"(...) mi cabeza era un bombo donde retumbaban marchas extrañas" (p.34) (Símil)
En muchos momentos del viaje Guevara padece un mal estado de salud. En el pasaje titulado "Para las gripes, cama", el joven se siente tan mal que debe ser hospitalizado por una semana. Para describir su malestar, Ernesto utiliza la metáfora citada: la fiebre le produce un dolor y una perturbación tan profundos que siente como si su propia cabeza fuera un instrumento de percusión que suena incansablemente.
"Chuquicamata parece ser la escena de un drama moderno" (p.74) (Símil)
En Chile, Ernesto y Alberto visitan la mina de Chuquicamata. El protagonista describe el lugar comparándolo con una escena de un drama moderno, según dice, a causa de su belleza gris y sin gracia. Como una obra de teatro dramática del siglo XIX, la ciudad se presenta a los ojos del joven Ernesto como imponente, importante, glacial, pero de una belleza más bien desteñida, antigua, poco llamativa.
"Como una alfombra mágica aparecía el camión en los acantilados que dominan el puerto" (p.79) (Símil)
Cuando abandonan la motocicleta, Alberto y Ernesto deben continuar su viaje a pie. Desde entonces, se dan múltiples situaciones en las que los jóvenes caminan exhaustos por la carretera esperando que algún auto les permita subir.
En la frase citada, Guevara refiere a un camión que aparece y al cual podrían subir. Al hacerlo, compara dicho camión con una alfombra mágica, en tanto el cansancio acumulado le hace sentir que aquel vehículo aparece como un elemento mágico o como un oasis en el desierto.
"El asma y los mosquitos quitaban plumas a mis alas" (p.132) (Metáfora)
Hacia el final del viaje, en un barquito hacia San Pablo por el río Ucayali, Ernesto padece doblemente: a uno de sus usuales ataques asmáticos se le suma la furia desatada de los mosquitos. Este padecimiento le impide por un tiempo unirse a Alberto a las aventuras que emprende dentro del barco, como por ejemplo ganar dinero jugando a las cartas o conversar con muchachas desconocidas. A ese tipo de limitación refiere Guevara con la metáfora citada: el asma y los mosquitos lo debilitan, condicionando por un tiempo una libertad que suele ser infinita y voladora, como la de los pájaros.
"Era (...) como si toda sustancia sólida se volatilizara en el espacio etéreo que nos rodeaba, que nos quitaba la individualidad y nos sumía, yertos, en la negrura inmensa" (p.143) (Símil)
En “Acotación al margen”, Guevara recupera en palabras la serie de sensaciones que lo invaden en esa noche oscura en un pueblo serrano de Venezuela, cuando oye a un europeo hablar sobre la inminencia de una revolución comunista. En la descripción meramente sensorial se filtra un imaginario con un sentido claro: la supresión de los límites con los que el sistema capitalista separa a los individuos (y a los países), para mantenerlos alejados de la lucha colectiva. La inmensidad de la negrura a la que alude Ernesto es la fundición del yo en el todo, un todo que es la oscuridad de la noche pero también la comunidad humana. El símil utilizado busca entablar esta asociación entre la pérdida de los límites de todo cuerpo en la oscuridad de la noche con el inminente desvanecimiento de un sistema de divisiones propio del sistema capitalista.