Siddhartha

Siddhartha Resumen y Análisis Segunda parte, Capítulos 5-6

Resumen

Capítulo 5: Kamala

Siddhartha descubre la belleza en el mundo de lo visible. Disfruta observando las estrellas, las flores, los arroyos y todo lo que le ofrece el mundo. También desea encontrar su propio Yo. Sabe que no puede lograrlo a través de los sentidos ni del pensamiento, y considera que la clave es escuchar su voz interior.

Una noche, Siddhartha duerme en la cabaña de un barquero junto al río y sueña con una mujer, quien le ofrece beber leche de sus senos. Él lo hace y se siente embriagado; le parece descubrir en ese sabor todos los frutos y placeres del mundo.

Al despertar, Siddhartha le pide al barquero que lo cruce a la otra orilla. Comenta que el río le parece hermoso, y el barquero afirma que se puede aprender del río si se lo escucha, y que él suele hacerlo. Siddhartha le explica que no tiene dinero para pagarle por su servicio y el barquero señala que le regalará algo en otra oportunidad, ya que, como le enseñó el río, todo regresa. Ambos se despiden y Siddhartha piensa que el barquero es muy parecido a su amigo Govinda en sus actitudes.

En su camino hacia la gran ciudad, Siddhartha se encuentra con una mujer que está lavando ropa en un arroyo. Después de coquetear, Siddhartha recuerda su sueño y besa uno de los senos de la joven. Ambos sienten deseos sexuales, pero Siddhartha escucha que su voz interior le dice que se retire, y continúa su camino.

Al llegar a la ciudad, Siddhartha ve pasar un cortejo de sirvientes que trasladan en un palanquín a una bella cortesana llamada Kamala. Siddhartha y ella intercambian miradas. Él se propone entrar a sus jardines para conocerla y se corta la barba y el pelo para presentarse ante ella.

Siddhartha logra reunirse con la mujer al día siguiente y le pide que lo instruya en las artes amatorias. Kamala le contesta que, para poder visitarla, tiene que vestirse elegantemente, usar buenos zapatos, tener mucho dinero y hacerle regalos. Siddhartha le pregunta dónde puede conseguir estas tres cosas (ropa, calzado y dinero) y ella le pregunta, a su vez, qué habilidades posee. Siddhartha contesta que sabe meditar, esperar y ayunar. Luego agrega que también sabe componer poesía y le recita un poema. Tras una breve conversación, Kamala advierte que, además, Siddhartha sabe leer y escribir, habilidades poco frecuentes entre la mayoría de las personas que ella conoce. La cortesana tiene visitas y ambos se despiden. Acuerdan reunirse nuevamente el próximo día y ella le obsequia una túnica blanca.

Al día siguiente, Kamala le explica a Siddhartha que lo espera Kamaswami, el comerciante más rico de la ciudad, con quien él podrá trabajar, si le cae en gracia. Además, la cortesana le brinda algunos consejos para que la reunión con el comerciante resulte favorable.

Capítulo 6: Con los hombres niños

Siddhartha se presenta en la mansión del mercader Kamaswami y ambos conversan. El primero se muestra amable, pero no demasiado modesto, tal como le había aconsejado Kamala. El mercader prueba la capacidad de lectura y escritura de Siddhartha y lo invita a quedarse en su casa.

Siddhartha se instala allí y aprende sobre los negocios de Kamaswami. Realiza muy bien su trabajo, aunque interiormente lo toma como un juego y no se involucra con pasión en la actividad. Una vez por día visita a Kamala, quien lo instruye en las artes amatorias. Esto es mucho más significativo para él que los negocios de Kamaswami.

El mercader intenta que Siddhartha se involucre más en sus negocios y, para eso, lo hace partícipe en ellos con un porcentaje alto, tanto de las ganancias como de las pérdidas. Sin embargo, Siddhartha continúa indiferente. Su buen estado ánimo tampoco cambia cuando los resultados de los negocios son adversos.

A pesar de vivir con muchas comodidades, excelentes vestimentas y dinero, Siddhartha siente que su antigua condición de samana sigue separándolo del resto del mundo. No puede sentir el apego a la vida que observa en los demás. Este apego le resulta muy valioso y, a la vez, despreciable.

Con el paso del tiempo, las actividades comerciales comienzan a ocupar más seriamente los pensamientos de Siddhartha. De vez en cuando, siente su voz interior, muy débilmente, que reprueba la vida que lleva adelante.

Durante todo este período de su vida, Siddhartha continúa visitando diariamente a Kamala. Un día le dice que ella, cómo él, tiene en su interior una placidez y un lugar donde refugiarse que no todos poseen. Afirma que hay dos clases de seres humanos: los indecisos, que carecen de doctrina y de ley propia, y los que llevan en su interior su propia ley y trayectoria. Entre estos últimos, Siddhartha menciona a Gotama, aquel ser perfecto al que nunca olvidará.

Kamala le dice a Siddhartha que es el mejor amante que ha tenido, y que algún día quisiera tener un hijo suyo, a pesar de que sabe que, interiormente, él sigue siendo un samana y no ama a nada ni a nadie. Siddhartha coincide en esta última observación y afirma que ella tampoco es capaz de amar, porque considera que nadie que practique el amor como un arte puede hacerlo. Además, sostiene que los "hombres niños" sí pueden amar, y ese es el secreto que ellos poseen.

Análisis

El capítulo 5 (“Kamala”) da inicio a la segunda parte de la novela. Aquí se presenta el comienzo de la nueva vida de Siddhartha. Después de su "despertar", el protagonista abandona la creencia de que el mundo, detrás de las apariencias, oculta algo más verdadero. Su objetivo desde entonces es experimentar los distintos aspectos de la vida mundana, contrariamente a lo que había hecho hasta entonces, en su etapa contemplativa y ascética. Además, desde ahora, Siddhartha escuchará de manera prioritaria a su voz interior. Esta voz, a la que Siddhartha le otorga autoridad y a la que somete su voluntad, está ligada al Atmán. Ya no desprecia las ideas y los sentidos; por el contrario, piensa que: “Había que escucharlas y jugar con ambas, sin menospreciarlas ni darles demasiada importancia, y a través de ellas sorprender luego las voces secretas del propio mundo interior” (p.73).

Cuando Siddhartha pasa la noche en la cabaña del barquero, sueña que bebe leche del seno de una mujer. Esto simboliza la novedad del camino que Siddhartha emprende, en el que vive una especie de segunda infancia. Los efectos placenteros y embriagadores del acto de beber la leche presagian el giro de Siddhartha hacia una vida sensorial y sensual.

También encontramos algunos presagios en la interacción de Siddhartha con el barquero. En primer lugar, el barquero sugiere que las personas puede aprender mucho del río si lo escuchan. Esto le ocurrirá a Siddhartha, efectivamente, en capítulos posteriores, a partir del octavo (“A orillas del río”), cuando aprenda a escuchar la voz del río. En segundo lugar, el barquero anticipa que Siddhartha volverá a ese río, como en efecto sucede más adelante en la novela. Además, la comparación que establece Siddhartha entre el barquero y Govinda presagia la futura amistad con el primero: “Es como Govinda -pensó al tiempo que esbozaba una sonrisa-, todos los que encuentro en mi camino son como Govinda” (p.75). Por otra parte, la interacción entre Siddhartha y la mujer que está junto al arroyo presagian la relevancia que tendrán para el protagonista, a partir de su encuentro con Kamala, los placeres sexuales.

Kamala es una mujer voluptuosa y sensual. Ella representa la sensualidad y los placeres terrenales que Siddhartha comenzará a experimentar desde ahora. El narrador la presenta de este modo:

Bajo una abundante cabellera negra recogida hacia arriba vio un rostro muy blanco, tierno e inteligente, una boca de color rojo encendido semejante a un higo recién abierto, unas cejas muy cuidadas y pintadas en forma de arco, un par de ojos negros, despiertos e inteligentes, un cuello muy esbelto que surgía de su túnica verde y dorada, y dos manos blancas, largas y afiladas, con anchos brazaletes de oro en las muñecas (p.78).

Además, en este capítulo, tiene un gran predominio el número tres. Este es un patrón que se repite a lo largo de la novela y que realza su cualidad alegórica. Acá observamos, por ejemplo, que se mencionan tres habilidades que posee Siddhartha (“Sé meditar. Sé ayunar. Sé esperar”, p.87) y tres cosas que pide Kamala como condición para enseñar su arte: ropa elegante, calzado fino y dinero. También, en un nivel más amplio, la vida de Siddhartha se divide en tres períodos distintos: uno en el que se mantiene apartado de los placeres mundanos y los desprecia, otro en el que se entrega a ellos y, finalmente, un tercero en el que encuentra un equilibrio satisfactorio.

En el capítulo siguiente (“Con los hombres niños”) se presenta a Kamaswami, quien, como Kamala, representa la existencia mundana; incluso comparte dos de los rasgos que se describen en ella: “ojos sabios” y una “boca sensual” (p.91). En este caso, su boca puede ser interpretada como un símbolo de la fuerza del apetito y del consumo, ya que Kamaswami es un comerciante.

Por otro lado, en este capítulo Siddhartha toma conciencia de cuán profundamente está separado de la gente que lo rodea, puesto que no puede experimentar la vida de la forma en que lo hace la mayoría de las personas, los "hombres niños". El protagonista advierte entonces que su actitud frente a la vida no es tan distinta a la que tenía en su etapa de samana: "Por más fácil que le resultaba hablar y vivir con todos, e incluso aprender de ellos, sentía que algo lo separaba del resto del mundo, y ese algo era su antigua condición de samana" (p.100).

También es notable que Siddhartha finalmente se identifica con otra persona: Kamala. Aunque existen ciertas similitudes entre Siddhartha y otros personajes de los capítulos anteriores, como su padre, Govinda o Gotama, esta es la primera vez que Siddhartha nota esta similitud. Siddhartha le dice a Kamala: "Eres como yo, Kamala, distinta de la mayoría de la gente. Tú eres Kamala y nada más. Y en tu interior hay una placidez y un lugar en el que puedes refugiarte a cualquier hora y sentirse a gusto, como yo también puedo hacerlo. Poca gente posee este recurso aunque todos podrían tenerlo" (p.103).

Si bien esta cualidad parece ser positiva, al final del capítulo Siddhartha señala otra coincidencia entre ellos que tiene un carácter potencialmente negativo: “Soy como tú. Tú tampoco amas… ¿Cómo, si no, podrías practicar el amor como un arte? Acaso la gente como nosotros nunca pueda amar. Los hombres niños sí pueden, y este es su secreto” (p.105). Como veremos en los próximos capítulos, la incapacidad de amar es justamente lo que impide a Siddhartha alcanzar su meta.