Resumen
Don Luis logra salir de la prisión y le solicita a Pascual, criado de doña Ana, pasar la noche escondido en la casa de su futura esposa, a fin de esperar a don Juan, por si este intenta cumplir su apuesta. Don Luis acordó presentarse a las diez de la noche, horario en que Pascual lo dejará ingresar a la casa sin ser visto por su señor, don Gil de Pantoja.
Don Luis, angustiado e impaciente, llama a la ventana de su prometida. Le explica la situación y acuerda con ella que volverá a las diez. A continuación, don Juan, que también consiguió salir de la prisión, intercepta a don Luis en la calle, y Ciutti y otros cómplices lo secuestran. Tenorio planea tomar el lugar de don Luis y presentarse en la casa doña Ana para ganar la apuesta, mientras don Luis permanece encerrado en su bodega.
Unos minutos después del secuestro, don Juan se encuentra en la calle con Brígida, la dueña que está a cargo del cuidado de doña Inés, tal como lo habían acordado con Ciutti, cuando este le entregó la carta. Brígida le confirma a don Juan que doña Inés recibió la misiva y le asegura que la persuadió de que él la ama apasionadamente. También le explica que fue fácil convencerla, puesto que doña Inés vivió sus diecisiete años encerrada en el convento, en soledad, y desconoce el mundo exterior. Le asegura que él podrá entrar al convento, después de que "doblen las ánimas" (vv. 1334-1335), saltando por el huerto. Finalmente, don Juan afirma que la recompensará con oro si consigue lograr su objetivo de raptar a doña Inés.
Después de concluir la conversación, don Juan se encuentra con Lucía, la criada de doña Ana, y le ofrece más de cien doblas a cambio de que ella le permita entrar a la casa a las diez de la noche. Lucía acepta el trato. Más tarde, don Juan le explica a Ciutti su propósito: estar a las nueve en el convento y, una hora después, en la casa de doña Ana, para conseguir ganar la apuesta.
Análisis
En el Acto II continúa el paralelismo entre don Juan y don Luis. Ambos se han liberado de la prisión y se encuentran en la calle, en las proximidades de la casa de doña Ana. Nuevamente, en este caso, tras un breve intercambio de palabras, don Juan traiciona a don Luis, con el objeto de ganar la segunda apuesta.
En este acto también se presenta una pareja de alcahuetas, Brígida, la criada de doña Inés, y Lucía, la de doña Ana. Ambas se dejan sobornar por don Juan y le facilitan al libertino el acceso a las mujeres que protegen. La figura de la alcahueta o celestina es famosa en la literatura. Las alcahuetas se caracterizan por ser mujeres astutas, codiciosas, sobornables. Su función es facilitar el encuentro amoroso de los amantes y encubrir las relaciones sexuales ilícitas, a cambio de un beneficio económico.
Las dos alcahuetas de este drama se dejan sobornar con dinero:
BRÍG. ¡Vaya! ¡Qué cosas tenéis!
Vos sí que sois un diablillo…
JUAN. Que te llenará el bolsillo
si le sirves.(vv. 1234-1237)
LUCÍA. ¡Bah! ¿Y quién abre este castillo?
JUAN. Ese bolsillo.(vv. 1390-1391)
Brígida aparece asociada a lo demoníaco, por su sagacidad, su elocuencia y su capacidad de perturbar y engañar a la joven novicia. Podemos notar esta asociación desde la primera escena del Acto I, cuando don Juan le indica a Ciutti que debe esperar una respuesta "Del diablo con guardapiés / que la asiste, de su dueña" (vv. 44-45).
En el Acto II encontramos nuevas referencias al carácter demoníaco de este personaje, en el diálogo entre ella y el protagonista:
BRÍG. ¿Estáis solo?
JUAN. Con el diablo.
BRÍG. ¡Jesucristo!
JUAN. Por vos lo hablo.
BRÍGIDA.—¿Soy yo el diablo?
JUAN.—Creoló.
BRÍG.—¡Vaya! ¡Qué cosas tenéis!
Vos sí que sois un diablillo…(vv. 1231-1235)
En este pasaje cómico Brígida y don Juan se acusan mutuamente de ser diabólicos, por la maldad que le atribuyen a sus actos. Además, cínicamente, Brígida también acusa al paje de don Juan, Ciutti, de ser un "mal bicho" (v. 1240) y un "Gran bribón" (v. 1242).
La inclusión de esta figura es una innovación de Zorrilla, puesto que no aparece en las obras donjuanescas precedentes. El personaje de Brígida está probablemente inspirado en el de la Celestina, de la Tragicomedia de Calisto y Melibea (1499), atribuida a Fernando de Rojas y popularizada con el nombre La Celestina. Este personaje estaba de moda en la época en que Zorrilla escribe su drama, por la publicación de la Tragicomedia por primera vez después de casi ciento cincuenta años sin haber sido impresa. Sin embargo, Brígida no tiene una personalidad tan fuerte como la de su modelo.
Por otro lado, don Juan está recurrentemente asociado a lo diabólico. Ya en el Acto I encontramos un ejemplo: "(…) los hijos como tú / son hijos de Satanás" (vv. 783-784). En el Acto II se insiste con el carácter diabólico de este personaje: don Luis afirma: "(…) lleva ese hombre consigo / algún diablo familiar" (vv. 906-907), y luego, como vimos, Brígida lo llama "diablillo" (v. 1235). En los próximos actos veremos más ejemplos.
Por último, en este acto también se presenta al personaje de doña Inés. Ella es la antítesis de don Juan y de Brígida. Si a ellos se los asocia permanentemente con lo demoníaco, ella, en cambio, se representa como un ángel:
JUAN. ¿Y está hermosa?
BRÍG. ¡Oh! como un ángel.(vv. 1282 -1283)
Doña Inés es una joven de diecisiete años, bella e inocente. En este acto se la asocia simbólicamente a una "cordera" (v. 1248), a una "garza enjaulada" (v. 1250), y a una "Hermosa flor" (v. 1318). En el acto precedente, su padre, don Gonzalo, había aludido a ella definiéndola como "una hija sencilla y pura" (v. 217). Su condición angelical se va a acentuar en la segunda parte de la obra, puesto que allí doña Inés cumple la función de mediadora entre don Juan y Dios.
Este acto culmina con una referencia temporal: "Ciutti, ya sabes mi intento: / a las nueve en el convento; / a las diez, en esta calle" (vv. 1431-1433). El comentario de don Juan permite situar las acciones del próximo acto en el transcurso de esa noche.