño que debe trabajar solo desde que es pequeño.

Otra secuencia destacada de violencia se despliega cuando logran identificar al padre de Ian como su asesino, y el hombre, que está prófugo, le envía amenazas de muerte a la protagonista, y hasta llega a presentarse en su casa con un arma y dispararles a ella y a su hermano. En los capítulos finales, los actos violentos giran en torno a Ale Skin y su grupo de skinheads neonazis y racistas. Estos jóvenes atacan a Cometierra y sus amigos, y los tratan de "negros". De hecho, Ale Skin aterroriza a la protagonista y a su hermano desde que eran niños. Cuando ella tenía unos seis años, él amenazó con golpearla en la cabeza con un bate de béisbol. Años más tarde, hacia el final de esta novela, el mismo personaje asesina a Hernán de un cuchillazo sin motivo aparente, en un acto de violencia racista.

La desaparición de personas

La desaparición de personas y la figura del desaparecido constituyen un tema constante en la literatura latinoamericana en general, y en la literatura argentina en particular. Esta cuestión se suele relacionar con la violencia estatal y paraestatal desatada durante las dictaduras militares que tuvieron lugar alrededor de la década de 1970 en estos países. Por diversos motivos, en los países de la región hay, hace décadas, personas que han sido desaparecidas. Como no se sabe dónde están sus cuerpos ni qué ha ocurrido con ellas, no puede comprobarse que estén muertas. Así, se trata de personas desaparecidas. La desaparición de personas es un modo de violentar a la persona desaparecida y también a su familia, a sus seres queridos y a toda la comunidad: se daña su identidad y la importancia de cada vida individual.

En Cometierra, la protagonista dedica sus visiones a tratar de entender qué les ha pasado a las personas que faltan y a tratar de encontrar sus cuerpos. Así, la novela pone de manifiesto que la desaparición de personas es una problemática vigente. De hecho, cuando las botellas de aquellos que buscan a alguien desaparecido comienzan a acumularse en la casa de Cometierra, ella dice: "El mundo debía ser más grande de lo que siempre había creído para que pudiera desaparecer tanta gente" (47).

La marginalidad

La marginalidad es otro tema importante de esta novela. Los personajes del relato viven marginalizados, o al margen de la sociedad. Por su condición de clase, tienen menos oportunidades. La protagonista y su hermano pertenecen a una familia pobre y viven en un barrio también pobre, sin recursos y sin amparo de instituciones o del Estado. Esto se evidencia, por ejemplo, en el hecho de que la policía y el Estado no suelen encontrar a las personas desaparecidas allí y son, por el contrario, los mismos habitantes del barrio, como la protagonista, los que se encargan de hacer justicia de modos alternativos. Otro ejemplo de la marginalización de los habitantes del barrio es el hecho de que los chicos suelen abandonar la escuela. Estas situaciones acentúan los problemas de salud mental de la protagonista, ya que ella no cuenta con el cuidado y el amparo necesarios para tratar su depresión. La marginalidad también da cabida a todas las expresiones de violencia: la obra narra una secuencia extensa de casos de golpizas, violaciones, secuestros, desapariciones y asesinatos que se producen en el barrio sin que las instituciones lo noten siquiera, y, muchas veces, los perpetradores se escapan o quedan impunes.

Las clases sociales

La diferencia entre clases sociales es otro tema clave de Cometierra, fuertemente vinculado con el anterior. Como se ha mencionado, la protagonista y su entorno pertenecen a las clases bajas y viven en un barrio con pocos recursos, marginalizado, sin el amparo del Estado o de otras instituciones. El contraste entre sus modos de vida y los de las personas más adineradas se pone de manifiesto por primera vez cuando la señora elegante, madre de Ian, aparece en la casa para pedir ayuda. Aunque la protagonista está deprimida y cansada, y no tiene ganas de comer tierra por otros, la mujer insiste ofreciéndole dinero. Entonces, Cometierra narra: "Me pareció que los chetos podían hacer eso, meter en una lata un montón de plata y chocolates y plantártela en la cara para que digas que sí, aunque no quieras" (22). De ese modo expresa la relación opresiva que se produce entre las diferentes clases sociales: los "chetos", es decir, las personas que tienen más dinero, fuerzan a las personas pobres a hacer cosas contra su voluntad.

La brujería

La brujería es otro tópico fundamental de Cometierra. Desde el comienzo sabemos que su protagonista tiene un don sobrenatural: puede ver qué les ocurre y dónde están los cuerpos de personas desaparecidas. Muchas de esas personas están muertas, y la chica puede comunicarse con ellas de diferentes maneras. Por ejemplo, en sueños, se comunica con la seño Ana, que ha sido asesinada, pero continúa presente como figura fantasmática. Este elemento ilumina toda la dimensión fantástica de la novela. Pero, además, el texto explicita que Cometierra es una bruja. Cuando la protagonista no sabe cómo encontrar a la chica que se ha ahogado en el Tigre, visita a las maes, es decir, a las sacerdotisas del candomblé y el umbanda, religiones de matriz africana que se practican en diversas regiones y contextos latinoamericanos. Las maes tienen vidas espirituales muy desarrolladas y pueden percibir la realidad de modos que van más allá de la racionalidad. Apenas la ve, la mae Sandra, que la asesorará para encontrar a la chica ahogada, le dice a Cometierra: "Vos también sos una bruja" (81).