El perro Comeback (Símbolo)
Antes de iniciar el viaje hacia la Patagonia argentina, Guevara pasa por Miramar, donde está veraneando su novia, y le lleva un cachorro de regalo. Ese cachorro lleva como nombre "Comeback", que significa, en inglés, "regreso", y por ende es ofrecido a la muchacha como una promesa de retorno después del largo viaje que Ernesto está por emprender. Así, el perro Comeback funciona simbólicamente. Guevara incluso refiere al cachorro como un “símbolo de los lazos que exigen mi retorno” (p.28).
La astilla (Alegoría)
En "... paréntesis amoroso", Guevara cuenta cómo se da la "pugna" entre él y su novia, Chichina, de quien se intenta despedir para iniciar su viaje de largos meses. Por cómo narra la escena, Ernesto da a entender que la muchacha, encariñada, lo detiene varios días hasta que el joven logra irse. Sin embargo, el narrador admite: "después dudé que la astilla tenga derecho a decir: vencí, cuando la resaca la arroja a la playa donde ella quería llegar, pero eso fue después" (p.30). El joven utiliza una alegoría para establecer una reflexión, una relectura sobre la escena conociendo los hechos que sucedieron posteriormente: Chichina rompió la relación unas semanas más tarde. En la alegoría utilizada por el narrador, el joven Ernesto sería la "astilla": se cree vencedor por lograr alejarse de su novia, pero luego descubre que es la muchacha misma quien lo quería lejos.
El lujoso barco inglés en el lago del sol (Símbolo)
En Perú, a orillas del lago del sol, Ernesto y Alberto ven un lujoso barco inglés, cuya ostentosa riqueza contrasta fuertemente con la pobreza de la zona. De alguna manera, dicho barco se presenta como un símbolo del imperialismo y de las visibles diferencias económicas entre los países del llamado Primer Mundo y el Tercer Mundo. Esta brecha, así como la indiferencia de los países europeos frente a las miserias imperantes en las tierras latinoamericanas en las cuales asientan sus negocios, es una de las principales cuestiones que empujan a Guevara a la lucha revolucionaria.
La Iglesia de Santo Domingo construida sobre los restos del Templo del Sol (Símbolo)
La descripción de la arquitectura en ciudades como Cuzco es indesligable, en la escritura de Guevara, de la reflexión crítica en torno a la historia del lugar. Casi todos los elementos que Ernesto registra en la ciudad peruana evocan ya sea los tiempos precolombinos o ya la época de la colonia.
La iglesia de Santo Domingo, por ejemplo, aparece en los Diarios como un símbolo de la colonización española en Latinoamérica: está construida literalmente sobre los restos del Templo del Sol, lugar sagrado para los Incas que los españoles destruyeron al llegar a las tierras americanas, junto con todo otro testimonio de una religión y una cultura diferentes a las que ellos traían. Ernesto explica que, en un claro gesto de “escarmiento y reto del conquistador orgulloso” (p.102), los españoles hicieron caer los templos de Inti y "sus cimientos o sus paredes sirvieron para el asiento de las iglesias de la nueva religión" (p.102). Lo que se ve es entonces una base de piedra, construida por los Incas, sobre la cual se erige una lujosa catedral: así, el colonizador ostentaba su título de vencedor y lo sacralizaba en piedra y oro.
La arquitectura estilizada de Lima (Símbolo)
Guevara ve en Lima una arquitectura mucho más estilizada y detallista que en Cuzco: hay menos rastros del pasado precolombino, y también menos testimonio de la brutal conquista, como lo eran en Cuzco las extremadamente ostentosas iglesias católicas. Lo que observa le deja la sensación de que el arte de la ciudad se corresponde con una época más avanzada de la colonia. En su totalidad, Lima le parece entonces simbólica en términos arquitectónicos. Para Guevara, "la ciudad de los virreyes", como denomina a Lima, simboliza esa faceta del Perú que no salió del estado feudal de la colonia.