Los cuerpos en el Muro
A través de comparaciones, Defred nos ofrece una imagen tétrica e impactante de los cuerpos colgados en el Muro tras el Salvamento de los Hombres. Al comparar los cadáveres con elementos cotidianos e inofensivos como hombres de nieve y muñecas, se genera una disonancia perturbadora. Esta discordancia llega a su punto álgido cuando se comparan las manchas de sangre en la bolsa que cubre el rostro de uno de los cuerpos con "otra boca, pequeña y roja como la que pintaría u niño de parvulario con un pincel grueso" (Cap.6, p.63). Atwood utiliza deliberadamente imágenes que parecen inapropiadas, para que nos demos cuenta de la forma en que lo horrible ha llegado a ser completamente aceptado en Gilead.
Los jardines
Defred describe dos jardines en su relato, el de Serena Joy y el suyo propio, aunque de formas completamente diferentes. En primer lugar, el jardín de Serena Joy es descrito en gran detalle con imágenes visuales: sabemos qué flores y plantas hay, el estado en el que se encuentran, y cómo evoluciona a lo largo del relato. Para esta Esposa, el jardín es una forma de entretenerse, de tener "algo que ordenar, mantener y cuidar"(Cap.3, p.36). Defred no logra empatizar con este jardín (ni con Serena), y por eso su descripción se queda en lo meramente visual.
No obstante, a partir de este jardín Defred logra evocar el suyo propio: "el olor de la tierra removida, la forma redondeada de los bulbos abiertos, el crujido seco de las semillas entre los dedos" (Cap.3, p.36). Al tratarse de un recuerdo, las imágenes se vuelven mucho más abstractas, sensoriales, con elementos olfativos y auditivos. La abstracción da cuenta también de la profundidad de los sentimientos de Defred, en contraposición a las descripciones figurativas del jardín de Serena.
La Ceremonia
Defred describe vívidamente la escena de la Ceremonia de fecundación, derivada del cuento bíblico en el que una esclava tiene hijos para una mujer estéril por el marido de la mujer. Tras la lectura de la Biblia, Defred es obligada a tumbarse sobre las piernas de la Esposa mientras tiene relaciones sexuales con el Comandante: "Tengo la falda recogida, pero solo hasta la cintura. El Comandante está follando. Lo que está follando es la parte inferior de mi cuerpo" (Cap.16, p.140). El nivel de detalle de las descripciones da cuenta de la impersonalidad con la que trata Defred la situación, para no involucrarse emocionalmente.
La contaminación
En el mundo de El cuento de la criada, el índice de natalidad ha bajado enormemente, entre otras cosas, debido a los altos niveles de contaminación. Tras describir el ambiente, "saturado de sustancias químicas, rayos y radiación" (Cap.19, p.163), Defred hace una descripción tan vívida como desagradable de lo que puede ocasionar esta contaminación en el cuerpo. De hecho, en este momento Defred usa la segunda persona ("tu misma carne quizá esté contaminada" (Cap.19, p.163) como una forma de interpelar al lector. Así, Atwood traslada la problemática medioambiental de la novela a nuestro mundo, a modo de advertencia.