Resumen
El poema "Muerte de Antoñito el Camborio" comienza con voces antiguas de muerte que suenan cerca del río Guadalquivir, que atraviesa Andalucía, y cuenta la pelea que Antoñito desata contra 4 hombres. Consigue herir a uno de ellos y se mancha la corbata con su sangre, pero los demás logran matarlo a él porque son mayoría. En la segunda estrofa, el yo lírico dialoga con el personaje. Le pregunta quién le ha quitado la vida, y Antonio responde que han sido sus 4 primos, de apellido Heredia, por envidia. El yo lírico le dice que piense en la Virgen porque va a morir, y Antonio le responde: "¡Ay Federico García, / llama a la Guardia Civil" (262), es decir que el nombre del yo lírico coincide con el del autor del Romancero gitano. En la última estrofa se cuenta que el joven muere de 3 puñaladas y un ángel le pone un almohadón bajo la cabeza, mientras otros le prenden velas. Cuando los primos regresan a su pueblo, llamado Benamejí, dejan de sonar las voces de muerte cerca del río Guadalquivir.
Análisis
Este poema está dedicado a José Antonio Rubio Sacristán, amigo de Lorca. Son compañeros de habitación en la Residencia de Estudiantes de Madrid. El texto da continuidad al anterior, ya que retoma al mismo personaje, pero en otra secuencia diferente.
Paradójicamente, Antoñito no muere en manos de la Guardia Civil, sino que son sus propios primos quienes lo asesinan por envidia, tal como explica él mismo: "¿Quién te ha quitado la vida / cerca de Guadalquivir? / Mis cuatro primos Heredias / hijos de Benajemí. / Lo que en otros no envidiaban, / ya lo envidiaban en mí. / Zapatos color corinto, / medallones de marfil, / y este cutis amasado / con aceituna y jazmín" (261). Recelan, pues, su belleza y sus afeites gitanos. En la cita puede leerse, además, que el personaje dialoga con el yo lírico, como en varios romances de este libro. De todas maneras, en este caso ocurre algo particular. Cuando Antonio está por morir, le pide: "¡Ay Federico García, / llama a la Guardia Civil! / Ya mi talle se ha quebrado / como caña de maíz" (262). Es el único personaje que llama a la voz poética por su nombre y este, a su vez, coincide con el del autor del libro. Por ese motivo, podemos afirmar que el yo poético es muy cercano al autor en esta obra.
El poema está plagado de signos, procedimientos y símbolos que indican la muerte del protagonista. En primer lugar, se da la repetición de los versos iniciales "Voces de muerte sonaron / cerca de Guadalquivir", que también nos proporcionan el lugar donde se escenifica este asesinato. La primera estrofa se abre y cierra con estos versos, y los dos versos finales del poema los repiten con una variación: "Voces de muerte cesaron / cerca de Guadalquivir" (262). Las dos primeras anticipan la tragedia y la última, mediante la sustitución paronomástica de "sonaron" por "cesaron", le pone fin, porque el destino ya se ha cumplido, Antonio ha muerto.
En segundo lugar, el cuerpo del protagonista, ya herido y en agonía, se describe rodeado por varios elementos que en la simbología de Lorca representan la muerte: "Antonio Torres Heredia, / Camborio de dura crin / moreno de verde luna" (261). El personaje es animalizado como un caballo y su piel morena recibe la luz de una luna verde. Como se ha mencionado, el animal, el satélite y el color son símbolos de la muerte muy recurrentes en esta poética, y aquí figuran entrelazados. De esta manera, se potencian para ofrecer un retrato de Antoñito, que es ya casi un cadáver.
En tercer lugar, unos ángeles protegen el cuerpo del muerto: "Un ángel marchoso pone / su cabeza en un cojín. / Otros de rubor cansado, / encendieron un candil" (262). Estas criaturas se asemejan a los ángeles negros de otros poemas, como "Reyerta", que también rodean y acompañan a los difuntos. El "ángel marchoso" es especialmente agitanado, ya que ese adjetivo se refiere a su postura, su porte galante, gracioso y de cierta arrogancia, que es posible reconocer en las figuras gitanas de Andalucía. Una vez más, vemos que el romancero proyecta una serie de escenas míticas que entrecruzan lo cristiano y lo gitano.
Por otra parte, dando continuidad a "Prendimiento de Antoñito el Camborio en el camino de Sevilla", en este poema vuelve a aparecer el motivo de los toros para describir el universo mítico gitano-andaluz: "... las estrellas clavan / rejones al agua gris" (260). El rejón es un palo largo de madera con una cuchilla en la punta que sirve para dañar a los toros. En esta imagen, las estrellas aparecen personificadas como toreras que penetran con su brillo las aguas del río durante la noche en que Antoñito pelea contra los cuatro primos Heredia.