La guerra
Esta es una novela sobre la guerra y, más específicamente, sobre un combate en particular: la batalla de Trafalgar. Al tratarse de una novela histórica, el autor realiza una minuciosa investigación previa para brindar, en la obra, y a través de la narración de Gabriel, datos fidedignos sobre el evento histórico.
Esta guerra se produce en el marco de las guerras napoleónicas, una serie de conflictos militares que involucran a muchas naciones europeas y que se producen entre 1799 y 1815. El protagonista de estas guerras es Napoleón Bonaparte, emperador de los franceses, quien quiere imponer el dominio del imperio francés. La batalla de Trafalgar se produce el 21 de octubre de 1805 en las costas españolas, más precisamente frente al cabo de Trafalgar, cercano a la ciudad portuaria de Cádiz. En este momento, España se encuentra aliada a Francia, tras una serie de tratados y acuerdos firmados entre las dos naciones. En la contienda naval se enfrenta la alianza franco-española, comandada por el almirante francés Pierre-Charles Villeneuve, contra la marina británica, que consigue la victoria a pesar de la muerte de su comandante, Horatio Nelson.
Los motivos de esta batalla se vinculan con los intentos de Napoleón Bonaparte de invadir el Reino Unido y con la férrea defensa planteada por las tropas británicas, que luchan por mantener su dominio naval marítimo. La victoria británica logra consolidar el dominio inglés en los mares, amainar los planes invasores de Napoleón y, sobre todo, debilitar la flota española. La participación española en esta batalla genera controversias incluso antes de que la contienda comience. Esto se debe a que hay oficiales que no quieren participar como aliados franceses, dado que están descontentos con el dominio francés y la alianza establecida. Además, hay muchos de ellos que comprenden el peligro que representa para su marina esta batalla planeada contra otra de gran poderío, como la británica, justo en un momento en el que están condiciones desfavorables a causa de combates anteriores y de la fiebre amarilla.
Así, la batalla concentra la mayor parte de los capítulos, y el momento climático de la novela se produce a bordo del navío Santísima Trinidad, cuando acontece el ataque más cruento. En medio de los hechos narrados, las posturas y posicionamientos varían según los participantes: hay personajes que se muestran a favor de los conflictos bélicos armados y personajes que se muestran en contra. La guerra plantea, siempre, un escenario cargado de imágenes dolorosas y horrorosas.
El patriotismo
El sentimiento de amor a la patria se manifiesta a lo largo de toda la novela con diferentes significados, dado que Gabriel, a partir de las situaciones a las que se expone, manifiesta una evolución en su sentir. De niño, el significado que concibe de la patria está relacionado íntimamente con el de la nacionalidad y la pertenencia y, además, con los enfrentamientos, debido a que asocia esos conceptos con los juegos de guerras inmotivadas con los que se distrae junto a sus amigos. Este concepto de patria, dirá más tarde, carece de profundidad: “Me representaba, pues, a mi país como muy valiente; pero el valor que yo concebía era tan parecido a la barbarie como un huevo a otro huevo” (90).
Con la experiencia adquirida a partir de sus aventuras y desgracias, el significado de patria se va modificando para él, hasta que, en un momento puntual, experimenta una revelación que es la de su aprendizaje patriótico:
En el momento que precedió al combate, comprendí todo lo que aquella divina palabra significaba, y la idea de nacionalidad se abrió paso en mi espíritu, como el sol que disipa la noche, y saca de la oscuridad un hermoso paisaje (90).
Confiesa, entonces, que los miembros de una nación están unidos fraternalmente y establecen pactos para ayudarse mutuamente. A partir de ese momento, comprende que la misión de él y los suyos no es más que la defensa de la patria, “es decir, el terreno en que ponían sus plantas, el surco regado con su sudor, la casa donde vivían sus ancianos padres, el huerto donde jugaban los hijos” (91). La enumeración continúa porque son muchos los aspectos que abarca el concepto de amor y defensa de la patria.
Así y todo, la evolución del sentimiento patriótico no concluye aquí. Más adelante, cuando se admira de que los enemigos no sean monstruos, sino también hombres como ellos mismos, comprende que eso también es patriotismo. En este punto, ver en el enemigo a un ser semejante hace que, de a poco, vaya cambiando su concepción de la guerra.
Hacia el final de la novela la insistencia en el sentimiento patriótico se expande —o, quizá, diluye— en una instancia utópica en la que el narrador hipotetiza sobre un mundo sin naciones, una convivencia feliz y fraternal de toda la humanidad.
La derrota
La derrota que sufre la armada española, en alianza con la francesa, señala el inicio de un periodo difícil para España, que es el que el autor se propone representar en las nueve obras restantes de la primera serie de los Episodios nacionales. Esta derrota afecta a España porque significa el inicio de su decadencia; es decir, de varias situaciones que llevan al fin de sus políticas imperialistas. A partir de esta novela se comienza a señalar y a denunciar las impericias de los gobernantes, al igual que las consecuencias que sus políticas tienen el pueblo español.
Cabe mencionar que, si bien los derrotados son tanto los franceses como los españoles y esta batalla está pergeñada por los franceses, quienes más sufren el impacto de la derrota son los españoles.
Esta derrota, además, afecta profundamente a los personajes: Marcial muere, Alonso queda sumido en una aguda tristeza, y Gabriel cambia su perspectiva de la guerra y su postura ante ella.
El heroísmo
Para los hombres participantes de esta batalla, el significado de heroísmo se vincula con el honor, y este se consigue con el cumplimiento del deber y la sumisión a la autoridad. Para los soldados, solo de este modo se puede alcanzar la dignidad y la gloria. De esto dan cuenta diferentes personajes: Churruca, por ejemplo, se somete a las órdenes de su superior a pesar de estar en contra de él y participa en la batalla aun sabiendo que las posibilidades de ganar son escasas o casi imposibles. Alonso, por su parte, se refiere en varias oportunidades al deber de un soldado, que es el de cumplir con lo solicitado por un superior.
Cabe mencionar, sin embargo, que no es solamente esto lo que hace heroicos a los personajes de la novela: los mayores héroes trágicos de esta historia lo son por su conducta intachable. En este punto, los admirados Churruca y Alcalá Galiano no se rinden a pesar de presentar reparos a la ejecución de los planes elucubrados por sus superiores, y encuentran la muerte a bordo al demostrar su coraje en combate, conduciendo hasta el último suspiro a sus hombres. Lo mismo sucede en el caso de Nelson, el mayor comandante muerto de la marina británica y quien lleva a la gloria a su nación en esta batalla.
Las clases sociales
La mención a las diferencias que existen entre las clases sociales están presentes a lo largo de toda la obra, ilustrando el modo en que aquellos que están en una mejor posición económica obtienen más beneficios que los que están en una posición menor en la escala social.
Esto se puede ver en el trato que recibe Gabriel de su amiga, la joven Rosita. Él se enamora de ella, pero sabe que la concreción de ese amor es un imposible debido a las diferencias de clase abismales que los separan. Desde niños, en los juegos, ella le hace saber cuáles son estas diferencias: “En nuestros juegos nunca se confundían las clases: ella era siempre señorita y yo siempre criado; así es que yo llevaba la peor parte, y si había golpes, no es preciso indicar aquí quién los recibía” (41).
Esto también se hace evidente en la relación entre Alonso y Marcial. A pesar de que son muy buenos amigos, el capitán no trata de evitar que su amigo experimente las diferencias existentes entre ellos: “Nos detuvimos para comer en el parador de Conil. A los señores les dieron lo que había, y a Marcial y a mí lo que sobraba, que no era mucho” (57).
En el barco, durante la ceremonia de exequias, las jerarquías son evidentes en la forma en la que son arrojados al mar los cadáveres: los oficiales son envueltos en la bandera, con una bala atada a los pies para que se hundan. Por el contrario, los marineros son arrojados sin ningún atavío ni bala, dado que no alcanza para todos. Más aún, cuando las lanchas que se llevan a los heridos son escasas, sacan en primer lugar a los de mayor rango jerárquico, sin perjuicio de que no alcance para el resto. En suma, la novela deja en claro la injusticia de que algunas vidas valgan más que otras.
El antibelicismo
En esta novela de tema bélico, la postura antibelicista se hace presente, sobre todo y desde el principio, en doña Francisca. El primer alegato que pronuncia en contra de la guerra aparece prontamente, en el segundo capítulo:
¡No sé para qué sirve la Santa Inquisición si no convierte en cenizas esos endiablados barcos de guerra! Pero vengan acá y díganme: ¿Para qué es eso de estarse arrojando balas y más balas sin más ni más, puestos sobre cuatro tablas que si se quiebran arrojan al mar centenares de infelices? ¿No es esto tentar a Dios? ¡Y estos hombres se vuelven locos cuando oyen un cañonazo! ¡Bonita gracia! A mí se me estremecen las carnes cuando los oigo, y si todos pensaran como yo, no habría más guerras en el mar… y todos los cañones se convertirían en campanas (20).
Gabriel, por su parte, que, al principio, se muestra entusiasmado de participar en la batalla y pasa su infancia jugando a la guerra, cambia su parecer a partir de la experiencia vivida. En la vida real, la guerra no se parece en nada a un juego: el escenario es el del dolor y el horror. Al comprobar la humanidad del enemigo en sus acciones tras las batalla, siente que no hay vencedores; todos los participantes sufren y, por ello, resultan vencidos. Esto se evidencia en la expresión de sus pensamientos:
¿Para qué son las guerras, Dios mío? ¿Por qué estos hombres no han de ser amigos en todas las ocasiones de la vida como lo son en las del peligro? Esto que veo, ¿no prueba que todos los hombres son hermanos? (113).
El amor romántico
Si bien no es uno de los temas centrales de la novela, este se hace presente como una subtrama que permite el contraste con la historia bélica, y es, además, el que habilita el desenlace inesperadamente feliz de la obra.
La novela narra dos relaciones amorosas principales. Por un lado, aparece el amor idealizado que siente Gabriel por Rosita; un amor que no es correspondido. Por el otro, presenciamos el vínculo amoroso entre Rosita y Rafael. Se trata, en este segundo caso, de un amor sincero y profundo que, para poder concretarse, conlleva el duelo entre Rafael y el antiguo prometido de la muchacha. Al final, la pareja se casa y convive felizmente, como señala la alegre voz que escucha el narrador después de la primera noche de bodas en Vejer de la Frontera.