Marcial, quien ha perdido una pierna en combate, dice con ironía que se la cortaron porque le alcanzaba con una sola (Ironía verbal)
Marcial, que ha sido herido múltiples veces en diferentes contiendas, perdió una pierna en una de ellas. Ante la pregunta de doña Francisca, que quiere saber si la perdió cuando formaba parte de la embarcación llamada Real Carlos, el hombre confirma este hecho de manera irónica: le dice que él no es bailarín y, por lo tanto, los ingleses se la cortaron porque con una le alcanzaba: “Sí, señora; los ingleses, sabiendo que yo no era bailarín, creyeron que tenía bastante con una” (35).
Doña Francisca afirma que en cuarenta años no la han visto enojada, pero el narrador acota que la ve en ese estado todos los días (Ironía situacional)
Doña Francisca se niega rotundamente a que su marido, Don Alonso, se embarque para participar en el combate naval, conocido luego como la “batalla de Trafalgar”. Entonces, le dice que le permite ver los barcos desde la muralla de Cádiz, pero no participar como embarcado. Tras ello, amenaza al hombre y le dice que en cuarenta años de casados no la ha visto nunca enojada. Sin embargo, esto no parece ser cierto, ya que el narrador acota entre paréntesis, y tras los comentarios de la mujer, la siguiente frase: “La veía así todos los días” (36).
Doña Francisca le dice a su marido que su deseo de participar en la batalla es un “bonito gusto”, solo para expresar exactamente lo opuesto (Ironía verbal)
En la discusión entre los esposos, el hombre, afligido, le dice a su esposa: “¡Y he de morirme sin tener ese gusto!” (36). Su temor se debe a que realmente tiene ganas de participar en la batalla, y al ser ya un hombre mayor, es tal vez la última oportunidad que tiene para luchar en nombre de su patria antes de morir. Su mujer, que está en contra de su participación, responde ante esas palabras: “¡Bonito gusto, hombre de Dios!” (36). Esta expresión, para ella, significa justo lo contrario: no se trata de un gusto bonito, sino uno muy feo.
El narrador se refiere a su maltratador tío como “simpático” y a sus amigos marineros como “distinguida sociedad”, pero es obvio que piensa lo contrario (Ironía verbal)
Gabriel, el narrador, tiene un tío de quien recibe maltratos al quedar huérfano. Logra huir de este hombre, pero lamentablemente vuelve a encontrarse con él antes de que comience la batalla, ya que ambos van a embarcarse. Lo primero que hace el hombre cuando lo encuentra es golpearlo en la cabeza y burlarse de él junto a sus amigos marineros. El narrador alude a ellos de forma irónica cuando cuenta de qué manera los evade: “Tres o cuatro marineros, amigos de mi simpático tío, quisieron maltratarme, por lo que resolví alejarme de tan distinguida sociedad” (79). Resulta evidente que utiliza las expresiones “simpático” y “distinguida sociedad” en forma irónica, dado que ni su tío le parece simpático ni distinguida la sociedad de esos brutos marineros.