Según el filósofo alemán Peter Sloterdijk, la ciencia ficción ha recogido el guante de una de las discusiones más exploradas en la historia de la filosofía: la pregunta por el ser. Qué es lo que nos constituye como hombres, en qué se diferencia nuestra existencia de la de un otro. Ese otro puede ser un animal, como es el caso del "Wub", de Philip K. Dick; puede ser un robot, como los que hemos visto en los relatos de Asimov; puede ser un clon. Según el filósofo humanista, el abandono de esta pregunta por parte de la filosofía conlleva una gran irresponsabilidad: la incapacidad de ponernos de acuerdo sobre qué es lo que nos hace humanos ha provocado, a lo largo de la historia, no solo conflictos focales que tienen como base la explotación y discriminación, sino grandes masacres y genocidios a lo ancho del mundo.
Por ejemplo, en los años 90 aparecía la oveja clonada "Dolly", y en televisión muchas personas entrevistadas manifestaban inquietud en relación a si esta oveja clonada era tan oveja como la original, si era esencialmente una oveja; si, de clonar a una persona, esta se comportaría de igual modo que la clonada, si ocuparía una el lugar de la otra en la sociedad. La pregunta subyacente tenía que ver con los límites de la vida, de la humanidad y de la ciencia. Hoy por hoy, ver las reacciones de la cultura occidental en torno a la primera clonación exitosa resulta algo absurda. Sabemos que un clon sería tan persona como el clonado, que su constitución fisiológica no determinaría su vida y que, como si de dos gemelos se tratara, estaríamos ante dos seres disociables.
Sin embargo, es la ficción especulativa la que, una y otra vez, como dijimos, recoge desde la Segunda Guerra Mundial el guante de este debate. Se encarga de abordar la polémica en torno a los futuros posibles en base al presente tecnológico, a la organización del trabajo actual, al tratamiento que le damos al medio ambiente, a los avances científicos que nos permiten incorporar "máquinas" a nuestros cuerpos. Toma y explora, también, las preguntas filosóficas en torno a la creación de inteligencias artificiales y a las posibilidades que despliegan. La ciencia ficción, a lo largo del tiempo, no solo ha respondido a las preguntas que su época formula con sus avances tecnológicos, sino que ella misma, sobre la base de algunos avances, ha imaginado futuros próximos y lejanos. En esas proyecciones, muchas veces la ficción especulativa tuvo grandes aciertos.
Como hemos señalado en el análisis de "El conflicto evitable", las Máquinas de Asimov prefiguraron muy tempranamente los grandes procesadores de Big Data, de los que hoy se sirven las grandes corporaciones y gobiernos que administran el mundo. Para Asimov, habría máquinas tan grandes en el futuro que podrían asimilar y analizar simultáneamente tanta información que serían capaces de predecir los eventos próximos. Efectivamente, las predicciones que arrojan las corporaciones actuales de procesamiento de datos (financieros, sobre todo) son cada vez más efectivas. Asimov, sin embargo, imaginaba equivocadamente que estas Máquinas estarían al servicio del bien común, y no de la ambición de algunos políticos y corporaciones. Las Máquinas cumplirían con las Tres Leyes de la Robótica, de forma tal que sería imposible que atentaran contra las personas. Asimov era un tecnófilo extremadamente entusiasta: se mantenía siempre al día con las innovaciones más recientes y creía en el poder del avance de la técnica. Pero nunca abandonó la pregunta filosófica por el bien y el mal: sus robots debían actuar de igual modo que un hombre bueno lo haría. De otro modo, como sucede en el cuento "Evasión", debían ser destruidos.
En los relatos analizados, no es el error de cálculo humano, accidental, lo que genera conflicto con los robots. Más bien, se trata de modificaciones que los hombres introducen en los robots para ganar más dinero, para proteger inversiones, para probar su superioridad en tal o cual aspecto. La ambición, la avaricia, la competencia feroz entre corporaciones, son los males que en realidad aquejan, para Asimov, a la humanidad. La ficción especulativa, tanto en su literatura como en la mayoría de la literatura del género, está atravesada por una cantidad de predicciones o futuros posibles que no hacen otra cosa que abordar preguntas filosóficas de mayor o menor gravedad, pero que muchas veces han sido, como dice Sloterdijk, abandonadas por el grueso de la sociedad mundial.