El Conde Lucanor
El Conde Lucanor es uno de los interlocutores del diálogo que hacen al relato-marco de El Conde Lucanor. Es quien formula las dudas que serán respondidas a través del relato enmarcado, de modo que también representa al lector que será educado en las enseñanzas que Don Juan Manuel introduce en su libro. El Conde Lucanor pertenece a la nobleza y es un hombre poderoso que se preocupa por preservar su honra, su hacienda y su estado. También se muestra prudente, porque antes de tomar acción, sabe pedir consejo. En cierto sentido es también consejero, porque a veces le pregunta a Patronio de qué manera aconsejar a otras personas que están bajo su cuidado. El Conde se muestra como una persona humilde que sabe a quién escuchar para actuar de la mejor manera posible, en servicio de Dios.
Patronio
Patronio es el consejero del Conde Lucanor. Mientras el Conde representa el poder, Patronio representa el saber, dos fuerzas necesarias para la preservación del orden en la Edad Media. Patronio se pone en el lugar de quien sabe interpretar mejor una situación determinada y transmitir sus consejos por medio de una situación diferente, pero análoga a la anterior. En este sentido, traduce las enseñanzas abstractas en ejemplos que sean fáciles de comprender para su aconsejado. El consejero Patronio manifiesta independencia en su juicio, porque no siempre le dice al Conde lo que este quiere oír, sino lo que es cierto, prudente y conveniente para aquel.
Don Juan Manuel
El autor de El Conde Lucanor aparece al final de cada relato poniendo en escena el momento en que decide colocar el ejemplo en su libro. De esta forma, encarna a un personaje oculto que estaría escuchando el diálogo entre el Conde Lucanor y Patronio. Asimismo, es el encargado de extraer la enseñanza en abstracto o la moraleja de cada ejemplo, a través de versos rimados que sintetizan los consejos de Patronio. Para analizar algunos aspectos autobiográficos del libro, ver la sección: “Las marcas autorales de Don Juan Manuel en El Conde Lucanor”.
El ermitaño
En el Ejemplo III, el ermitaño representa a los hombres de fe que toman los hábitos de reclusión y penitencia de los religiosos. Aunque es un hombre de muy buenas acciones que se ha ganado el cielo, se muestra vanidoso al creer que el Rey de Inglaterra no es lo suficientemente digno para ser su compañero en el paraíso. Después de escuchar la historia del Salto del Rey, el ermitaño reconoce la importancia de que cada hombre debe servir a Dios según su lugar en el orden social.
El Rey Ricardo de Inglaterra
El Ejemplo III recupera una leyenda del personaje histórico real, la del salto que habría dado el Rey Ricardo de Inglaterra, de su barco hacia la ribera, en una lucha contra los moros, mostrando una valentía que sería emulada por los demás guerreros. Su acción representa el valor que deben tomar aquellos nobles que están a cargo de luchar por la fe cristiana.
El zorro
En los ejemplos V y XXIX aparecen dos zorros en historias que, a modo de fábula, muestran cómo se puede salir airoso utilizando el engaño. El zorro es caracterizado como un animal astuto que puede convencer con sus palabras para obtener lo que quiere, o fingir que algo no le hace daño para pasar desapercibido.
El cuervo
En el Ejemplo V, el zorro logra engañar a un cuervo que peca de vanidad al creerse todos los halagos que le dispensa con el fin de quitarle algo de su aprecio.
Doña Truhana
En el Ejemplo VII, Doña Truhana es una mujer pobre que se entrega a la ilusión de que podrá realizar una serie de compras y ventas por las que irá obteniendo más riquezas, hasta convertirse en una mujer rica. Representa a quienes se dejan llevar por esperanzas vanas y que, por esto, terminan perdiendo lo único que tienen.
El hombre que come altramuces
En el Ejemplo X, el hombre que come altramuces es un hombre rico que ha caído en la pobreza y debe consolarse sabiendo que hay gente que está peor que él, para así conseguir la gracia divina y salir de su mal estado.
El deán de Santiago
En el Ejemplo XI, el deán de Santiago es un hombre religioso que quiere aprender el arte de la nigromancia y promete ayudar a su Maestre en agradecimiento por sus enseñanzas. El deán va escalando en posiciones de poder en la Iglesia sin saldar nunca su deuda con su benefactor. Su aumento de hacienda y de honra es inversamente proporcional a su comportamiento incorrecto con el Maestre, quien termina utilizando su magia de brujo para volver al religioso a su condición original de deán, lo que produce en este personaje mucha vergüenza.
Don Illán de Toledo
Es el gran Maestre que se dispone a enseñar al deán de Santiago el arte de la nigromancia. Don Illán sospecha que el religioso se olvidará de él a medida que mejore su posición. Esto es lo que en efecto ocurre en la historia del Ejemplo XI, en la que el deán que pasa a ser arzobispo, obispo, cardenal y Papa nunca concede darle su cargo anterior al hijo de Don Illán, como este le solicita. Finalmente, Don Illán utiliza su magia para volver el tiempo atrás, cuando el Papa era solo un deán.
El Rey Abenabet
Es el rey del Ejemplo XXX que utiliza todos sus recursos y su poder para intentar consentir a su esposa en todos sus caprichos. Está inspirado en el rey abadí Muhámmad al-Mutámid.
La Reina Ramayquia
Es la reina caprichosa del Ejemplo XXX, que quiere que su esposo la deje andar por tierras que tengan nieve o tirarse en el lodo como una mujer que hacía adobes.
El Rey burlado
El Ejemplo XXXII trata sobre un Rey sin nombre que es burlado por tres hombres que fingen hacer un paño invisible para quienes no fueran hijos de quienes dicen que son sus padres. Como el Rey teme que se cuestione la legitimidad de su poder, no se anima a confesar que no puede ver el paño, y por eso cae en la trampa.
Los tres hombres burladores
Son los hombres del Ejemplo XXXII que logran engañar al Rey haciéndole creer que han hecho un paño de carácter mágico.
El joven moro
En el Ejemplo XXXV, el joven moro es un hombre bueno y honrado que utiliza el engaño para sacar provecho de su casamiento con una mujer que posee muchas riquezas, pero que es muy mala y falta de juicio.
La joven mora
Es la mujer mala y necia a la que el joven moro logra engañar haciéndole creer que estaba loco y que es capaz de asesinarla como ha asesinado a los animales de su casa por no acatar su orden de echarle agua en las manos.