La muerte
La muerte aparece no solo como uno de los grandes temas abordados por Quiroga en la ficción, sino también como una amenaza constante en la vida del propio escritor uruguayo. En ese sentido, es interesante relacionar el carácter angustiante y existencial de la obra de Quiroga con la historia de vida del autor: a sus tres meses, su padre muere; a los 17 años, su padrastro se suicida; a los 24, mata accidentalmente a un amigo; a sus 37, su esposa se suicida; y a los 58 años, luego de un diagnóstico de un cáncer incurable, el propio Quiroga se suicida también. De esta forma, no es extraño que su obra revele una obsesión por las muertes violentas y que albergue personajes definidos por la tragedia y la angustia. Varios críticos se han preguntado si la muerte no es la razón última de la presencia en el mundo de los personajes de Quiroga.
Ahora bien, esa muerte acechante produce una fuerte angustia existencial en los personajes, lo que, a su vez, le da una cierta impronta existencialista a buena parte de la producción cuentística de Quiroga. En los cuentos de Quiroga la muerte aparece como una fatalidad inevitable que despierta profundas reflexiones en los personajes y, en consecuencia, una marcada angustia existencial.
En “El almohadón de plumas”, “La gallina degollada”, “La miel silvestre”, “A la deriva”, “La tortuga gigante”, “La guerra de los yacarés” y “El hombre muerto” la muerte se presenta al mismo tiempo como peligro inminente y como desenlace trágico. En este sentido consideramos que Quiroga tiene una visión trágica del hombre en el mundo que se define por su relación con la muerte.
La soledad
En los cuentos de Quiroga la soledad marca un camino para el descubrimiento y la aceptación de los propios límites de los hombres. Muchos personajes se encuentran solos y aislados. Por ejemplo, los protagonistas de “La miel silvestre”, “A la deriva”, “La tortuga gigante” y “El hombre muerto” se descubren solos en la naturaleza, y la soledad los confronta con sus limitaciones y sus vulnerabilidades.
Una vez más, un tema recurrente en su obra cuentística se relaciona con datos biográficos del autor. Quiroga viaja solo a Misiones y se entrega a una vida de aislamiento. Intenta conjurar esta soledad y la proyecta hacia los personajes de sus cuentos. Por eso escribe sobre personajes aislados que se enfrentan con sus límites frente a la inmensidad de la naturaleza. En este sentido, es interesante analizar cómo varios cuentos de Quiroga presentan hechos particulares universalizados. Es decir, se muestran personajes anónimos habitando su soledad para reflexionar sobre la soledad de los seres humanos en general. Por este motivo presenta personajes sin nombres (como en “A la deriva” o “El hombre muerto”), que representan a todos los hombres.
Por otro lado, la soledad en el mundo natural es considerada un privilegio positivo. Por ejemplo, en la “La guerra de los yacarés”, se habla de “desierto” y “soledad” para describir un hábitat lejos de los hombres. Los yacarés viven “muy tranquilos y contentos” (32) hasta que llegan los hombres a perturbar su ecología. La llegada de los hombres, en los cuentos de Quiroga, suele implicar la destrucción del hábitat natural. En este sentido, el problema de los yacarés no es la soledad sino la profanación de los hombres de la unidad que los animales entablan con la naturaleza.
El destierro
El destierro es un tema recurrente en la obra cuentística de Quiroga y aparece en todos los casos como un destierro de la ciudad que casi siempre los personajes se autoimponen. Es decir que las personas eligen expulsarse a sí mismas de las urbes. La fuga se basa en una renuncia al orden, a la comodidad y a la productividad de la ciudad. Una vez más, este tema se relaciona con la biografía del escritor y su escape a la selva misionera. Quiroga busca libertad en la selva porque no la encuentra en la ciudad. El escape tiene que ver con una purificación del progreso urbano. En este sentido, entendemos que de la huida de la ciudad se desprende una fuerte crítica a la cultura occidental.
Por otro lado, el mundo natural se presenta para los hombres como un descanso de la vida cotidiana. Por ejemplo, el protagonista de “La miel silvestre” viaja al monte en busca de aventuras. Se aclara que: “el bosque estaba allí, con su libertad como fuente de dicha, y sus peligros como encanto” (113). Frente al hastío citadino, los hombres viajan al monte en busca de aventuras que suelen terminan mal. El protagonista se escapa de su rutina urbana y muere en la selva por no conocer las reglas de este nuevo ecosistema. Se comporta como un intruso: le falta el respeto a la selva. En este sentido, el cuento expone que hay un conocimiento “natural” que no se aprende en la ciudad. Por su parte, en el cuento “La tortuga gigante”, el destierro se da por recomendación de un médico. El protagonista tiene problemas de salud que no pueden resolverse en la urbe. Nuevamente, hay necesidades de los protagonistas que no se satisfacen en la ciudad.
Además, en la obra de Quiroga, el proceso de acercamiento a la naturaleza es paralelo al alejamiento de los hombres. En este sentido, este tópico se relaciona con los temas anteriormente desarrollados de la naturaleza y la soledad. El hombre se aleja de la ciudad, se acerca a la naturaleza y se encuentra en soledad. Los cuentos de Quiroga tratan sobre la soledad que ocurre como consecuencia del destierro, la distancia con lo social y el alejamiento del hogar.
La naturaleza
La naturaleza es un tema importante en la obra de Quiroga. Aparece como el escenario avasallante e inabarcable en el que transcurren muchos cuentos. Tanto en “La miel silvestre”, como en “A la deriva”, “La guerra de los yacarés” y “El hombre muerto”, la naturaleza cumple un importante rol en la vida de los protagonistas. En los cuatro cuentos, la naturaleza aparece, como entiende Jitrik, “dura y combativa” (1959:96). La selva, las plantas y los animales afectan a los protagonistas de estos cuentos de una manera trágica y violenta. En “La miel silvestre” el protagonista es devorado por hormigas, en “A la deriva”, el protagonista es mordido por una víbora y tanto en “La guerra de los yacarés” como en “Anaconda”, la llegada de los hombres implica la muerte de los animales.
La geografía natural descrita en los cuentos de Quiroga suele coincidir con la selva misionera. Significativamente, el propio autor se muda en 1908 a un campo en San Ignacio, provincia de Misiones. La crítica coincide en que este cambio modifica profundamente su visión sobre el mundo y, por lo tanto, tiene un gran impacto en su obra.
Por otro lado, el mundo natural configura una idea de unidad que se forja entre el suelo, los animales, el clima y la vegetación. En este sentido, los cuentos de Quiroga muestran cómo la llegada de los hombres perturba esta armonía. De esta forma, los hombres son considerados intrusos que profanan el carácter sagrado de la selva, y la naturaleza reacciona rechazándolos.
La guerra
Los cuentos de Quiroga presentan dos tipos de guerras: la que se entabla entre los hombres y el mundo natural (como en “La guerra de los yacarés” y “Anaconda”) y la que se libra dentro del mundo animal (como en “Las medias de los flamencos” y “Anaconda).
Ya mencionamos la idea de que el mundo natural presenta un sentido de unidad entre los seres que habitan la selva con su clima y su suelo. En este sentido, la llegada de los hombres a terrenos anteriormente vírgenes de la intervención humana supone la destrucción de esta unidad. Los hombres, en los cuentos de Quiroga, llegan a la naturaleza y arrasan con el hábitat. Frente a esto, la naturaleza responde con violencia. Por ejemplo, en “La guerra de los yacarés”, como la llegada de los hombres implica la falta de alimentos y, por lo tanto, la muerte de los yacarés, ellos reaccionan eliminando a los hombres. El grupo de yacarés destruye el buque de los hombres utilizando un torpedo. Significativamente, los animales utilizan un recurso creado por los hombres para destruirlos. En este caso se sugiere que la manera de ganar la guerra contra los hombres es utilizando sus recursos en su contra. A esta luz, en los cuentos de Quiroga la naturaleza selvática suele salir vencedora en los enfrentamientos con los hombres. De todos modos, los enfrentamientos son trágicos y los personajes aparecen marcados por la fatalidad y obsesionados con la muerte.
En el caso de “Anaconda”, es interesante cómo se presentan los dos tipos de enfrentamientos: entre hombres y animales, y entre animales. Por un lado los hombres intentan cazar a las víboras para generar un suero y las serpientes se organizan en un congreso para responder a las agresiones de los enemigos. Por otro lado, se presenta una histórica rivalidad entre las serpientes con veneno y las serpientes sin veneno. Hay un factor ético en el enfrentamiento entre las serpientes y una toma de posición del narrador del lado de las serpientes sin veneno. El cuento subraya la superioridad moral de los seres que, en la lucha por la supervivencia, usan medios “nobles" como "la energía de nervios y músculos" (53) a diferencia de los que, para defenderse, porque son poco inteligentes o incapaces, solo pueden "asesinar a traición" (55), como las serpientes venenosas.
Por último, aunque en “Las medias de los flamencos” no aparecen los hombres, los animales reprochan un comportamiento de los flamencos que puede compararse con una práctica humana. Las víboras se enojan con los flamencos porque usan cueros animales como disfraces, imitando una industria que existe en el mundo humano. En este sentido, el cuento manifiesta una crítica al extractivismo de los hombres, es decir, a los procesos de extracción de recursos naturales para su comercialización.
La medicina
La ciencia médica se presenta en varios cuentos de Quiroga cumpliendo distintas funciones. En algunos casos aparece como ineficaz, muestra dificultades para diagnosticar a los protagonistas y genera atmósferas de extrañamiento; en otros, funciona como una forma de violencia contra los animales y la naturaleza; y en otros, suma verosimilitud a los relatos.
En “La gallina degollada” y en “El almohadón de plumas”, los médicos son caracterizados como ineficientes y torpes. En ambos cuentos hay una falta de diagnóstico de los personajes (de los cuatro hijos del matrimonio Mazzini-Ferraz y de Alicia, respectivamente) que propicia una atmósfera horrorosa. La falta de diagnóstico se ve acompañada por un silencio siniestro que refuerza el carácter terrorífico de los cuentos.
Por otro lado, la medicina es utilizada como una herramienta de los hombres para dominar a la naturaleza. En ese proceso, los animales y las plantas son perjudicados. Por ejemplo, en “Anaconda”, los hombres instalan en la selva misionera un instituto para generar un suero antiveneno de serpientes. Para esto deben cazar a las víboras venenosas, encerrarlas en un serpentario y someterlas a experimentos cotidianos. Frente a una geografía caótica e inabarcable, los hombres atacan y ordenan con la ayuda de la medicina.
Finalmente, el discurso médico aparece también para dar verosimilitud a los relatos. Tanto “La miel silvestre” como “El almohadón de plumas” incluyen un párrafo en el final de los cuentos que da una explicación verosímil para sucesos que pueden parecer fantásticos. En “El almohadón de plumas” se agrega una explicación científica sobre los parásitos de las aves que han asesinado a la protagonista y en “La miel silvestre” se introduce información sobre la miel particular que ha generado parálisis en el protagonista. En ambos casos, las aclaraciones apuntan a poner en duda el estatuto fantástico de los cuentos aportando verosimilitud a los hechos.
Lo siniestro
Lo siniestro, en términos de cómo lo plantea Sigmund Freud, suele estar relacionado con un elemento familiar y cotidiano que se reprime y en su retorno genera extrañamiento y horror. Esta concepción del filósofo austríaco y padre del psicoanálisis puede ayudarnos a reflexionar sobre la presencia del tema de lo siniestro en algunos de los relatos de Quiroga. Lo siniestro, entonces, puede relacionarse con un elemento conocido que se transforma y genera miedo. Por ejemplo, en “La gallina degollada”, los cuatro hijos del matrimonio Mazzini-Ferraz viven sanos hasta el año y medio, cuando sufren convulsiones que dañan sus estados cognitivos. Luego son ignorados por sus padres y viven sucios, inertes y sentados en el patio con la boca abierta. Además, la duda silenciada sobre qué progenitor es responsable de la enfermedad de los hijos contribuye a generar una atmósfera de extrañamiento que propicia un desenlace horroroso. La atmósfera siniestra se construye durante todo el cuento y provoca en el lector un efecto de terror en el final.
En sintonía con “La gallina degollada”, en "El almohadón de plumas", lo siniestro comienza a configurarse a partir de la intriga que genera que Alicia, la protagonista, no tenga un diagnóstico que explique su malestar. El narrador dice, luego de la visita de los médicos: “Había allí delante de ellos una vida que se acababa, desangrándose día a día, hora a hora, sin saber absolutamente cómo” (75). Nadie logra explicar su enfermedad ni su muerte y esto genera un aumento de la tensión de la atmósfera siniestra que estalla cuando encuentran al parásito en la almohada.
Finalmente, aunque no todos los cuentos de esta selección pueden catalogarse como cuentos de terror, algunos incluyen fragmentos en los que se configuran atmósferas siniestras. Por ejemplo, en el viaje del protagonista de “A la deriva” por el río Paraná. El narrador dice: “El paisaje es agresivo y reina en él un silencio de muerte” (146). La descripción del río anticipa la muerte del protagonista, ya que utiliza un campo semántico en torno a lo fúnebre: hay paredes del río que lo “encajonan fúnebremente” (147) y “negros bloques de basalto” (147) en las orillas y el bosque. La escena es siniestra porque el narrador tiene cierta familiaridad con el río, pero en este momento en particular, mientras se encuentra agonizando en soledad, el río se transforma en un espacio lúgubre y oscuro, y genera miedo.