"Fiesta en el jardín" y otros cuentos

"Fiesta en el jardín" y otros cuentos Resumen y Análisis "Felicidad"

Resumen

Berta Young tenía días como este, en los que desearía correr en lugar de caminar; obedecer al fuego que resplandece dentro de sí, a la explosión de felicidad. No sabe a qué se debe, pero tampoco entiende por qué no puede saltar y decir a todos lo feliz que es sin parecer trastornada. La civilización es una estupidez.

Berta entra a su casa y todo lo que observa le resulta fascinante, como el color de las frutas, el modo en que las fuentes parecen flotar en el aire. Luego sube a la habitación de la niña y consigue que la niñera, después de ofrecer resistencia y mala cara por ver interrumpida su tarea, le deje darle de comer a su propia hija. Berta le dice a su niña cuánto la adora y pasa un rato con ella hasta que suena el teléfono. Es Harry, el marido de Berta, anunciando que se le ha hecho tarde, pero que llegará pronto. Ella siente deseos de decirle cuán estupenda es la vida, pero se resiste.

Tienen invitados a cenar esa misma noche: los Knight, una pareja “muy bien avenida”; Eddie Warren, un joven poeta a quien últimamente todo el mundo invita a cenar; Perla Fulton, un “hallazgo” de Berta. Esta ignora a qué se dedica la señorita Fulton, pero la encuentra muy especial. Le produce entusiasmo, como siempre se lo producen las mujeres hermosas que tienen algo extraño y misterioso. Harry, en cambio, encuentra a Perla insulsa y algo boba.

Las ventanas del salón se abren a un balcón sobre el jardín. Desde allí se aprecia un maravilloso peral totalmente en flor. Berta lo observa y susurra para sí: “soy feliz”. Siente que lo tiene todo: es joven, Harry y ella se quieren más que nunca y se llevan muy bien; tienen una hija hermosa, una casa hermosa y amigos modernos e interesantes.

Berta se viste y pronto llegan los amigos. Los Knight conversan sobre una comedia de Warren que estrenará en el teatro que ellos tienen. La señorita Fulton llega. Evidentemente, Berta siente respecto a ella una conexión particular, como si su fuego de felicidad se avivara cuando establecen contacto.

En el transcurso de la noche Berta conserva en sí ese fulgor interno. Quisiera decirles a sus invitados cuánto gusta de que ellos estén ahí. Todos conversan entre sí, y ella sigue sintiendo una inclinación particular por Perla. Berta parece confimar esa conexión cuando aquella pregunta si en la casa hay jardín. Ambas mujeres van a la ventana y contemplan el maravilloso peral. Berta siente cómo comparten la felicidad, y no sabe si aquella situación dura una eternidad o apenas un momento.

Poco después, mientras todos conversan, Berta ve que Harry les ofrece cigarrillos a los invitados y, cuando llega a Perla, lo hace con cierta brusquedad. Entiende entonces que a su marido no solo no le agrada la señorita Fulton, sino que además le molesta. Al parecer, Perla lo nota, ya que responde como si algo la hubiera ofendido. Berta decide que, cuando todos se hayan ido, le explicará a su marido lo genial que es Perla y él comprenderá. Al pensar esto se imagina a solas con Harry y es atravesada por un profundo deseo. Se da cuenta de que desea fervorosamente a su marido, quizás por primera vez en su vida.

Los Knight empiezan a retirarse y Perla les ofrece compartir un taxi. Berta está por acompañarla a la puerta pero Harry se adelanta. Berta comprende en el gesto de su marido un arrepentimiento por haber sido grosero con su amiga. En simultáneo, Eddie Warren conversa con Berta; quiere mostrarle un poema.

En un momento, Berta se da vuelta y ve a Harry acariciándole los hombros a Perla. Le susurra: “te adoro”. Perla lo mira y ambos quedan en encontrarse al día siguiente. Berta vuelve a hablar con el poeta, hasta que se acerca Perla para saludarla. Se despiden y Perla dice, casi en un murmullo: “su maravilloso peral”. Luego se va. Harry actúa con sorprendente serenidad y cierra las puertas. Berta corre a la ventana y se queda mirando su peral y sus maravillosas flores.

Análisis

En su original, en idioma inglés, el título de este cuento es “Bliss”, cuyo significado no se trasluce exactamente con el término español felicidad. A diferencia de este último, quizás más relacionado con un ente racionalizado o una conclusión de estatuto general, “bliss” denomina más bien una sensación particular, tan fugaz como arrolladora, como un viento fuerte y cálido que atraviesa un cuerpo. Es esa la acepción que debe tenerse en cuenta, también, a lo largo del cuento. Cuando el narrador intenta describir lo que siente, ese día, Berta Young, dice que esta camina “como si de repente se hubiese tragado un reluciente trozo del sol crepuscular y este le abrasara el pecho, lanzando una lluvia de chispas por todo su cuerpo” (p.200). Este símil, como los otros que utiliza la voz narrativa para nombrar esa misma sensación, recurre a la imagen del fuego, de las chispas y brasas que incendian por dentro a la protagonista. Las imágenes utilizadas para nombrar esta sensación son importantes en la medida en que enfatizan una cuestión física: Berta siente deseos de correr, de gritar, e incluso, hacia el final de la velada, es atravesada por un fuerte deseo carnal: “Por primera vez en su vida, Berta Young deseaba a su marido” (p.213).

En relación a esto último, el narrador apunta que esa clase de deseo no era usual en la protagonista, que “antes sí, le quería… estaba enamorada de él, pero de otra forma muy distinta” (p.213). La narración ilustra brevemente el modo en Berta vive y piensa su matrimonio: "Había comprendido que él era diferente, lo habían discutido muchas veces. Al principio, a ella le había preocupado mucho descubrir que era tan fría; pero al cabo de algún tiempo pareció que aquello no tenía la menor importancia. Se trataban con entera confianza, eran muy buenos compañeros y, a su entender, esto era lo mejor de los matrimonios modernos" (p.213). Por un lado, el deseo o la ausencia de este continúa metaforizándose mediante imágenes que aluden a la temperatura. La “frialdad” de Berta en relación a la sexualidad se contrapone al fuego, al ardor: “ahora lo deseaba, ¡ardientemente, ardientemente! Sentía esta sola palabra dolorosamente en su cuerpo abrasado” (p.213). Por el otro, la narración retrata un tópico común en la literatura de Mansfield, que es el de la comunicación, particularmente al interior del vínculo amoroso. El vínculo, en este cuento, aparece problematizado, así como la comunicación entre marido y mujer. Y dicha problematización se manifiesta gracias a la técnica narrativa. La narración en tercera persona focaliza únicamente en la protagonista y, por lo tanto, la relación de pareja nos es descrita de un modo unilateral, ya que solo accedemos a ella del modo en que Berta lo ve y experimenta. Berta no ve un problema en su relación con su marido; de hecho considera que su relación es franca y honesta. El desenlace del cuento nos ofrece otra realidad: Harry esconde secretos, pero sabe actuar con extraordinaria naturalidad, de modo que su mujer no sospecha nada.

A lo largo del relato, Harry simula desprecio e indiferencia por la mujer con quien mantiene un romance. Por ejemplo, cuando Perla aún no ha llegado, Berta anuncia que pronto lo hará, en un taxi, porque “es una mujer que vive en los taxis” (p.208). Inmediatamente, el matrimonio mantiene el siguiente diálogo:

-Engordará demasiado si tiene esta costumbre -repuso Harry tranquilamente, tocando el gong para la cena-. Y eso es un terrible peligro para las rubias.

-Harry, por favor -le suplicó Berta riendo.

Esperaron todavía un momento, hablando y riéndose como si tal cosa, pero quizá con demasiada naturalidad.

(p.208)

Si bien resulta un detalle prácticamente indistinguible para el lector que no conoce el final del relato, la demasiada naturalidad que postula el narrador puede tomarse como un indicio de la resolución del cuento: uno de los personajes no dice la verdad, sino que intenta simular que lo hace, y esto se evidencia en la excesiva naturalidad de esa representación. Una vez que se evidencia la relación secreta entre Harry y Perla, aparece una marca similar a la anterior, aunque en este caso enfatiza una realidad ya revelada. Cuando los invitados se retiran, Berta observa a su marido: “-Bueno, cerremos la tienda- dijo Harry extraordinariamente frío y sereno” (p.215). La actuación de Harry, en este caso, sorprende a Berta, que ahora conoce su secreto. En ese instante, el lector (al igual que la protagonista, es lícito suponer) percibe un efecto sorpresivo: todas las apreciaciones anteriores de Berta sobre la indiferencia y disgusto que supuestamente su marido sentía en relación a Perla se evidencian equivocadas. Y esas apreciaciones han sido esparcidas en el relato de una manera estratégica, en la medida en que parecían confundirse con la realidad objetiva. Las acciones de los personajes se ofrecían en verdad atravesadas por la interioridad de Berta, y a los comportamientos de Harry le seguían interpretaciones de la protagonista, de modo que resultaban indesligables unos de otras.

Por ejemplo, cuando Harry le ofrece los cigarrillos a Perla, no solo se dice que este habla con frialdad, sino que “Berta comprendió entonces que la señorita Fulton no solo no le gustaba a Harry, sino que le molestaba. Y comprendió también, por el modo en que la señorita Fulton le contestó, que no deseaba fumar, que percibía esta antipatía y que le ofendía” (p.212). Algo similar sucede cuando Harry se ofrece a acompañar a Perla a la puerta. El narrador indica la reflexión inmediata de la protagonista: “Berta comprendió que su esposo se arrepentía de su poca amabilidad, y dejó que fuera él” (p.214). En ambos casos, el narrador recurre al verbo “comprender”, lo cual de por sí hace suponer que lo que la protagonista percibe es real. Esta estrategia narrativa funciona para producir un efecto sorpresa en el desenlace, cuando se descubre que lo que la protagonista suponía era totalmente diferente a la realidad. El tema de la realidad y la ilusión es recurrente en la obra de Mansfield, y en este caso se encarna en una protagonista que concibe su relación matrimonial a través de una ilusión, hasta que un evento de la realidad hace caer el velo.

Mediante la estrategia narrativa antes desarrollada, Mansfield logra plasmar un tema recurrente a lo largo de su obra literaria: la comunicación, o, mejor, las dificultades en la comunicación entre seres humanos. Berta no solo no sospecha que su marido esté manteniendo relaciones extramatrimoniales, sino que además lee sus comportamientos de manera equivocada, tomando sus comentarios falsos como verdaderos. Este factor de la comunicación, de la comprensión o no comprensión del otro, es relevante en el relato: es también lo que define la atracción que Berta siente por Perla Fulton: “Lo que más le atraía de la joven era que, a pesar de haberse visto y hablado muchas veces, aún no la comprendía. Hasta cierto punto, encontraba a la señorita Fulton extraordinariamente franca; pero había en ella esa línea divisoria imposible de trasponer” (p.204). De la misma manera en que Berta no logra comprender del todo el por qué de la sensación que le recorre el cuerpo (”¡Oh! ¿Por qué sentía tanta ternura esta noche hacia el mundo entero!”, p.210), lo que más le fascina de la señorita Fulton es esa particularidad en ella, algo indistinguible, que no puede comprender del todo. Sin embargo, en cuanto avanza la velada se dan instancias en que Berta parece confirmar que Fulton siente algo parecido a ella: “de repente Berta sintió como si se hubiera cruzado entre las dos la más íntima mirada y se hubiesen dicho la una a la otra: «¿Tú también…?»” (p.209). Esta conexión entre ambas parece confirmarse por el modo en que comparten la fascinación por un elemento particular: el peral en flor que se halla en el jardín de Berta. Ese peral es, en este cuento, el símbolo más específico de la sensación que atraviesa a Berta. Las reflexiones de la protagonista acerca de la felicidad se dan mientras observa el árbol, en el que también se condensa el momento de mayor intimidad o conexión entre Berta y Perla: "Y las dos mujeres contemplaron juntas el esbelto árbol en flor. Lo vieron como la llama de una vela que se alargaba en punta, temblando en el aire tranquilo. Y mientras lo miraban les pareció que crecía más y más, casi hasta tocar el borde de la luna plateada" (p.211). Las imágenes empleadas para describir al peral coinciden con el campo léxico del fuego con el cual se ilustraba la felicidad que atraviesa a la protagonista al principio del relato.

A la identificación entre Berta y el peral, símbolo de su felicidad, y la de Berta y Perla, objeto de la fascinación de aquella, se suma una identificación entre Perla y el peral, cerrando así un triángulo simbólico. Por un lado, las palabras “perla” y “peral” constituyen en español un anagrama, y poseen también en inglés una sonoridad similar. Pero la identificación se da también por medio de lo visual. Los reflejos plateados del peral son del mismo color que la vestimenta de Perla (“vestido de tisú de plata y una cinta también de plata”, p.208) y la asociación se explicita en la interioridad de Berta, mientras piensa en su felicidad: “Y constantemente, en lo profundo de su pensamiento, tenía la imagen del peral. Ahora debía ser todo de plata bajo la luz de la luna (...); plateado como la señorita Fulton” (p.210). Mediante este triángulo de identificaciones (Berta, Perla, el peral), el relato construye una relación de intimidad poderosa entre ambas mujeres, sin necesidad de que dicho vínculo se encuentre mediado por el diálogo: "¿Cuánto tiempo estuvieron así? Fue como si ambas hubieran sido aprisionadas por aquel círculo de luz sobrenatural; como si fueran dos seres de otro planeta que, perfectamente compenetrados, se preguntasen lo que estaban haciendo en este mundo, yendo como iban cargadas con aquel tesoro de felicidad que ardía en sus pechos y caía hecho flores de plata de su cabeza y de sus manos" (p.211). La escena es silenciosa: las mujeres se encuentran observando el peral y, sin embargo, parece construirse allí el vínculo más verdadero del cuento. De alguna manera, esto constituye una clave de lectura en relación al tema de la comunicación: la conexión que Berta y Harry mantienen por medio del lenguaje se evidencia falsa, deshonesta, mientras que este estrecho vínculo pareciera darse sin necesidad de ser manifestado en palabras, uniendo a las dos mujeres en una misma fascinación, un mismo sentimiento de belleza que las envuelve en una atmósfera separada del mundo.

Es esta conexión íntima, particular, entre ambas mujeres, la que impide que la sustancia del relato se clausure en un mero desengaño amoroso. Aunque al final del cuento Berta observe que entre Perla y Harry hay una relación amorosa, esto no quiebra por completo la ilusión sentida por la protagonista a lo largo del relato: la conexión entre las mujeres no es menos real por el hecho de que Perla y Harry mantengan una relación. Justo antes de irse, Perla se acerca a saludar a Berta:

-Adiós -dijo Berta.

La señorita Fulton le estrechó un poco más la mano.

-¡Su hermoso peral..! -murmuró.

(p.215)

De algún modo, el final del cuento parece evidenciar una superación en relación al final de la trama: lo que experimenta la protagonista no se clausura con el desenlace, es decir, con esa parte de la realidad que se revela ante ella cuando ve a su marido con Perla. Luego del comentario frío y sereno de Harry, Berta corre hacia la ventana, repitiendo para sí la frase última de Perla. El narrador describe lo que Berta ve: "Y el peral, alto y esbelto, cargado de flores, seguía inmóvil como la llama de una vela que alargándose estuviera casi a punto de tocar el borde plateado de la luna" (p.215). Esta frase plantea la supervivencia de una emoción. La protagonista, incluso luego del golpe de realidad reciente, sigue encontrando la misma belleza en ese árbol que simbolizaba para ella la felicidad, y que la conecta con Perla. En las palabras que elige el narrador en su descripción se trasluce la sensación de una conexión que no se ha roto. El peral “seguía inmóvil”, es decir, conserva su ser, al igual que la llama al interior de la protagonista. El peral se mantiene, cargado de todas sus flores: nada sustancial se ha perdido. Al interior de Berta, la llama sigue intacta, al igual que el sentimiento profundo y verdadero que la ha conectado a Perla esa noche.

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