En Madame Bovary, Flaubert dio vida a un personaje que moldea su identidad y su conducta en sociedad a partir de las lecturas de novelas románticas. Desde su infancia, Emma consume esos libros, que están principalmente destinados a las mujeres de la pequeña burguesía de la época de la que ella forma parte. Emma se nutre de esas lecturas y, fascinada por el universo retratado en ellas, comienza a imitar a esas mujeres, buscando plasmar en su mundo real aquel ilusorio que encontró en las novelas. Convencida de que quiere acceder a esa vida de pasiones y sentimentalismos, se casa con Carlos, esperando encontrar en su matrimonio la intensidad pasional que embargaba a las mujeres de sus lecturas. Del mismo modo, atraída por los lujos y la vida grandiosa de esas mujeres, imita la vida de las damas de la alta sociedad de París, en un intento por sentir la satisfacción que encontró en sus ficciones. Pero la realidad circundante no logra acercarse a ese ideal, y Emma queda atrapada en una insatisfacción constante, que le impide integrarse a lo real que acontece a su alrededor.
En 1892, a partir de su lectura de Madame Bovary, el filósofo francés Jules de Gaultier publica un estudio titulado El Bovarismo, la psicología en la obra de Flaubert en el que acuña el término "bovarismo". Gaultier lo define como la tendencia del ser humano "para concebirse otro del que es", forjándose una personalidad distinta. El término "bovarismo" dialogaba con otro término similar, surgido previamente, a partir de la famosa novela de Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha. El "quijotismo" designaba el efecto que las lecturas de las novelas de caballería tuvieron sobre Alonso Quijano, que lo llevaron a convertirse en un caballero, ávido de enfrentarse al tipo de aventuras que leyó en esas novelas. Pero el hidalgo don Quijote no solo se encuentra con una realidad muy distinta a la de sus deseos, sino que es burlado e incomprendido por la gente a su alrededor, que lo tilda de loco.
En efecto, Flaubert lee El Quijote en 1847 y cuando empieza a escribir Madame Bovary, en 1851, reconoce la influencia cervantina en su escritura. En última instancia, ambos términos, quijotismo y bovarismo, designan un estado en el cual los individuos echan mano de la imaginación y la fantasía para liberarse de las ataduras de una realidad que los condena y los limita. Emma, a través de las aventuras que le enseñan sus lecturas, busca evadirse de su realidad opresiva, de una sociedad que la obliga a plegarse a una serie de mandatos que existen sobre las mujeres. Ella se niega a contentarse con una vida aburrida, de esposa fiel y madre devota, y busca constantemente satisfacer su deseo. Sin embargo, ese deseo resulta inabordable, y la imposibilidad de discernir entre lo ideal y lo real posible, la conduce a un abismo que, finalmente, desemboca en su propia muerte.