“... poseía aquella maravillosa pasión que hasta entonces se mantuvo, como enorme pájaro rosado de plumaje, cerniéndose sobre el esplendor de los cielos líricos…” (59). (Símil)
Mediante este símil, el narrador compara la pasión desmedida de Emma con un pájaro rosado. Al remitir al pájaro, se da cuenta del enorme vuelo imaginativo que tiene esa pasión, capaz de motorizar conductas románticas y pasionales, como el adulterio. Asimismo, la idea del pájaro cerniéndose sobre los cielos líricos da cuenta de una persistencia y de un movimiento latente de esa pasión. En efecto, ella movilizará la vida de Emma con insistencia, y será la que la lleve a cometer las conductas irracionales e imprudentes (el adulterio y el endeudamiento) que la llevarán a la muerte.
“¿Cómo descubrir un malestar imperceptible, que cambia como las nubes y gira como el viento?” (63). (Símil)
En esta cita, el narrador describe el carácter oscilante y sensible del espíritu de Emma y lo compara con el clima. Así, del mismo modo en que las nubes cambian y en que el viento circula sin animosidad, el malestar anímico de Emma se presenta imprevisiblemente. Al comparar su humor con fenómenos tan naturales como los climatológicos, el narrador da cuenta de la falta de racionalidad en Emma y su sujeción total a los cambios arbitrarios de estado.
“... el aburrimiento - silenciosa araña - hilaba su tela bajo la sombra en todos los rincones de su corazón” (67). (Metáfora)
En este fragmento, el aburrimiento de Emma es metaforizado como el avance sigiloso de una araña, que teje su telaraña en los rincones, sin que nadie note el proceso; lo único que se percibe luego es la telaraña, esto es, el efecto final de ese tejido. Con esta metáfora el narrador representa el modo en que el aburrimiento de Emma avanza lenta y peligrosamente, anegando el corazón de la mujer. El proceso del tejido de ese aburrimiento quizás sea imperceptible, pero los efectos son fatales: la telaraña final es capaz de atrapar a cualquier presa, para que la araña la devore. Eso es lo que ocurre, metafóricamente, con Emma: su aburrimiento la lleva a exacerbar sus fantasías, y ellas son las que la llevan a ella y a su familia a la ruina y la muerte.
“¿No era él acaso el obstáculo para toda felicidad, la causa de toda miseria y como la opresora hebilla de aquel complejo cinturón que la oprimía por todos lados?” (142). (Metáfora)
En esta cita, se representa, con la metáfora del cinturón, la sensación de asfixia con la que Emma identifica a Carlos. Ella siente que su marido es la causa de su infelicidad, en la medida en que es quien obtura, con su inutilidad y su falta de sofisticación, la posibilidad de que ella tenga una vida grandiosa y romántica. La opresión que ella siente es como la de un cinturón que ejerce una fuerza asfixiante, cuya hebilla sería Carlos, esto es, el motor de esa opresión.
“Desde aquel instante su existencia fue un tejido de embustes, en el que, como en un velo, envolvía su amor para ocultarlo” (330). (Metáfora)
En esta metáfora, el narrador metaforiza la existencia de Emma como un tejido de embustes que envuelve sus amoríos como en un velo. Mediante esa metáfora, el narrador describe el modo en que la vida de Emma comienza a centrarse en recurrentes engaños a Carlos. En este punto, Emma está en pleno desarrollo de su amor con León y está dispuesta a todo. Esos engaños son cada vez más groseros e imprudentes, y son tantos que van armando ese metafórico tejido con el cual cubrir, "como en un velo", un secreto: el amor que ella siente por León. Asimismo, la idea de un tejido da cuenta del enredo que esos engaños terminan por armar, complicando la trama, e insinuando la idea de un desenlace trágico.
"De cuantas borrascas se desatan sobre el amor, ninguna lo enfría y desilusiona tanto como las peticiones pecuniarias" (373). (Metáfora)
En esta cita, el narrador construye una metáfora para describir los problemas y desencuentros que se dan en el amor, capaces de desgastar un vínculo amoroso. Representa esos problemas como borrascas, esto es, tempestades que pueden enfriar y estropear un amor. En este caso, el narrador está haciendo alusión al quiebre definitivo que se da en esta escena entre Emma y Rodolfo. Ella ha acudido a él para pedirle dinero para salvarse del embargo, y Rodolfo se lo niega. El narrador identifica aquí que las exigencias económicas - "peticiones pecuniarias" - son las que más suelen perjudicar a un amor.