El lobo estepario

El lobo estepario Resumen y Análisis Tractat del lobo estepario. No para cualquiera

Resumen

Harry comienza a leer lo que resulta ser un tratado sobre sí mismo: “Un individuo de nombre Harry, llamado lobo estepario” (I). El tratado describe su vida y su pasado, explica cómo llegó a ser lo que es y lo que se encuentra atravesando psicológicamente.

Harry es un hombre muy inteligente y, aunque recibió una gran educación, nunca le enseñaron a estar satisfecho consigo mismo. Por eso, en su interior conviven dos naturalezas, una humana, bondadosa, culta y filosófica, y una lobuna, espontánea, salvaje, indómita y violenta. Aunque él no es la única persona con una dualidad de este tipo, ya que en la mayoría de las personas conviven varias naturalezas, la relación entre los dos seres que habitan en su interior es devastadora: “Estaban en odio constante y mortal, y cada uno vivía exclusivamente para el martirio del otro” (III).

De este modo, cuando domina la parte humana, la lobuna observa atentamente, y se ríe y burla de todos sus pensamientos y acciones, por más bellos y nobles que puedan parecer. Como es de esperar, lo mismo sucede a la inversa. Esto provoca en Harry una insuperable sensación de soledad, puesto que las personas que lo aman suelen conocer únicamente una de sus naturalezas y él desea, “como todo individuo, ser amado en su totalidad” (V). Con todo, no siempre están el lobo y el hombre peleándose en su interior, sino que, en contadas ocasiones, consigue disfrutar de breves instantes de comunión y paz consigo mismo.

El tratado afirma que “hay bastantes personas de índole parecida a como era Harry” (VII), sobre todo en el mundo del arte y del pensamiento. En estas personas coexisten “lo divino y lo demoníaco, la sangre materna y la paterna, la capacidad de ventura y la capacidad de sufrimiento” (ídem). Son personas que tienden a padecer un gran sufrimiento en su vida, por fuera de los breves y maravillosos momentos de creación y de dicha que dan sentido a su existencia.

Harry, el lobo estepario, es un hombre de costumbres nocturnas y con una “necesidad profunda y apasionada de independencia” (IX). Esta necesidad lo llevó a buscar un modo de sobrevivir sin tener que ir a una oficina y a evitar toda atadura afectiva que le impida tener una libertad absoluta. Sin embargo, esa independencia termina siendo la contracara de una profunda soledad; es también “su destino y su condenación” (X).

Además, Harry es ese tipo de individuo al que hay que “clasificarlo entre los suicidas” (XI). Estas personas tienen un temperamento sensible que las arroja, al menor estímulo, a la idea del suicidio. Son aquellos seres que “se nos ofrecen como atacados de un sentimiento de individuación” y para los que el objetivo de la vida es “su disolución, tornando a la madre, a Dios, al todo” (XIII). Harry es el tipo de suicida que logra hacer su de idea de la muerte una filosofía de vida, y ello le da la fuerza para soportar todo tipo de dolores y situaciones desagradables, puesto que la posibilidad de quitarse la vida se encuentra siempre disponible.

En cuanto a su relación con la burguesía, Harry se siente “completamente fuera del mundo burgués” y “tiene orgullo de no serlo” (XVI). Sin embargo, vive en muchos aspectos de un modo burgués: con decencia, soltura económica, en paz con los poderes estatales y con una secreta afinidad hacia la vida familiar burguesa. Así y todo, la individuación a la que llega Harry -junto con el resto de las personas que, al igual que él, son “outsiders” (XX)- le permite permanecer dentro de la burguesía sin por eso llegar a ser parte de ella, de ese “rebaño de corderos” (ídem).

El tratado explica que la idea que tiene Harry acerca de que en su interior habitan un lobo y hombre es una simplificación: “Harry no está compuesto de dos seres, sino de cientos, de millares” (XXVII). En realidad, Harry intenta, con su idea del lobo estepario, comprender las fuerzas antagónicas que reconoce en su identidad. Sin embargo, lo que no quiere admitir es que la idea misma de una identidad es una farsa, ya que las personas están compuestas de millares de personalidades en pugna: “Ningún yo, ni siquiera el más ingenuo, es una unidad, sino un mundo altamente multiforme, un pequeño cielo de estrellas” (XXIX).

Harry sufre porque distingue en su interior elementos instintivos y espirituales, y se esfuerza en ubicarlo dentro de los polos de lo humano y lo lobuno. Pero eso es un error, ya que el hombre nunca es “un producto firme y duradero”, sino “un ensayo y una transición” (XXXIII). La idea de un único yo, de una individualidad, no es más una ilusión burguesa. Para comprenderlo, Harry deberá fundirse hasta “haber ensanchado tanto el alma que pueda volver a comprender nuevamente al todo” (XXXVIII).

Análisis

Con el “Tractat del lobo estepario”, la narración de la novela se interrumpe en forma abrupta para dar paso a un texto de carácter híbrido, a medio camino entre el perfil psicológico, la biografía y la disgregación filosófica sobre la generación de artistas e intelectuales que vivieron durante el periodo de entre guerras.

Tal como señalamos en la introducción a esta guía, El lobo estepario es una novela en la que abundan los elementos autobiográficos. Es por ello que la mayoría de la información que encontramos en este capítulo explica, en cierta medida, el estado general de Hermann Hesse durante su escritura. A esto se refiere la crítica Irene Martínez Sahuquillo cuando señala que las novelas de Hesse:

son de carácter testimonial y hasta confesional, y giran en torno a un personaje central en el que el novelista se proyecta y al que hace vivir sus propias vicisitudes anímicas. En este caso la obra, además de ser un vehículo de expresión de ideas y una forma de ver el mundo, es un documento de carácter testimonial con valor más o menos autobiográfico —aunque no sea propiamente una autobiografía— que puede compararse a otros documentos de ese mismo carácter como diarios, cartas o escritos propiamente autobiográficos, y permite la reconstrucción de una trayectoria vital. (2011: 78)

Recordemos que Hesse escribe esta novela durante las primeras décadas del siglo XX, mientras se encuentra atravesando una profunda crisis espiritual en la que llega a considerar seriamente, al igual que su personaje, la posibilidad del suicidio. Según su biógrafo y amigo Hugo Ball, esta crisis tuvo su origen en distintos acontecimientos: una grave enfermedad que casi se lleva la vida de su hijo Martin; la muerte de su padre, Johannes Hesse; los importantes desórdenes psicológicos en los que se encuentra sumida su esposa durante ese periodo y, finalmente, los terribles acontecimientos que sacuden a Europa durante la Primera Guerra Mundial producida entre 1914 y 1918.

En suma, todos estos sucesos llevan a Hesse a atravesar una grave depresión, por lo que comienza un tratamiento psicológico con el doctor Joseph Bernhard Lang. Este reconocido psicoanalista se había instruido con Carl Gustav Jung, uno de los principales exponentes durante la etapa temprana del psicoanálisis, y colega durante un buen tiempo del propio Freud, el padre del psicoanálisis. Para entonces, Hesse era ya un gran seguidor de las postulaciones de Jung y su influencia es fácilmente rastreable en el registro psicológico que adopta, por momentos, este tratado.

Es en esta sección donde más se desarrolla y explica la dualidad que caracteriza la personalidad de Harry, quien cree que en su interior coexisten dos seres, un hombre y un lobo que están en batalla constante. Esta división responde a la influencia que tuvo el pensamiento del filósofo Friedrich Nietzsche en la producción literaria del autor; en este caso, en relación con la conceptualización que el filósofo realiza sobre las figuras mitológicas de los dioses griegos Apolo y Dionisio. Para el filósofo, Apolo es el representante de lo ideal, perfecto y racional, mientras que Dionisio se vincula a lo terrenal, la sensualidad, el desenfreno y el éxtasis. En el caso de Harry, lo dionisíaco se asocia a la parte ‘lobuna’ del personaje, mientras que lo apolíneo se vincula a su aspecto ‘humano’.

Cabe mencionar que estos dos seres no se encuentran en igualdad de condiciones en su interior, ya que, mientras que Harry acepta al hombre, al lobo estepario intenta reprimirlo constantemente. Esto aparece como una consecuencia de la crianza religiosa que tuvo Harry de niño, del hecho de "que sus educadores hubiesen tratado de matar en él a la bestia y precisamente por eso hubieran hecho arraigar en su imaginación la idea de que, en efecto, era realmente una bestia, cubierta sólo de una tenue funda de educación y sentido humano" (I).

Es así que las características que dominan en Harry, al principio, son las de la racionalidad, la búsqueda de la perfección y la belleza ideal a través de la música y el arte; además de ser un sujeto que rechaza toda forma de placer y de ocio. A partir de las próximas secciones, sin embargo, esta relación comenzará a invertirse.

A su vez, pronto el “Tractat” explica que esta división se trata, en realidad, de una simplificación. Primero, porque si bien es cierto que Harry reconoce en su interior elementos instintivos y espirituales en pugna y, para comprenderlos, los ubica dentro de los polos de lo humano y lo lobuno, lo cierto es que la identidad no es “un producto firme y duradero”, sino “más bien un ensayo y una transición” (XXXIII). Pero además, porque “Harry no está compuesto de dos seres, sino de cientos, de millares” (XXVII). En este punto -y como bien desarrollamos en el tema “La identidad”-, la crisis que se encuentra atravesando Harry responde, en realidad, una crisis propia de fin de siglo XIX, cuando el psicoanálisis postula la posibilidad de que no seamos seres únicos e idénticos a nosotros mismos sino, por el contrario, seres contradictorios, múltiples y fragmentarios.