"La madre de Gloria (...) era una fuente de sinsabores para Robbie, quien siempre sentía el impulso de alejarse de su presencia".
El común de la gente en estos relatos les teme a los robots. Sin embargo, en el primer cuento de la serie, el robot también siente miedo: Robbie, niñero de Gloria, le teme a la madre de la niña. Desde este primer momento podemos apreciar que los robots de Asimov son no solo inteligentes, sino también emocionales y sienten, como Robbie, impulsos no necesariamente racionales.
"Yo, por el contrario, soy un producto acabado. Absorbo energía eléctrica directamente y la utilizo con casi un ciento por ciento de eficiencia. Estoy compuesto de fuerte metal, permanezco consciente todo el tiempo y puedo soportar fácilmente los más extremados cambios ambientales. Estos son hechos que, partiendo de la irrefutable proposición que ningún ser puede crear un ser más perfecto que él, reduce vuestra tonta teoría a la nada".
La superioridad humana, un tema preponderante en Yo, Robot y en la ciencia ficción en general, es puesta en jaque por Cutie en "Razón". Este robot que se encuentra en una estación espacial, lejos de la Tierra, comienza a razonar a partir de la información que tiene y llega a la conclusión de que es imposible que seres inferiores como los humanos hayan creado a los robots. A pesar de que intentan demostrarle que está equivocado, la evidencia que él tiene a su alcance no le es suficiente para creer en las palabras de los exploradores Donovan y Powell. Esta escena plantea lo amenazante que puede ser el hecho de crear máquinas que excedan las capacidades humanas, tanto físicas como de procesamiento de información.
"Powell tendió la mano hacia el Manual de Robótica que estaba en un ángulo de su mesa y lo abrió respetuosamente. Una vez había saltado por la ventana de una casa incendiada vestido sólo con calzoncillos, pero con el Manual bajo el brazo. En caso de duda, se habría quitado los calzoncillos".
Esta escena condensa en buena medida las historias que se narran en los relatos que componen Yo, Robot, ya que el hilo que las conduce es el hecho de que todos están en mayor o menor medida inspirados en las Tres Leyes de la Robótica impresas en el manual y en el cerebro positrónico de cada robot.
La importancia de las Tres Leyes es preponderante en la constitución de cada cerebro positrónico, y el Manual se convierte, para los trabajadores de la U.S. Robots, en una guía clave de consulta ante cada problema de conducta de los robots.
"Tenerlo a mi lado, caminando juntos, y verlo penetrar en mi cerebro, leyendo mis pensamientos, me daba escalofríos".
Además de los robots y el común de la gente, los ingenieros y auditores también se ven atravesados por el miedo. Muchas veces, el comportamiento de los robots resulta perturbador. Herbie, en este caso, lee los pensamientos en “¡Embustero!”. Este hecho, que implica una habilidad que supera a las personas en manos de un robot, inquieta por demás a Ashe, que siente escalofríos ante la presencia de Herbie.
"Este robot lee el pensamiento. ¿Cree usted que no sabe todo lo que se refiere a la herida mental? ¿Supone usted que si le hago una pregunta no me dará exactamente la respuesta que yo deseo oír? ¿No nos heriría cualquier otra respuesta, no lo sabe Herbie muy bien?"
Si pensamos en las Tres Leyes de la Robótica como la codificación de un sistema moral y ético, y la impresión de este sistema en el cerebro positrónico de cada máquina, lo que vemos en "¡Embustero!" es la limitación que tienen los robots para interpretar dicho sistema. Herbie se ve imposibilitado de distinguir entre jerarquías de "heridas", pensando que la "herida mental" que puede provocarle a un humano está a la altura de cualquier otra herida. Por ende, dice a cada persona lo que esta quiere escuchar en desmedro de la verdad.
"Era como un sermón. Algo del fuego del infierno, torturas…, en fin, ya sabes. Una vez oí un sermón como éste".
A pesar de que Yo, Robot es un texto que se basa en la ciencia dura, y que Asimov era un humanista con una confianza profunda en la ciencia, a la hora de abordar la muerte en el texto aparecen los motivos místicos y religiosos. Donovan muere por un instante en "Evasión" y las imágenes bíblicas del infierno se hacen presentes. La muerte, entonces, puede ser pensada como un espacio aun inexplorado en el que se abren puertas a la irracionalidad.
"Acciones como éstas tanto pueden proceder de un robot como de un ser humano honorable y decente (...). No hay manera de diferenciar entre un robot de un ser humano bueno".
Susan Calvin describe a Stephen Byerley como un posible “humano bueno” además de como un posible robot. Para ella, la definición de ser humano bueno es la de cumplir, paradójicamente, con las Tres Leyes de la Robótica a la hora de enfrentarse a diferentes escenarios. Por coincidencia o porque efectivamente es un robot, Byerley se comporta como tal. Por ende, se desprende que, para la Dra. Calvin, si todos nos comportamos como robots, seremos honorables y decentes.
"Me gustan los robots. Me gustan mucho más que los seres humanos. Si fuese posible crear un robot capaz de ser funcionario civil, creo que haríamos un gran bien, ya que las Leyes de la Robótica le impedirían dañar a un ser humano, lo incapacitarían para la tiranía, la corrupción, la estupidez, el prejuicio".
Del análisis de la cita anterior puede, también, desprenderse este. Calvin habla aquí de ir más lejos en su razonamiento de que los robots son seres humanos honorables y decentes: plantea la posibilidad de crear funcionarios públicos robóticos. De este modo, para ella, podría evitarse la corrupción, la ambición de poder o la tiranía. Efectivamente, podemos confirmar que las Máquinas se hacen cargo de la administración de la Tierra en el último cuento, "El conflicto evitable".
"[Los robots positrónicos] vinieron a tiempo, y con ellos el viaje interplanetario. De manera que ya no pareció tan importante que el mundo fuese Adam Smith o Carlos Marx. Ninguno de los dos tenía ya gran influencia en las nuevas circunstancias. Ambos tenían que adaptarse y terminaron casi en el mismo lugar".
Esta cita da la pauta del momento en que Yo, robot fue concebido, bajo la lógica binaria en la que se encontraba inmersa la política mundial. Todavía en aquellos años el liberalismo era puesto en jaque por el comunismo, y a esta contienda se le atribuía la mayor responsabilidad en los conflictos bélicos de la época. El tiempo no le dio la razón a Asimov: en esta cita, prevé para el futuro un equilibrio entre ambos sistemas de pensamiento; la historia fue otra.
"[La sociedad] estuvo siempre a merced de unas fuerzas económicas y sociológicas que no entendía, de los caprichos del clima y de los azares de la guerra. Ahora las Máquinas los entienden; y nadie puede detenerlas, ya que las máquinas los dominarían como dominan la Sociedad, poseyendo, como poseen, las armas más fuertes a su disposición: el absoluto control de nuestra economía".
Susan Calvin encarna algunas de las creencias que Asimov compartía: el hecho de que no solo los valores éticos y morales podían codificarse y sistematizarse, sino que se podía ir más lejos. Las Máquinas, en este último relato, tienen una capacidad casi infinita de procesamiento de datos. Por ende, la combinación entre este aspecto y la impresión en sus cerebros positrónicos de las Tres Leyes de la Robótica les otorga la capacidad y la voluntad de hacer el bien para la humanidad. Como bien dice Byerley, "la Humanidad ha perdido todo control sobre su futuro" (p.254), pero esto no es, para Calvin, algo negativo, sino todo lo contrario. Finalmente, todos los conflictos son evitables, porque "¡solo las Máquinas, a partir de ahora serán inevitables!" (p.254).