El entorno natural
En el Acto IV, se describe la pureza del entorno natural en armonía con los amantes. Las imágenes del locus amoenus evocan el Paraíso, en consonancia con el título del acto: "El Diablo a las puertas del Cielo", y también refuerzan la idea que anticipa don Juan, de que junto a doña Inés puede alcanzar la salvación: “que alcanzo que puede hacer / hasta que el Edén se me abra” (vv. 2262-2263).
En esta cita podemos apreciar una serie de imágenes visuales, olfativas e, incluso, auditivas que ilustran este concepto de lugar idílico que sirve de contexto para el encuentro de los amantes:
Esta aura que vaga, llena
de los sencillos olores
de las campesinas flores
que brota esa orilla amena;
esa agua limpia y serena
(…)
Esa armonía que el viento
recoge entre esos millares
de floridos olivares,
que agita con manso aliento;
ese dulcísimo acento
con que trina el ruiseñor (…)
¿no es verdad, gacela mía,
que están respirando amor?(vv. 2174-2193).
La atmosfera lúgubre
En el último acto, el panteón donde yacen las víctimas de don Juan adquiere un aspecto lúgubre, acorde con el ánimo atemorizado y angustiado del protagonista. La acotación describe una mesa "que parodia horriblemente" (p. 213) a la de la casa de don Juan. Sobre ella se presentan "culebras, huesos y fuego" (Ídem.), en vez de las guirnaldas y flores que decoraban la anterior. Además, sobre la mesa "aparece un plato de ceniza, una copa de fuego y un reloj de arena" (Ídem.), que representan simbólicamente la muerte del protagonista. En esta escena se acumulan los elementos macabros: los sepulcros "dejan paso a las osamentas de las personas que se suponen enterradas en ellos, envueltas en sus sudarios. Sombras, espectros y espíritus pueblan el fondo de la escena." (Ídem.).
Es propio de la estética del Romanticismo proyectar en el paisaje el estado de ánimo de los personajes. Por otra parte, los cementerios y otros lugares misteriosos y sombríos son escenarios frecuentes en las obras que se enmarcan en este movimiento. Finalmente, el escenario lúgubre en este acto sirve para anticipar la muerte del protagonista.
El diablo
La comparación de don Juan con Satanás por parte de otros personajes, aparece en la obra para resaltar distintas características del protagonista. Algunas veces a través de estas imágenes se acentúa su poder seductor, su maldad, su fuerza y destreza, o su arrojo y temeridad. Por ejemplo, luego de que el personaje logra escapar del convento con doña Inés, Brígida le comenta a Ciutti: "Preciso es que tu amo tenga / algún diablo familiar" (vv. 1938-1939), a lo que el criado responde: "Yo creo que sea él mismo / un diablo en carne mortal (...)" (vv. 1940-1941). Con estas palabras los personajes destacan la destreza y la osadía de don Juan. Asimismo, también doña Inés construye una imagen diabólica del protagonista cuando afirma: "Tal vez Satán puso en vos / su vista fascinadora, / su palabra seductora, / y el amor que negó a Dios" (vv. 2240-2243).