Con el título original de The Yellow Wallpaper y publicada por primera vez en 1892 en Estados Unidos, El papel pintado amarillo es una narración literaria basada en experiencias personales de la autora, Charlotte Perkins Gilman. Sus múltiples traducciones al español la han titulado con pequeñas variaciones, como El papel amarillo, El tapiz amarillo, El empapelado amarillo, El papel de pared amarillo y El papel pintado amarillo. Si bien buena parte de la obra refleja experiencias reales de la escritora, no se trata de una autobiografía, ya que también hay importantes diferencias entre la protagonista y Charlotte Perkins.
Poco después de dar a luz a su primera hija, la autora comienza a sufrir síntomas de una seria depresión, por lo que es atendida por un médico llamado Silas Weir Mitchell, reconocido especialista en los entonces llamados "trastornos nerviosos" que, en el siglo XIX, se cree que afectan principalmente a las mujeres. El Dr. Weir Mitchell diagnostica a Perkins con neurastenia y le indica el tratamiento del reposo absoluto, es decir, una total y forzada inactividad. En sintonía con el pensamiento médico de la época, Weir Mitchell cree que la depresión es resultado de un exceso de actividad mental y nerviosa. Por eso, sostiene que la autora debe dejar de ejercer cualquier tipo de tarea física y trabajo creativo, incluyendo la escritura, por el resto de su vida. El objetivo de este tratamiento es promover la vida doméstica y calmar los nervios agitados. Perkins intenta seguir las indicaciones médicas y deja de escribir durante unos tres meses. En cierto punto, comienza a percibir que, de a poco, está perdiendo la cordura. Incluso se encuentra gateando debajo de la cama y arrastrando una muñeca de paño.
El papel pintado amarillo narra en primera persona la situación de una mujer que acaba de tener un bebé y sufre una profunda depresión, y las dificultades del tratamiento impuesto por su marido, un importante médico llamado John. El hombre la ha llevado a una casona lejos de la ciudad y cerca de la playa dado que, asegura, ella necesita descansar. La mujer vive fatigada, duerme mal, se comporta de manera obsesiva y tiene pensamientos paranoicos con respecto a quienes la rodean. Además, escribe a escondidas, ya que tiene prohibido realizar cualquier actividad creativa. Encerrada en una habitación que no le gusta, se obsesiona con el diseño del papel que recubre las paredes a modo decorativo. A pesar de que aquí no es directamente el Dr. Wier Mitchell quien impone este tratamiento de reposo, se menciona su nombre en la obra, y la protagonista incluso dice que sus métodos son todavía peores.
En la ficción, la protagonista enloquece por completo. Esto no ocurre en la vida real de la autora, que se da cuenta de que el reposo absoluto en verdad deteriora su salud mental. Charlotte Perkins decide, finalmente, abandonar el tratamiento, se separa de su primer marido y se muda a California para lidiar con la depresión a su manera. Aunque este esfuerzo resulta exitoso y su salud mental mejora, la autora ha explicado que las prescripciones de Weir Mitchell tuvieron consecuencias traumáticas durante el resto de su vida.
Esta obra es una denuncia a la opresión ejercida por el control médico de los cuerpos y las mentes, en particular, de las mujeres, forzadas a la vida doméstica y privadas de la posibilidad de desarrollarse como artistas, escritoras e intelectuales. La autora escribe para expresar las experiencias opresivas que ha sufrido, y también con el objeto de evitar que lo mismo les siga sucediendo a otras mujeres.
En 1890, tras terminar de escribir El papel pintado amarillo, la autora se lo envía al escritor William Dean Howelss y este, a su vez, se lo muestra a Horace Scudder, editor de la prestigiosa revista The Atlantic Monthly. Scudder se niega a publicarlo porque lo considera un texto deprimente. El editor le dice a la autora que se niega a publicar un material que pueda angustiar a sus lectores. Más tarde, en mayo de 1892, la narración se publica en The New England Magazine. En su autobiografía, Perkins Gilman cuenta que le envía un ejemplar a Weir Mitchell. Este nunca le responde, pero poco después comienza a aplicar cambios en su tratamiento para la depresión. La autora asegura que esta modificación es resultado directo de la influencia de su obra. Asimismo, cuenta que conoce el caso de una familia que, al haber leído su texto, decide terminar con el tratamiento del reposo absoluto para otra mujer con depresión.
La respuesta pública a la obra ha sido contundente. En los primeros años después de su publicación, El papel pintado amarillo es leída como una historia de terror que se inserta en la tradición de la literatura gótica de Egdar Allan Poe y Mary Shelley. A partir de los años setenta del siglo XX, comienza a ser reconocida también como narrativa feminista, y se destacan sus críticas a la situación de las mujeres y al poder de las ciencias médicas para controlar los cuerpos y las ideas.