“Hice esto como hacen los médicos que (…) mezclan con aquella medicina que sirve para curar el hígado, miel, azúcar o algo dulce” (Metáfora, p.15)
En el prólogo a El Conde Lucanor, Don Juan Manuel compara su propósito de transmitir consejos por medio de historias con lo que hace un médico al suministrar medicina con algo dulce que agrade al hígado. La metáfora sirve para justificar el uso de historias que podrían parecer, en un principio, innecesarias. Don Juan cree que las personas incorporan mejor las enseñanzas si el modo en que las reciben les resulta agradable.
“Quien por caballero se tuviese / Más debe dar este salto” (Metáfora, p.27)
En el Ejemplo III, el salto del Rey Ricardo de Inglaterra es un salto literal, pero también un salto metafórico. No refiere solamente al salto que dio el Rey en el mar, desde su barco a la ribera, para enfrentar a los moros; refiere también al “salto de fe”, el acto religioso de creer en Dios. Asimismo, es una alusión al “Salto Templario”, que remite a la Orden de los Caballeros Templarios, una orden monástica militar católica fundada en 1118. El salto interpela particularmente la acción valiente de los nobles, cuyo rol es luchar en defensa de las tierras cristianas.
“El Rey, por darle el gusto, hizo plantar almendrales por toda la tierra de Córdoba para que (…) en el mes de febrero apareciesen floridos como la nieve” (Símil, p.57)
Dado que el Rey Abenabet, del Ejemplo XXX, no puede complacer a su esposa haciendo que nieve en Córdoba, una tierra cálida en la que solo nieva de vez en cuando, resuelve el pedido a través de una similitud: manda a plantar almendrales para que sus flores blancas den la impresión de que ha nevado. De esta manera, hace ostentación de sus riquezas y de su poder, poniéndolos al servicio de satisfacer un capricho estético, pero inútil.