El cuento de la criada

El cuento de la criada Símbolos, Alegoría y Motivos

El color rojo (Símbolo)

En la novela, se usa el color rojo en el uniforme de las Criadas porque simboliza la fertilidad, que es la característica principal de estas mujeres. Es rojo el color de la sangre menstrual, así como de la sangre producto del parto: "...Todo es rojo, del color de la sangre, que es lo que nos define" (Cap.2, p. 31). Al mismo tiempo, el rojo es un color asociado al pecado original, lo cual se relaciona con el desdén con el que son vistas las Criadas por el resto de la sociedad.

El color rojo vuelve a hacer su aparición en la novela en diversas instancias, pero Defred intenta desligarse de esta simbología:

"Miro al [hombre ahorcado] de la sonrisa roja. El rojo de la sonrisa es igual al de los tulipanes del jardín de Serena Joy, más intenso cerca del tallo, donde empiezan a cicatrizar. Es el mismo rojo, pero no hay ninguna relación entre ambos.(...) Representa un gran esfuerzo por hacer tales distinciones. Necesito hacerlas." (Cap.6, p.64)

Es importante para ella no darle entidad al color rojo sangre que impregna toda su vida, con su uniforme como elemento principal, en un esfuerzo por mantener la cordura.

El huevo (Motivo)

Todas las mañanas, Defred come huevos para el desayuno, presumiblemente como una fuente de proteínas fácil de proporcionar. A lo largo del libro, a menudo hace una pausa antes de comer para observar y filosofar sobre el huevo. Su superficie lisa y en blanco se convierte en el lienzo perfecto para que Defred pinte sus pensamientos y sentimientos más íntimos:

"La mínima expresión de vida. El placer condensado en un huevo. Bendiciones que se cuentan con los dedos de una mano. Pero probablemente así es como se espera que reaccione. Si tengo un huevo, ¿qué más puedo querer?
En una situación apurada, el deseo de vivir se aferra a objetos extraños." (Cap.19, p.161)

Por supuesto, también está el paralelismo entre los huevos de gallina y los huevos humanos. Se supone que Defred debe producir huevos viables y fértiles que puedan ser fecundados hasta convertirse en niños, y los huevos que le dan en cada desayuno son un recordatorio simbólico de la importancia de su fertilidad.

La preocupación de Defred por la fertilidad puede verse en cómo, seguramente de modo inconsciente, emplea frases relacionadas con los huevos. Así, habla de "el medio huevo de cristal del ascensor" (p.342), describe la voz transparente de Janine como "de clara de huevo cruda" (p.186) y menciona el "color de una yema de huevo" (p.369) de un diente de león.

Los ojos (Símbolo)

La novela está llena de ojos, que representan temas clave como la paranoia, la vigilancia y la autoridad de Gilead. "Los Ojos de Dios", el nombre de la policía secreta de Gilead, simboliza la omnipresencia de la inteligencia gubernamental. Es un símbolo tanto del totalitarismo como de la teocracia imperante en la nación.

Como Defred se preocupa de que cualquiera que conozca, desde el médico hasta Deglen, pueda ser un Ojo, también ve ojos en todas partes, desde la placa de un guía turístico hasta su propio tatuaje en el tobillo. El ojo más complejo del libro es la moldura de yeso en el techo de la habitación de Defred, que ella se imagina como un ojo ciego. Más tarde se entera de que la anterior Criada se colgó de la lámpara que solía estar allí, por lo que el ojo ciego llega a significar tanto la muerte como la libertad.

La violencia sexual (Motivo)

La violencia sexual, especialmente hacia las mujeres, está presente a lo largo de toda la novela. Si bien la sociedad de Gilead se vanagloria de haber logrado reducir la tasa de violencia sexual hacia las mujeres, encontramos varias instancias donde esto no es sino lo contrario: la violencia sexual ha sido institucionalizada.

El principal ejemplo es la existencia misma de las Criadas: mujeres que no tienen agencia sobre su propio cuerpo por el solo hecho de poseer ovarios viables, que son pasadas de un hombre a otro y con las que se realizan Ceremonias con el solo objetivo de que queden embarazadas y así aumentar la población.

Asimismo, si bien no es aceptada abiertamente, la prostitución sigue existiendo como una forma de sumisión de la mujer. En el prostíbulo Jezabel se encuentra mujeres coartadas de su libertad y fertilidad a cambio de no ser enviadas a las Colonias, para disfrute de los hombres de más alto rango de la sociedad. Si bien esta actividad es clandestina, no hay ningún interés en detenerla.

A pesar de esto, tanto las Tías como los Comandantes insisten en que las mujeres están más protegidas bajo el nuevo régimen, y destacan las severas penas a los violadores durante las Particicuciones. Sin embargo, al final de la Particicución que tiene lugar en la Parte XIV, Deglen se entera de que los supuestos cargos de violación son usados con fines políticos.

Las flores (Motivo)

Hacia el final de la narración, Defred se disculpa por el tono lúgubre de su relato, pero nos recuerda que no todo fue negativo: "También he intentado mostrar algunas de las cosas buenas. Por ejemplo las flores, porque ¿a dónde habríamos llegado sin ellas?" (Cap.41, p.359). Las flores suelen ser destacadas como elementos que representan belleza, femineidad y fertilidad, y en El cuento de la criada se les da especial atención como elementos de la naturaleza que continúan floreciendo en una época en la que pocas mujeres pueden lograrlo.

En ese sentido, Defred parece identificar su situación, y la de todas las mujeres oprimidas en general, con lo que sucede en el jardín de Serena Joy: "Hay algo subversivo en el jardín de Serena, una sensación de cosas enterradas que estallan hacia arriba, sin pronunciar palabra, bajo la luz, como si señalaran y dijeran: Aquello que sea silenciado clamará por ser oído, aunque en silencio" (Cap.25, p.216).

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