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¿Cómo es la relación entre padre e hijo y por qué es importante para la historia?
Desde el inicio del cuento se presenta a un padre viudo, ya viejo, “de estómago y vista débiles” (p. 67), que se preocupa mucho por su hijo. Este, quien no es más que un chico de trece años “muy alto para su edad” (p. 66), es descrito como alguien todavía infantil, pero muy responsable. El hijo abandona la casa y sale al monte en busca de algo para cazar; a partir de su partida, solo será posible conocerlo a través de los pensamientos del padre.
Como el narrador está enfocado en el padre, lo que podemos saber sobre su relación con el hijo está condicionado. El padre es alguien que ama profundamente a su hijo, y que no tiene “otra fe ni esperanza que la vida de su hijo” (p. 67). Está obsesionado con la idea de que pueda sucederle algo, y lucha contra “lo que él considera su egoísmo” (p. 67). Es por eso que lo ha criado libremente, así como educado para los peligros que significa vivir en el monte.
Uno de los aspectos más importante del vínculo es la confianza que padre e hijo se tienen, ya que, como dice el narrador, “no se engañan jamás” (p. 68). Esto es clave para entender la angustia y la desesperación del padre mientras espera a su hijo, que quedó en volver a las doce del mediodía, cuando este se retrasa. De esta manera, el cuento logra transmitir esa misma angustia al lector, que intuye el desenlace trágico de la historia.
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¿Por qué se dice que el narrador se aleja del típico narrador del naturalismo?
El estilo de Quiroga suele responder al realismo tardío de principio de siglo y, más específicamente, al naturalismo, género que se caracteriza por retratar una realidad social a través de un narrador omnisciente que sabe qué piensan y sienten todos los personajes y que, además, posee un ojo clínico para el detalle y una mirada cientificista sobre el comportamiento humano. Pese a esto, en el cuento “El hijo”, el narrador incorpora elementos del melodrama, del horror y del fantástico en la historia. Sobre todo, a diferencia del narrador naturalista puro, el narrador de "El hijo" se adhiere tanto al punto de vista del padre que llega a involucrar al lector en las alucinaciones del protagonista como si fueran vividas en primera persona. Esta cercanía con el punto de vista del padre y la inmersión del lector en sus alucinaciones son características que se apartan totalmente del narrador omnisciente y presuntamente objetivo del naturalismo.
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¿Qué función específica cumplen las alucinaciones del padre en la trama?
Las alucinaciones que sufre el padre en el cuento sirven, para empezar, para describir el estado mental alterado del protagonista. Sabemos que el padre ha visto “concretados en dolorosísima ilusión, recuerdos de una felicidad que no debía surgir más de la nada en que se recluyó” (p. 68). También sabemos que, al menos una vez, ha alucinado con la muerte de su hijo, que es la razón de su vida; esta alucinación funciona como una premonición que predispone al padre y a los lectores a suponer que el hijo ha muerto.
También es importante señalar que es difícil confiar en un personaje que sufre de alucinaciones; al estar el narrador estrechamente focalizado en el padre, la historia es contada por momentos a través de sus ojos. Es por esta cercanía entre el narrador y el padre que, cuando este busca a su hijo, el relato se vuelve por momentos confuso e inestable.
Finalmente, las alucinaciones crean un falso final de encuentro con el hijo. Sin embargo, el cierre verdadero del relato revela que el padre ve a su hijo vivo mientras este yace muerto desde las diez de la mañana.
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¿Qué lugar ocupa la ausencia de la mujer del protagonista?
El narrador, en el cuento, en ningún momento precisa quién fue la madre del niño, su nombre, ni tampoco por qué murió ni a qué edad. De hecho, nunca se la menciona; solo se dice que, para un “padre viudo” (p. 67), ha sido difícil educar a un hijo. Esta negativa a siquiera describir alguna característica superficial de esta mujer parece darse en relación con la complicidad creciente del narrador con el padre en el relato.
El único otro momento en donde es posible intuir lo importante que fue esta mujer en la vida del hombre es cuando se menciona por primera vez una alucinación: “Ha visto, concretados en dolorosísima ilusión, recuerdos de una felicidad que no debía surgir más de la nada en que se recluyó” (p. 68). Esta felicidad pasada que el padre niega, pero que se le repite en forma de visiones, es lo que da el tono de nostalgia al personaje.
Podemos decir que la ausencia de la mujer del padre es, paradójicamente, a lo largo del cuento, una presencia constante. Significa el pasado perdido y la fuente de una gran angustia para el protagonista, que lucha para no perder a su hijo y, así, quedar irremediablemente solo.
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¿Por qué podríamos decir que “El hijo” tiene elementos del fantástico y el horror?
Quiroga utiliza las alucinaciones del padre como un elemento disruptivo en la trama de “El hijo”. Estas visiones, especialmente las relacionadas con la muerte del niño, crean una atmósfera que aleja el cuento del género naturalista, dotándolo de una dimensión terrorífica, donde las pesadillas pueden materializarse. Las alucinaciones generan una ambigüedad entre lo real y lo imaginario, lo que resulta perturbador, tanto para el padre como para el lector del cuento.
Lo fantástico también es un elemento que aparece como producto de las alucinaciones. Son estas visiones que el padre tiene con su hijo muerto las que pueden leerse como premoniciones del futuro trágico que le depara, y no meramente como una enfermedad que lo atormenta. Es por eso que, mientras más se adentra el padre en el monte en busca de su hijo, más se le repite la visión de su hijo muerto.