Genero
Novela
Configuración y Contexto
Rusia, década de 1860 (Primera parte); década de 1840 (Segunda parte)
Narrador y Punto de Vista
La novela está narrada en primera persona por el protagonista, el hombre del subsuelo.
Tono y Estado de Ánimo
El tono es reflexivo, pesimista e irónico, con muchos momentos de humor amargo.
Protagonista y Antagonista
El protagonista es el hombre del subsuelo y, aunque reconocemos una serie de antagonistas (sobre todo, Zkierzov y Liza), podríamos afirmar que su antagonista es la vida en sociedad en general.
Conflicto Principal
El hombre del subsuelo reflexiona y narra una serie de episodios en los que da cuenta de su dificultad para relacionarse con otros y formar parte de la sociedad.
Climax
El clímax tiene lugar en el Capítulo IX de la segunda parte de la novela, cuando Liza le ofrece al narrador la redención y él acepta que no puede salvarse.
Presagio
Puede decirse que la primera parte de la novela, anclada en la década de 1860, funciona como una gran anticipación de los fracasos que se narrarán en la segunda parte, contextualizada veinte años antes.
Atenuación
N/A
Alusiones
La novela puede leerse en clave paródica, en buena medida, por las frecuentes alusiones a 'Qué hacer', novela de Chernishevski publicada poco antes. También hay personajes y escenas que remiten a otras obras de la literatura rusa, como 'El capote', de Gogol, o 'El doble', del mismo Dostoyevski.
Imágenes
Ver sección "Imágenes" en esta guía.
Paradoja
Aunque identifica y se dirige expresamente a sus lectores, intelectuales contemporáneos a la publicación de la novela, el hombre del subsuelo también asegura que nunca publicará sus memorias, por lo que esos lectores no existen. Constituye una clara paradoja que el narrador les diga, a esos lectores, que no existirán.
Paralelismo
N/A
Metonimia y Sinecdoque
N/A
Personificación
Al principio de la primera parte de la novela, el hombre del subsuelo les dice a sus lectores imaginarios: “La naturaleza no les pregunta, está más allá de sus deseos y de si les gustan o no sus leyes” (p.14). En este pasaje está personificando a la naturaleza al atribuirle la capacidad de preguntar, propia de las personas. El recurso sirve aquí para cuestionar, de forma humorística, el libre albedrío: para destacar la incapacidad de las personas de decidir, el narrador les contrapone una naturaleza personificada que parece tomar decisiones por ellas.