La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica

La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica La sociedad de masas

En sus orígenes, el término “masa” tenía un carácter despectivo. Apareció en el periodo previo a la Revolución Francesa. La elite política comenzaba a preocuparse por la “masa”, ese conjunto de personas que se caracterizaba por no formar parte de la esfera política ni de la iglesia; un conjunto de personas que carecía de derechos y privilegios. El término “masa” hacía referencia a la idea de que todas estas personas eran iguales entre sí y estaban unidas como una masa de harina.

En 1789, con la llegada de la Revolución Francesa, se declaran los Derechos del Hombre y del Ciudadano. En dicha declaración, se abole el feudalismo, los diezmos y los privilegios señoriales, reconociendo la igualdad de todas las personas.

Sin embargo, aunque se le otorga igualdad de derecho a la masa, sus condiciones económicas no se modifican. La masa sigue siendo mayoritariamente pobre. Será la Revolución Industrial, que comienza a mitad del siglo XVIII y se extiende hasta la segunda década del siglo XIX, la que inserte a la masa dentro del creciente sistema capitalista. La Revolución Industrial posibilita que la masa, en lugar de trabajar para los grandes señores feudales, comience a trabajar en las fábricas, para los capitalistas que poseen los medios de producción.

Pese a que sus condiciones laborales son muy malas (enorme cantidad de horas de trabajo por un salario mínimo), la Revolución Industrial permite que cierta parte de la masa, lentamente, vaya transformando su status económico. Así comienza a aparecer la clase media. La sociedad deja de estar dividida entre los privilegiados y aquellos que no tienen nada. Ahora hay una gran cantidad de personas que, sin gozar de enormes privilegios, tiene poder de adquisición.

La aparición de la clase media masiva transforma el modo de vida. Una enorme cantidad de personas se mudan a las grandes ciudades, en las que el capitalismo ha tenido mayor desarrollo. Londres, por ejemplo, tiene 700.000 habitantes en 1750 y más de 4.500.000 a finales del siglo XIX. A la vez, en estas grandes ciudades comienza a aparecer el estilo de vida burgués. La masa, por primera vez en su historia, puede ser consumidora. El mercado, dominado por los grandes capitalistas, comienza a enfocarse en ellas para sacar mayores beneficios. Medios de comunicación como los periódicos y las revistas apuntan a ser consumidos por este público masivo. Las actividades deportivas llenan estadios. El arte, también, busca su popularización: se crean los museos, se hacen enormes tiradas de libros que cuestan muy poco dinero, aparece el cine.

Por supuesto, la política también es afectada por el crecimiento de la sociedad masiva y su creciente influencia. Hacia finales del siglo XIX, casi todos los países europeos han avalado el sufragio universal. Aparece la democracia. La masa puede, entonces, elegir a sus representantes.

Sin embargo, junto a la aparición de la democracia, aparecen también dos fenómenos políticos muy importantes. Por un lado, en Rusia, en 1917, el proletariado derroca al zar Nicolás II. La Revolución Rusa lleva al poder la ideología comunista, que tiene en sus bases la idea de abolir la propiedad privada y que todos los habitantes tengan no solo los mismos derechos, sino también el mismo ingreso económico.

Por otro lado, en Europa occidental comienza a imponerse el fascismo. Como bien demuestra Benjamin en su ensayo, el fascismo encuentra el modo de organizar a las masas sin alterar las bases del sistema capitalista. Las grandes figuras dictatoriales se erigen como dioses para el público masivo. La guerra aparece como el modo de darles a las masas una meta.

En La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, Benjamin analiza la relación entre los nuevos modos de producción en el arte con estas dos fuerzas políticas opuestas, el comunismo y el fascismo, ligadas profundamente al crecimiento de la sociedad de masas.

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