La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica examina el cambio fundamental que se produce en el mundo del arte con la llegada del siglo XX y las nuevas técnicas de reproducción, fundamentalmente el cine y la fotografía.
Benjamin postula que el valor de las obras de arte en el pasado se centraba en su unicidad. La Mona Lisa o la Estatua de David podían ser reproducidas, pero no a un ritmo industrial que volviera dicha reproducción económicamente viable. Por lo tanto, el valor de toda obra estaba ligado al aura de su autenticidad. Con la llegada de la reproductibilidad técnica, el valor de las obras se desplazó del aura de su autenticidad a su valor como producto reproducible.
El argumento central de Benjamin en La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica es que la posibilidad de hacer reproducciones exactas de obras de arte, indistinguibles del original, ha generado un cambio ideológico en relación con el lugar que ocupa el arte en la sociedad. El valor del arte ya no reside en su culto a la singularidad, sino en su condición de exhibición.
La conclusión del autor es que dicha condición ha posibilitado un nuevo tipo de conexión entre el arte y la política; una conexión que se debe atender, ya que está teniendo un gran impacto en la coyuntura política europea. Por un lado, el fascismo ha aprovechado la reproductibilidad técnica para realizar propaganda masiva a través del arte y controlar a las poblaciones; por el otro, Benjamin postula que los alcances masivos de este nuevo tipo de producción del arte pueden ayudar a despertar la conciencia política de las masas, como lo hace el arte comunista, fundamentalmente en el cine.