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¿Qué importancia tienen las apariencias en el cuento?
Todos los personajes de "El jorobadito" están sumamente preocupados por cómo son percibidos por los demás. El narrador, desde la cárcel, intenta convencernos de que su crimen, en realidad, fue un favor que le hizo a la sociedad. No quiere ser percibido como un loco ni como un mero homicida. La señora X, por su parte, tiene como objetivo único que su hija se case para no ser mal vista por la sociedad. Elsa se deja llevar por este designio de boda pese a que no siente nada por el narrador (o, al menos eso, parece).
¿Y Rigoletto? El jorobado, que es un marginal de la sociedad, está paradójicamente más preocupado por su apariencia que los demás. Luce con orgullo sus botines, su corbata nueva y su reloj para demostrar que es un hombre de bien; se presenta como un profesional aunque es un lustrabotas; exige, a punta de pistola, que le sirvan un té con coñac, como lo harían con cualquier burgés.
Podría argumentarse que este afán por aparentar ser una persona decente es lo que, de raíz, genera el caos dentro del cuento. Si la señora X y Elsa no presionaran al narrador para que se casara; si este, a su vez, cortara su compromiso de una manera lógica y se expusiera al qué dirán; si Rigoletto no demandara ese té y ese beso en lo de Elsa, las cosas probablemente no se habrían salido de su cauce. Pero no fue así. Las apariencias llevan a los personajes a realizar actos extremos. Incluso desde la prisión, habiendo perdido prácticamente todo, el narrador sigue intentando convencernos de que es un hombre íntegro, de una intachable moral, es decir, sigue intentando preservar las apariencias.
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¿Por qué el narrador termina asesinando a Rigoletto?
El narrador lleva a Rigoletto a la casa de Elsa con la idea de generar un escándalo que le permita separarse de su novia. Esa idea funciona a la perfección: Elsa y sus padres se horrorizan por lo que ha provocado el narrador. Tras ese escándalo, sin dudas, la relación habría quedado terminada, y el narrador habría encontrado su preciada libertad. Pero eso no sucede. El narrador, en cambio, estrangula a Rigoletto.
He aquí uno de los grandes enigmas del cuento. Arlt no proporciona una interpretación única para comprender el final de su relato. Con su característica complejidad, deja en manos de los lectores entender qué le pasó al narrador por la cabeza. Esta es, entonces, una posible lectura: cuando Rigoletto comienza a comportarse como un loco en casa de Elsa, el narrador pierde la compostura. El jorobado le ha faltado el respeto a su prometida y a sus suegros. El narrador odia a todos estos personajes, pero hay algo íntimo que lo emparenta con ellos: su pertenencia a la misma clase social. Rigoletto es un marginal que está en casa de una familia burguesa rompiendo los códigos morales que la clase media comparte. El jorobado no está rompiendo un compromiso de matrimonio; está atacando las bases de la sociedad. Y ese es el límite del narrador. Un marginal puede serle útil para cortar lazos con la sociedad, sí, pero no va a tolerar que sea el marginal quien ataque a esa sociedad a la que él, le guste o no le guste, pertenece.
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¿Por qué el narrador llama "Rigoletto" al jorobado?
Desde el momento en el que se conocen, el narrador decide llamar "Rigoletto" al jorobado. Este no es su verdadero nombre (este nunca se conoce), y al jorobado no le gusta que lo llame así, pero el narrador no deja de referirse a él de esta manera.
La elección de este nombre, en primer lugar, obedece a una relación intertextual. El nombre "Rigoletto" alude al protagonista de la ópera Rigoletto, de Giuseppe Verdi. Este es un bufón de la corte que, al igual que el jorobado de Arlt, tiene deformidades físicas y es utilizado como instrumento por los demás personajes.
Por otro lado, al llamar "Rigoletto" al jorobado, el narrador le quita cualquier tipo de individualidad. Deja en claro que no lo considera una persona, sino un mero arquetipo. De esta manera, le será mucho más fácil manejarlo a su antojo, sin sentir que su accionar es cruel y su manipulación, inmoral. No obstante, sobre el final del cuento el jorobado demostrará que es mucho más que un arquetipo. Es un ser humano impredecible, con un carácter fuerte y una personalidad sumamente singular. El narrador, entonces, perderá el control y terminará asesinándolo.
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¿Cómo presenta el narrador la idea de ser un marginal?
El narrador idealiza a la marginalidad. Se la figura como un sinónimo de libertad. Sostiene que él sería más feliz durmiendo al lado de las vías del tren que viviendo en una casa con una mujer e hijos.
Esta idealización de lo marginal es una respuesta a la opresión que siente viviendo dentro del orden burgués. Si la vida en los márgenes es libertad, entonces la vida en el orden burgués es una prisión. El narrador prevé un futuro oscuro, en el que toda su individualidad y su chispa se han apagado en pos de volverse marido y padre. Entonces, su fantasía es escapar convirtiéndose en un marginal. Para ello, utiliza como herramienta a un verdadero marginal: el jorobado. Sin embargo, cuando Rigoletto exhibe en casa de Elsa su carencia de modales y su falta de respeto a los valores burgueses, el narrador pierde el control y sale en defensa de aquello que cree despreciar. Así, lejos de volverse un marginal, el narrador demuestra su devoción inquebrantable por la burguesía.
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¿Cómo es representada en el cuento la idea de familia?
Desde el punto de vista del narrador, la familia es la institución burguesa por antonomasia. De hecho, él considera que para salir del orden burgués debe romper su compromiso con Elsa. Es decir, debe romper su compromiso con la familia. En ningún momento el narrador se encona contra el trabajo, el Estado o la iglesia. En la familia se condensan las mayores atrocidades de la burguesía. La hipocresía, la superficialidad y la obsesión por las apariencias viven en el seno familiar. No hay virtud ni beneficio alguno en formar parte de una familia. No hay amor, ni solidaridad, ni reciprocidad. La familia arltiana es una prisión.