Cuentos de la Alhambra

Cuentos de la Alhambra Resumen y Análisis Fiestas públicas en Granada, Tradiciones locales, La casa de la veleta, Leyenda del astrólogo árabe

Resumen

"Fiestas públicas en Granada"

Mateo Ximenes escolta a Irving a la fiesta popular de Corpus Christi que se celebra en Granada. Muchas personas de los pueblos y aldeas vecinas acuden a Granada para las fiestas.

Irving aprende sobre la Fiesta de la Toma que recuerda el día en que los ejércitos de Fernando e Isabel toman Granada. Primero suena la campana de la Torre de la Vela todo el día. La costumbre popular incluye la superstición de que la muchacha que recibe el privilegio de hacer sonar la campana va a casarse dentro de ese mismo año. La Alhambra permanece abierta ese día para que todos la visiten. Se organizan danzas tradicionales heredadas de los moros. Luego, hay una procesión que recorre las principales calles y está presidida por el Alférez mayor que porta el estandarte de Fernando e Isabel. Más tarde las personas asisten a una representación de teatro popular que cuenta los hechos de la conquista. La obra narra la historia de Hernando del Pulgar, un caballero cristiano que consigue entrar en Granada con unos pocos seguidores y clava en la mezquita principal una daga con una tablilla con el Ave María para consagrar Granada a la Virgen y consigue escapar sin consecuencia. Un caballero moro llamado Tarfe saca la tablilla, la ata a la cola de su caballo y arrastra la inscripción del Ave María delante del ejército de cristianos. Garcilaso de la Vega vence al moro Tarfe en combate singular.

Además de esta pieza teatral, en la ciudad se hace una representación de la guerra. Las personas desempolvan sus armas viejas, guardadas por generaciones, y las sacan para esa ocasión.

"Tradiciones locales"

Este capítulo sirve de introducción a los que siguen. En él, Irving comenta sobre el gusto de los españoles por contar historias; en especial, cuentos que tratan sobre tesoros escondidos. Para el narrador, estas historias combinan aspectos moros y godos.

El origen de la proliferación de historias con este motivo es que efectivamente los pueblos y castillos cambiaban con frecuencia de manos por las guerras de conquista y reconquista y, antes de dejar sus casas, tanto moros como cristianos, enterraban dinero y joyas con la esperanza de que su partida fuera solo temporal. Además, efectivamente se han encontrado algunos tesoros enterrados, lo que despierta aún más la imaginación del pueblo.

La Alhambra es un lugar propicio para las leyendas fabulosas. Irving se dispone a recoger algunas de estas leyendas y le pide al lector "recordar la naturaleza del lugar y hacer las debidas concesiones. No debe esperar aquí las mismas leyes de probabilidad que gobiernan los lugares normales de la vida diaria; deberá recordar que se adentra en las estancias de un palacio encantado" (p.284).

"La casa de la veleta"

La primera leyenda que narra gira en torno a unas ruinas en la parte más alta de Granada, que fue en su momento un palacio real moro. Ese edificio es conocido como "La Casa de la Veleta" o "La casa del Gallo de Viento". Los musulmanes consideraban que aquella veleta era un talismán. La figura de bronce que giraba con el viento representaba a un guerrero a caballo.

Existen varias versiones sobre lo que decía la inscripción de aquella figura, pero todas apuntan al constante asedio en el que se encontraba el reino de Granada.

"Leyenda del astrólogo árabe"

Esta leyenda sucede durante el reinado de Aben Habuz, un rey moro que luego de tantos años de conquistas solo desea pasar sus últimos años disfrutando de sus victorias en paz. Para su desgracia, tiene muchos enemigos y su reino está bajo constante asedio. Manda a construir atalayas para estar siempre en vigilia.

En una ocasión, un médico anciano llega a su corte. Se trata de un famoso astrólogo llamado Ibrahim Ebn Abu Ayub, hijo de uno de los compañeros del Profeta Mahoma. Había viajado hasta Egipto. Allí había estudiado las ciencias ocultas y así lleva vivo dos siglos.

Aben Habuz recibe con todos los honores al astrólogo y le ofrece un lugar en el palacio. No obstante, el anciano elige vivir en una cueva en la colina donde posteriormente se construye la Alhambra. Allí instala su estancia con una abertura para observar las estrellas y con extraños instrumentos.

En poco tiempo el astrólogo se convierte en el consejero más apreciado del rey. Cuando este le cuenta sobre su angustia por los constantes asedios, el astrólogo comparte con él su experiencia en Egipto, donde una sacerdotisa construyó una veleta que anunciaba a tiempo la aproximación de cualquier enemigo. Puede construir uno para Aben Habuz porque tuvo acceso a un libro con los secretos de la magia que se encontraba enterrado junto a un alto sacerdote en una de las pirámides.

Con el permiso del rey, el astrólogo manda a construir una torre con una sala secreta. En la parte superior de la torre ubica una veleta con un guerrero moro sobre un caballo. En el interior de la sala ubica un tablero con figuras pequeñas que representan los ejércitos de todos los enemigos del rey.

Un día, el centinela apostado en la torre de la veleta se apresura a alertar al rey sobre los movimientos del guerrero de la veleta que apuntan a que el palacio será atacado por enemigos que se acercan desde el Paso de Lope. El rey ordena reunir a los ejércitos, pero el astrólogo le dice que eso no será necesario y lo lleva a la sala secreta. Allí el rey ve como las pequeñas figuras del tablero que representan al enemigo están en movimiento. Lo único que debe hacer el rey es elegir una de las opciones que le propone el astrólogo: utilizar una lanza en miniatura y golpear el tablero con la parte posterior del arma para hacer que el enemigo se retire sin derramar sangre o atacar a las figuras con la punta de esa lanza para causar una masacre. El rey declara: "¡creo que habrá un poco de sangre!" (p.294), y utiliza la punta de la lanza. Las figuras empiezan a caer.

Como pago o premio, el astrólogo pide los medios para acondicionar su cueva. Al rey ese pedido le parece medido, sin embargo, en poco tiempo el tesorero real empieza a preocuparse por el presupuesto que demanda el astrólogo, pero el rey insiste en que se le dé todo lo que pida, mientras él se entretiene en martirizar a sus enemigos con la magia de la sala oculta. El astrólogo consigue construir un verdadero palacio subterráneo con todos los lujos, incluso pide un grupo de jóvenes bailarinas para entretenerlo.

Aben Habuz empieza a aburrirse cuando sus enemigos se dan por vencidos y dejan de atacar. En una ocasión, el caballero de la veleta apunta su lanza hacia la montaña de Guadix, pero no hay ningún enemigo en movimiento en el tablero. El rey envía una expedición a Guadix. Al regreso, indican que no hay ningún indicio de un enemigo asediando la ciudad, solamente encuentran a una joven cristiana cautiva. La mujer es de una belleza excepcional y el rey se enamora de ella de inmediato. Ella explica que es la hija de un príncipe godo, cuyo ejército fue destruido como por arte de magia.

El astrólogo le advierte al rey sobre la cautiva: él percibe en ella las marcas de brujería y asegura que ella es el enemigo al que apuntaba la lanza del caballero de la veleta. Solicita al rey el permiso de llevarse a la joven para tratar de revelar si se trata o no de una hechicera. El rey se niega rotundamente a ese pedido, ignorando la insistencia del astrólogo. La mujer lleva una lira de plata colgada y el astrólogo quiere una cantante para complementar el grupo de bailarinas que residen con él en su palacio subterráneo.

La cautiva pasa a vivir en el palacio del rey, quien la colma con todos los regalos posibles. En medio de tantas distracciones, el propio pueblo se levanta contra el rey, aun cuando el caballero de la veleta no lo había advertido. Cansado y deseoso de poder dedicarse únicamente a la mujer, el rey acude al astrólogo para pedirle un refugio de paz.

Ante el pedido, el astrólogo responde con una historia sobre un famoso jardín árabe llamado Irem. Se trata de un complejo de torres y palacios con jardines deslumbrantes que se aparecen ante solo algunos viajeros que atraviesan el desierto. Tan fácilmente como aparecen ante unos pocos privilegiados, los jardines desaparecen sin dejar rastro. El astrólogo le ofrece al rey construir un palacio mágico que solo pueden ver los iniciados en el hechizo del lugar. A cambio de eso le pide una única cosa: la primera carga de la acémila que cruce el umbral del palacio mágico.

El día en que el astrólogo invita al rey a su nueva morada. En la montaña solo se puede ver una puerta labrada con dos talismanes: una mano tallada en piedra y una llave. Mientras esos talismanes permanezcan intactos, nadie podrá vencer al rey. Entretanto el astrólogo y el rey hablan sobre estos asuntos, la cautiva en su palafrén cruza el umbral. El astrólogo demanda que se le entregue a la mujer como el primer tesoro que cruzó el umbral de la ciudad encantada. El rey se niega, pero el astrólogo desaparece al interior de la montaña hacia su palacio subterráneo con la muchacha. El rey manda a cavar la montaña, pero todo es inútil. La veleta deja de servir y el reino enfrenta incesantes batallas.

Irving aclara que la Alhambra fue construida sobre esa montaña donde se ubicó la puerta del palacio inspirado en el jardín de Irem y sobre el palacio subterráneo del astrólogo. Se dice que los guardias de la Puerta de la Justicia, la entrada a la fortaleza, escuchan, cada tanto, acordes de una lira que los adormece. Se cree que se trata de la bella cautiva cristiana que continúa entreteniendo al astrólogo en el palacio subterráneo. Eso es lo que le ha dado la fama a esos centinelas que cuidan la entrada a la fortaleza como "el puesto militar más soñoliento de toda la Cristiandad" (p.307).

Análisis

La fórmula de Irving se mantiene igual a lo largo de la colección, salvo que a medida que avanza predominan los cuentos o leyendas asociadas al palacio. El movimiento es siempre el mismo: el presente evoca el pasado y algo real y tangible da lugar a la fantasía.

Antes de iniciar con uno de los cuentos más leídos de la colección, Irving introduce un pequeño ensayo en el que reflexiona sobre el gusto español por los cuentos. Lo llama "pasión oriental"(p.282) como si fuera una herencia musulmana asociada con el ethos de ese pueblo. Es precisamente en este punto en el que no hay una antítesis u oposición entre godos y moros. Irving encuentra similitudes en el tipo de historias que son más populares e involucran, por ejemplo, la magia. No obstante, el color de cada pueblo está dado, por ejemplo, por si el tesoro hechizado está resguardado por un dragón, en el caso de los godos, o un astrólogo, en el caso de los moros. Irving reconoce que sus fuentes están en la tradición oral, en la imaginación del pueblo: "Espoleada de este modo la imaginación de la misérrima prole que habita la Alhambra sueñan despiertos hasta que no queda estancia, torre o bóveda, de la vieja fortaleza que no hayan hecho escenario de alguna fábula maravillosa" (p.284).

Hemos hablado del gusto romántico por la antítesis y eso es lo que observamos entre la fortaleza y esa "misérrima prole" a la que se refiere Irving. Un palacio tan elegante que fue en su momento el hogar de la realeza mora ahora está poblado de mendigos. No obstante, es precisamente ese contraste el que da lugar a la creación porque la gente pobre deposita sus sueños en esas historias.

Irving utiliza una analogía para explicar cuál será su función en relación con el material recopilado: "con el mismo método que elabora un anticuario un documento histórico a partir de unas pocas letras sueltas en una inscripción casi ilegible" (p.284). La analogía resulta interesante en el contexto porque apenas unos años antes, en 1822, el egiptólogo Champollion había descifrado la piedra de Rosetta. La fascinación que generó ese hecho es, en parte, responsable de la rapidez con la que se difundió el orientalismo entre los románticos.

El capítulo "Leyenda del astrólogo árabe" es un cuento tradicional que presenta las siguientes características. Contiene elementos extraordinarios que forman parte del mundo ficcional, aparecen naturales y sin cuestionamientos. Por otra parte, los personajes cumplen determinadas funciones dentro del relato; el esquema de estas funciones se llama esquema actancial y se ordenan según ejes. En el eje del deseo tenemos a un sujeto que busca obtener un objeto. Por ejemplo, en este relato el rey desea paz para su reino. Por otra parte, está el eje de la comunicación que une al sujeto con su destinador, es decir, lo que lo motiva a buscar el objeto, y el destinatario, es decir, quien se beneficia de la obtención del objeto. En la leyenda, el deseo del rey en su vejez es lo que lo motiva a buscar la paz y los súbditos del rey, quienes se benefician con ello. Finalmente, hay también un eje de poder que es el que describe las fuerzas que se oponen en la historia. Durante una parte del relato, en su objetivo por preservar su reino de la guerra, el rey consigue un aliado: el astrólogo árabe, mientras que sus oponentes son los reinos vecinos. Cuando aparece una mujer en la escena y se torna en objeto del rey, el esquema actancial cambia y el astrólogo y el rey pasan a ser oponentes.

Como en gran parte de la obra, las mujeres son objeto de deseo y también terminan siendo víctimas del deseo masculino. El astrólogo árabe secuestra a la mujer y la tiene cautiva. Su belleza y su talento la hacen aún más vulnerable, porque lo único que desea el astrólogo es rodearse de belleza: un grupo de bailarinas y la mujer con su lira. La cautiva cristiana va a reaparecer en la obra. Este procedimiento de conectar historias a través de detalles como personajes o incluso objetos que se repiten coincide con lo que sucede en Las mil y una noches, que sirvió de fuente de inspiración para el orientalismo romántico.