Yo, Robot

Yo, Robot Los 6 hábitos o consejos de Isaac Asimov para escribir

Isaac Asimov escribió durante su vida más de quinientos libros. Exploró infinidad de géneros: biografías, ciencia ficción, relatos de miedo, distopías, ficción histórica hasta ensayos de astronomía o matemáticas. La capacidad de concentración y una curiosidad insaciable son algunos de los rasgos de su personalidad, pero son sus hábitos y principios fundamentales los que hicieron que esa creatividad pudiera desbordar las expectativas de cualquier escritor. La biografía de Asimov, titulada It's been a good life, publicada por su esposa Janet, los recopila a partir de entrevistas, diarios y cartas. Veamos cuáles son:

Nunca dejes de aprender. Aprende lo que sea, pero aprende

Asimov mantuvo a lo largo de toda su vida un programa autodidacta de conocimiento. Su campo de interés era absurdamente amplio: química, historia de Roma, el trayecto de un cometa o la biografía de Shakespeare. La curiosidad insaciable puede parecer una cualidad congénita de las personas, pero no lo es. Si se alimenta, y se combina con paciencia, puede incentivarse. Asimov no habría podido escribir la variedad de libros con la precisión técnica que lo hizo de ser solo por los conocimientos que recibió en la escuela.

No te obsesiones con los bloqueos creativos

En todo proyecto artístico o creativo, muchas veces se llega a un punto ciego en el que cuesta continuar. El flujo de trabajo a veces disminuye o hay una interrupción que no podemos eludir. Sin embargo, la auténtica creatividad, la creatividad en términos generales, no se detiene. En el caso de Isaac Asimov, el escritor directamente abandonaba el proyecto y se dedicaba a otra cosa cuando esto le ocurría. Acudía a otros proyectos en marcha, escribía un ensayo, una nota editorial, un cuento. En todo caso, trabajaba en sus libros no ficcionales. El regreso al proyecto que quedaba trunco se daba con mucha naturalidad, ya que no se presionaba a mirar durante horas las hojas en blanco.

No ignores tus temores, pero tampoco les des más atención de la que se merecen

Para Asimov, uno de los mayores enemigos de la creatividad era el miedo al fracaso. También, está quien padece el temor a la crítica o a no ser tan buen escritor como sus predecesores. Él tenía un nombre para esta acumulación de inquietudes con respecto a la creatividad propia: resistencia. De no vencerla, el escritor nunca logrará nada. Siempre hay un modo de hacer de una frase una construcción perfecta, ya que todo, para Asimov, era perfectible. Pero, en busca de esta perfección, el escritor puede llegar a vivir en una insatisfacción constante que lo lleve a bloqueos. Es por esto que, según él decía, si las frases son sensatas y expresadas lo mejor posible, se debe seguir adelante.

Revisa tus parámetros

En el sentido del punto anterior, es recomendable pensar en los criterios y estándares desde los cuales se considera el proyecto creativo. Un escritor puede sentarse y dudar hasta el hartazgo de la calidad de su escritura, o puede amar su propia escritura. Asimov decía amar la suya. Aunque puede sonar un tanto abstracto, el amor era, según él, la mejor forma de acercarnos a todo aquello que nos proponemos hacer.

Debes hacer más de lo que haces

Es importante no estar pendiente de ventas y publicaciones. El escritor no debe tener tiempo para atender a esos asuntos, ya que debe estar demasiado ocupado en sus proyectos creativos. Esta actitud intensifica la creatividad y tranquilidad en su vida. Una obra sustancial debe tenernos atrapados y, al finalizar, debe dar pie a que encaremos otra obra sustancial con el mismo entusiasmo.

El último secreto…

Una vez, un colega escritor le preguntó a Asimov de dónde obtenía sus ideas; este respondió que pensaba y pensaba hasta que estaba listo para matarse, aludiendo a lo difícil que es tener una buena idea. Debemos estar dispuestos a pasar un mal rato pensando, escribiendo, releyendo. Debemos estar dispuestos a tener bloqueos creativos, a fracasar en los mercados editoriales y los círculos de lectores. El miedo y la pereza eran, para Asimov, los peores enemigos.

Sus consejos siguen siendo, al día de hoy, muy valiosos, inclusive fuera del ámbito de la escritura.

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