Bajo el título de Visión de los Vencidos, Miguel León-Portilla reúne una serie de documentos textuales y pictóricos producidos por los pueblos de lengua náhuatl en relación con la conquista de México-Tenochtitlan. Mientras que los europeos llegados al continente americano entre el siglo XVI y el XVII plasmaron su asombro y su admiración por el “Nuevo Mundo” en un sinfín de crónicas, cartas y relaciones de todo tipo, los pueblos nativos hicieron lo mismo y registraron su propia visión de los hechos en códices y murales. En Mesoamérica, son dos las culturas que ofrecen el mayor testimonio indígena sobre la Conquista, la maya y la nahua. En esta obra, León-Portilla presenta la compleja visión de los pueblos que moran el Valle de México, hermanados todos en el uso de la lengua nahua. Entre dichos pueblos destaca el azteca o mexica —como lo llamaremos a lo largo de todo el análisis —cuya capital, México-Tenochtitlan maravilló con su poderío y su opulencia a Cortés y su séquito.
Una serie de preguntas motiva la reconstrucción de la historia de la Conquista que realiza León Portilla:
¿Qué pensaron los hombres del Nuevo Mundo, en particular los mesoamericanos, nahuas, mayas y otros al ver llegar a sus costas y pueblos a los “descubridores y conquistadores”? ¿Cuáles fueron sus primeras actitudes? ¿Qué sentido dieron a su lucha? ¿Cómo valoraron su propia derrota? (p. XI).
Para poder dar una respuesta a dichas preguntas, León-Portilla reúne y organiza materiales de diversas fuentes. La principal es el llamado Testimonio de los Informantes de Sahagún (también a veces referido simplemente como Informantes de Sahagún): se trata de una serie de textos escritos entre 1528 y 1555 en idioma náhuatl por algunos estudiantes indígenas de Tlatelolco bajo la tutoría de fray Bernardino Sahagún. Posteriormente, el fraile realiza una traducción al español y, hacia 1585, una segunda redacción que enmienda y corrige la primera. Este es el testimonio más amplio de la Conquista, y por ello León-Portilla lo utiliza como su fuente principal.
Otro texto de importancia fundamental es la Relación anónima de Tlatelolco, escrito hacia 1528 por un grupo de mexicas que conocieron el alfabeto latino y lo utilizaron para consignar por escrito su visión de la Conquista. Además del valor historiográfico, estos anales poseen un enorme valor literario y humano, puesto que en ellos se expresa con detalle la destrucción de la cultura nahua, tal como la experimentaron algunos de los supervivientes.
Otras relaciones indígenas menores que el compilador refiere son el Códice Aubin, de 1576, del que toma una versión de la matanza del Templo Mayor en el capítulo IX, las crónicas “Mexicana” y “Mexicáyotl” de don Fernando Alvarado Tezozómoc, el Códice Ramírez y los Anales Tapanecas, entre otras que mencionaremos en cada capítulo en particular.
A las crónicas se suman los Cantares acerca de la Conquista, que son los testimonios indígenas más antiguos sobre el tema. Compuestos por los poetas nahuas sobrevivientes, estos cantares tristes o elegíacos refieren la destrucción y la pérdida del pueblo mexica.
Finalmente, la obra se completa con una serie de testimonios pictográficos. En muchos de los códices que acabamos de mencionar sobrevive una de las maneras de contar la historia del pueblo nahua: sobre la base de pinturas. Además, León-Portilla incluye algunas imágenes del famoso Lienzo de Tlaxcala, una obra de mediados del siglo XVI que narra, en ochenta cuadros, una relación de la conquista según los tlaxcaltecas, aliados de Cortés. Presentamos dichas imágenes en la sección “Enlaces Relacionados” y en “El Lienzo de Tlaxcala Video”.
Visión de los vencidos se publica por primera vez en el año 1959, es reeditada un total de veintinueve veces y traducida a más de quince idiomas. Algunos consideran que este libro es el equivalente mexicano a las epopeyas griegas de Homero. Para otros, es una obra fundamental de la historia de México, y esto se debe a que, para el momento de su publicación, Visión de los vencidos es la primera obra que narra la Conquista desde la perspectiva de los pueblos mexicas. Es así que la obra de León-Portilla se constituye como un trabajo de investigación sin precedente que, desde 1959 hasta el presente, mantiene vigencia y sigue siendo considerado como lectura obligatoria para cualquiera que se interese por la Conquista.