Defred se encuentra en la misma situación que los animales sobre los que estudió en clases de Psicología
La parte V, "La siesta", comienza con la descripción de diversos estudios sobre animales que Defred estudió en sus clases de psicología. Por ejemplo, menciona "el capítulo sobre las ratas de laboratorio que se aplicaban a sí mismas descargas eléctricas, sólo por hacer algo" (Cap. 13, p.110). Hay una ironía situacional en el hecho de que ella ahora tampoco sea más que una rata de laboratorio, pasando sus días en total aburrimiento y buscando quedar embarazada como única forma de salir de la monotonía.
Hay una cultura de mujeres, pero es lo opuesto a lo que el feminismo proponía
Defred se da cuenta de lo irónico que es que en la sociedad de Gilead haya una cultura donde la mujer juega un rol primordial, lo cual coincide con los objetivos feministas de su madre, pero, a la vez, los ideales han sido tan tergiversados que la mujer ha acabado en un lugar mucho más oprimido que antes. En el capítulo 21, Defred le dice a su madre, sarcásticamente: "Querías una cultura de mujeres. Bien, aquí la tienes. No es lo que pretendías, pero existe. Tienes algo que agradecer" (p.184).
Algunos miembros del aparato represor de Gilead son llamados "Ángeles"
Al pensar en Ángeles, normalmente imaginamos seres bondadosos que inspiran amor y paz. Nada más alejado de los soldados de Gilead, quienes se encargan de luchar en las guerras y de vigilar y castigar dentro de las ciudades y alrededor de los Centros de Reeducación. Irónicamente, es así como se llama a estos guardianes. Esta disonancia entre lo que se espera y lo que realmente es constituye una herramienta usada por Atwood a lo largo del texto para crear una atmósfera perturbadora. Ya desde el primer capítulo podemos ver el uso de esta ironía, en palabras de Defred: "Los Ángeles permanecían fuera, dándonos la espalda. Para nosotras eran motivo de temor" (Cap. 1, p. 24).
La vestimenta de las Criadas remite al de las monjas, aunque su rol en la sociedad es procrear
En la Parte II, Defred hace varias alusiones a su similitud con las monjas. Dice que en la casa a la que fue asignada el tiempo se marca con campanadas, "como ocurría antes en los conventos", y destaca que uniforme de las Criadas es muy similar al de las monjas cristianas, salvo por su color. Defred se ve a sí misma como "Una Hermana, bañada en sangre" (Cap. 2, p. 31). Incluso, algunas personas llama a estos vestidos "hábitos" (Cap. 5, p.53). La ironía yace en que la característica principal de las monjas era su castidad, mientras que la única funcion de las Criadas es procrear.