Resumen
Una niña oscura
La Muerte explica cómo Liesel Meminger roba su segundo libro, El hombre que se encogía de hombros, el 20 de abril de 1940, el día del cumpleaños de Hitler. Lo rescata de una de las habituales quema de libros que organiza el nazismo, lo cual genera orgullo en Liesel. La Muerte señala que la Alemania nazi se construyó especialmente sobre la base de la quema de sinagogas, casas, Reichstags y libros.
El placer de los cigarrillos
A finales de 1939, y a pesar de tener todavía pesadillas sobre su hermano muerto, Liesel se ha adaptado a la vida en Molching. Adora a sus padres adoptivos, Hans y Rosa, su mejor amigo es Rudy Steiner, y su lectura y escritura están mejorando. En diciembre, Hans termina de leerle a Liesel el Manual del sepulturero.
En Navidad, los hijos adultos de los Hubermann, Hans hijo y Trudy, los visitan, y Liesel, que no esperaba recibir nada debido a la falta de dinero de su familia, recibe dos libros: El perro Fausto y El faro, este último escrito por una mujer. Hans trocó los cigarrillos liados por ellos para conseguirlos.
La trotacalles
Rosa pierde un cliente de la lavandería porque la guerra le ha obligado a recortar gastos. Desde entonces, Rosa obliga a Liesel a recoger y entregar la ropa, pensando que los clientes podrían compadecerse de Liesel. Una de las clientas, la esposa del alcalde, frau Hermann, nunca habla.
En la escuela, la maestra encomienda a Liesel y sus compañeros la tarea de redactar una carta para un amigo. Liesel decide, en cambio, escribir una a su madre biológica, y le pregunta a su padre si puede hacerlo. Hans se muestra poco convencido, como si quisiera ocultarle algo, pero sugiere que se la envíe a frau Heinrich, la del centro de acogida, para que ella intente entregársela a su madre. Más tarde, Liesel escucha a Hans y a Rosa hablando en voz baja sobre su madre, y Rosa, compungida, dice que sería mejor que Liesel la olvidara, pues nadie sabe dónde está ni qué le habrán hecho.
Correo sin dueño
La Muerte introduce una escena prospectiva, de septiembre de 1943. En el sótano, una Liesel de catorce años y esquelética escribe en un libro de tapa oscura. Hans, al que acaban de sacarle un yeso, le confiesa que estuvo a punto de responder la carta y firmar con el nombre de su madre, pero no se atrevió.
Durante enero y febrero de 1940, Liesel chequea diariamente el correo, pero no recibe respuesta de su madre. Liesel le escribe varias cartas más, pero no las envía. Entretanto, Rosa pierde otro cliente. El día de su cumpleaños, Liesel no recibe ningún regalo, porque no hay dinero. Ella decide entonces tomar una pequeña porción del dinero del lavado y planchado para enviar las cartas a su madre. Cuando Liesel admite haber robado el dinero, Rosa empieza a golpearla, pero luego se detiene y se disculpa cuando Liesel confiesa que con el dinero envió sus cartas. Entonces Liesel cae en la cuenta de que no volverá a ver a su madre y se queda en el suelo de la cocina, sin poder moverse, y derrama una única lágrima amarilla.
El cumpleaños de Hitler, 1940
Liesel no pierde la esperanza de recibir una carta de su madre, aún después de que frau Heinrich les explique a los Hubermann que ha perdido todo contacto con aquella.
Entretanto, para celebrar el cumpleaños de Hitler, se prepara un desfile y una hoguera de libros en Molching. Para la quema, se recoge propaganda, libros prohibidos y censurados, y material escrito de la época entre la Primera Guerra Mundial y el ascenso de los nazis. Cada casa pone una bandera, y los Hubermann entran en pánico cuando por un momento no encuentran la suya. Llegan los hijos de los Hubermann, Hans hijo y Trudy. Trudy es una criada en la zona pudiente de Múnich, y Hans hijo es un soldado y un nazi fanático. Hans padre no es nazi, y ha desperdiciado su oportunidad de entrar en el Partido Nazi por haber cubierto con pintura los escritos antisemitas en las tiendas judías. Padre e hijo discuten ferozmente; Hans hijo acusa a su padre de ser desleal a Alemania, y le pregunta por qué Liesel no está leyendo el libro Mein Kampf de Hitler. Hans hijo acusa a su padre de cobarde por quedarse de brazos cruzados mientras la nación limpia la porquería y florece, y se va de la casa, enojado. La Muerte entonces anticipa con amargura que el destino de Hans hijo no será bueno, pues acabará en la batalla de Stalingrado; y en Stalingrado, dice la Muerte, durante 1942 y comienzos de 1943, ella estará muy ocupada llevando las almas de muchísimos soldados muertos.
Cien por cien puro sudor alemán
Las divisiones de las Juventudes Hitlerianas marchan en la quema de libros y luego se dispersan. Unos carros transportan el material prohibido y son vaciados en la plaza del pueblo, donde se los rocía con combustible para la quema. A pesar de su propio amor por los libros, Liesel se emociona ante la perspectiva del fuego. Un hombre sobre un estrado da un violento discurso celebrando la acción alemana contra sus enemigos, los judíos y los comunistas, a quienes considera una plaga inmoral. Liesel establece entonces la conexión entre el nazismo y el destino de su familia, ya que su padre era comunista. Mientras la multitud grita "¡Heil Hitler!" y los libros son incendiados, Liesel siente náuseas e intenta escapar. La Muerte añade que, a pesar del alboroto, nadie murió ese día, pero agrega que no podemos olvidar a los cuarenta millones de personas ella recogió cuando todo esto acabó.
Liesel se encuentra con Ludwig Schmeikl, que ha sido herido entre la multitud. Ella lo arrastra hasta las escaleras de la iglesia y luego se disculpa por haberlo golpeado.
A las puertas del hurto
Hans se encuentra con Liesel en las escaleras de la iglesia y ella le pregunta si su madre es comunista. Hans miente y dice que no lo sabe. Liesel le pregunta si Hitler se llevó a su madre, y Hans, ante la imposibilidad de mentir, dice que sí. Liesel dice que odia a Hitler, y Hans, preocupado por qué hacer, la abofetea en la cara y le ordena que no vuelva a decir eso. Le dice que en su casa puede decir lo que quiera, pero jamás en la calle ni en el colegio. Por último, la obliga a hacer un correcto saludo nazi y a decir "Heil Hitler".
El libro de fuego
Hans se encuentra con un amigo, Wolfang Edel, el carpintero que construyó el estrado sobre el que habló el representante nazi. Hans admite que no está consiguiendo mucho trabajo como pintor porque no es miembro del Partido Nazi, ya que cometió un error. Liesel aprovecha para acercarse al montón humeante de la quema de libros mientras unos hombres trabajan llevándose las cenizas. Ve tres libros que permanecen casi intactos y roba uno azul, titulado El hombre que se encogía de hombros. Secretamente, se lo guarda debajo de la camisa, a pesar de que todavía está caliente. Aunque los hombres la ignoran, Liesel se da cuenta de que una persona la vio robar el libro: la esposa del alcalde, frau Hermann.
Hans y Liesel comienzan a caminar hacia su casa mientras sale humo del cuello de Liesel, proveniente del libro que recogió.
Análisis
Liesel se siente conmocionada al darse cuenta de que Hitler es responsable de la muerte y la desaparición de su familia, pero Hans la obliga a saludar públicamente al Führer, temiendo lo que sucedería si otros la oyeran decir que odia a Hitler. La necesidad de enseñarle a Liesel el verdadero peligro que corren se hace evidente cuando Hans golpea a Liesel, aún contra su voluntad, para impedir que ella vuelva a hablar mal de Hitler: “En casa puedes decir lo que quieras (...) pero no en la calle, ni en el colegio, ni en la BDM, ¡ahí, nunca! ¿Me has oído?” (118). Así, se irán construyendo en la novela una serie de oposiciones entre lo que los personajes creen y sienten puertas adentro, y lo que deben aparentar en el exterior.
La quema de libros que orquesta el Partido Nazi es uno de los tantos actos cívicos con los que el nazismo hará propaganda de su ideología. Esa es la manera macabra y antidemocrática en que los nazis festejan el cumpleaños de su líder: a través de la censura y la violencia. Resulta muy significativo que se trate de una quema de libros, pues se evidencia así que el nazismo no solo proponía una transformación social, sino también una necesariamente cultural. Asimismo, la urgencia de los nazis por hacer desaparecer esos libros concebidos como peligrosos pone de manifiesto la importancia de los libros y de las palabras en la vida de las personas; si los libros no fueran tan relevantes, no serían una amenaza para el régimen nazi. Además, durante el acto que tiene lugar ese día, el orador nazi esboza con orgullo los ideales del nazismo: el impulso de acabar con un supuesto enemigo, “la plaga que se había extendido por Alemania durante estos últimos veinte años (...). ¡Los inmorales! ¡Los Kommunisten! Die Juden! ¡Los judíos!” (112).
Este discurso conmociona fuertemente a Liesel. Sin embargo, el modo de retribución de Liesel no es violento. Su primera acción al darse cuenta de lo que ha hecho es hacer las paces con Ludwig, el compañero de clase al que antes había atacado salvajemente. Encuentra al niño, que fue herido durante los disturbios del acto, y no solo lo rescata, sino que también le pide disculpas por haberlo atacado. Su respuesta inmediata al odio del orador nazi es de amistad, lo cual representa un importante y valiente acto de resistencia.
Luego de la advertencia de Hans, que le impide admitir sus verdaderos sentimientos, Liesel comete su primer acto de desafío contra los nazis robando un libro prohibido en público, durante la quema de libros. En ese robo, la motivación de Liesel para leer y robar libros se transforma: pasa de la tristeza por la muerte de su hermano a la rebelión y la venganza contra Hitler.
Por su parte, el carácter de Hans se vuelve más complejo cuando se revela que no es miembro del Partido Nazi, ya que su solicitud fue rechazada debido a su voluntad de pintar casas judías y cubrir grafitis contra los judíos. Como resultado, el negocio de Hans se ve afectado a pesar de su talento, su posición en la comunidad se ve amenazada a pesar de su afabilidad, y la relación con su hijo se arruina también, a pesar de su anterior cercanía. Hans hijo está totalmente sumido en la doctrina nazi y habla en términos metafóricos de la necesidad de restaurar la grandeza de Alemania eliminando a los indeseables sociales –sin saberlo, esto incluiría a Liesel–. Se rebela contra su padre y dice que Hans forma parte de una "Alemania vieja y decrépita" (105), que perdió la Primera Guerra Mundial, y que supuestamente ahora está siendo reconstruida y vengada por los nazis: una nación que “limpia la porquería y florece” (107). Así, la novela vuelve evidente, una vez más, el trato peyorativo y denigrante que reciben los judíos y otras minorías durante el nazismo: no solo son animalizados al ser comparados con una plaga, sino que también se los asocia a la basura. Además, irónicamente, Hans hijo llama a su padre "cobarde" por oponerse en privado a Hitler y a la ideologíá nazi, pero la voluntad de Hans de ayudar a los judíos es mucho más desafiante y valiente que apoyar a Hitler. El significado de la cobardía y la cuestión de si Hans es o no un cobarde es una cuestión moral que se repite a lo largo del resto de la novela.