Ana decide que necesita partir de Moscú y regresar a San Petersburgo, donde está su vida. Ana le dice a Dolly que sabe que arruinó el baile de gala para Kitty por coquetear con Vronsky. Sin embargo, Ana sostiene que todo ello realmente no fue su culpa. Dolly deja una nota importante en este punto: Ana niega la culpa de la misma manera que Stiva. Esto hace a Ana francamente una mentirosa.
"'Si', Ana continuó. '¿Sabes por qué no ha venido Kitty a comer? Tiene celos de mí; he destruido su felicidad... Yo he tenido la culpa de que el baile de anoche, del que esperaba tanto, se convirtiese para ella en un tormento en lugar de un placer. Pero la verdad es que no soy culpable, o si lo soy, lo soy muy poco' dijo, recalcando las últimas palabras 'un poco'". Libro 1, Capítulo 28, pág. 104
Ana parte, cargada de vergüenza y culpabilidad. Ella sabe que está escapando de Vronsky, pero también sabe que no quiere regresar al lado de su marido. Esto la atormenta. En una de las paradas del tren, ella tiene que salir a caminar buscando un poco de aire para despejar su cabeza del sentimiento de culpa. En lugar de una conciencia limpia, su cabeza se llena de fuertes sonidos producidos por el martilleo de un trabajador en los carriles de metal.
Seguimiento del Tema: Relaciones 3
Cuando Ana llega a la estación de San Petersburgo de inmediato ve a su esposo. Se siente culpable por no apreciar su lealtad y dedicación. Sin embargo, ella empieza a notar de inmediato todas las imperfecciones físicas de su esposo. Lo compara con Vronsky. Hasta ahora, no se ha producido contacto sexual entre Ana y Vronsky - si ella ha engañado a su marido, ello ha sido solo en los sentimientos. Sin embargo, los momentos de tensión y sorpresa están formándose entre ella y Vronsky. Algo importante va a ocurrir, y cada vez ella percibe con más claridad que tiene que dejar a su marido con el fin de encontrar algo de felicidad.
Ana se va a casa con su esposo y ve a su querido hijo Seriozha. Incluso él no es tan maravilloso como Ana recordaba. El darse cuenta de ello es difícil para Ana, ya que hace más solida la posición de que las únicas cosas emocionantes en su vida en este punto son los pequeños encuentros que ha tenido con el misterioso conde. Karenin no hace muchos esfuerzos para pasar tiempo con su esposa que acaba de regresar. Vemos que, en su casa, Ana no es ni remotamente tan radiante como lo fue en Moscú – allí ella se mostró apasionada y viva. En casa, está aburrida y descontenta.