Resumen
El "Romance de la pena negra" presenta a Soledad Montoya, una mujer gitana que baja por el monte una madrugada. Su piel es de color cobrizo y sus pechos, como yunques, emiten sonidos de lamento, de pena. El yo lírico se dirige a ella y le pregunta a quién busca a esa hora, estando sola. Soledad responde que busca su alegría y su persona. El yo lírico se muestra poco optimista y habla del gran tamaño de la pena de esta mujer: "¡Soledad, qué pena tienes! / ¡Qué pena tan lastimosa!" (244). La mujer confirma que su pena es inmensa y corre por su casa como una loca. Su cuerpo y sus ropas se ponen de color negro. En la segunda y última estrofa del poema, más breve que la primera, el yo lírico se lamenta por la pena y la soledad de los gitanos andaluces.
Análisis
García Lorca menciona este poema por primera vez en una carta que le envía a Melchor Fernández Almagro en 1926 bajo el título "Romance de la pena negra en Jaén", pero lo escribe dos años antes, en 1924. Está dedicado a José Navarro Pardo, profesor de la Universidad de Granada, especialista en culturas árabes, amigo del poeta y miembro de la revista gallo, dirigida por Federico.
Se trata del último poema de la colección que tiene como protagonista a una mujer, en este caso a Soledad Montoya, que encarna la pena gitana. Como se ha mencionado, es el sentimiento que el autor quiere explorar a fondo en este romancero. La pena no es lo mismo que la tristeza, la melancolía y la angustia; es un sentimiento más específico. De acuerdo con el propio Lorca, es una "pena negra" de la cual no es posible escapar, ni siquiera con la muerte. Está muy relacionada con el amor, el desamor y las pasiones. En la protagonista de este poema, la pena se liga directamente con una soledad absoluta, enloquecedora y trágica (ya marcada en su propio nombre). La protagonista dialoga con el yo lírico y este remarca: "¡Soledad, qué pena tienes! ¡Qué pena tan lastimosa!" (244).
Algunos elementos del poema permiten interpretar que Soledad es una mujer gitana. La referencia a su larga cabellera peinada en trenzas es uno de ellos: "... Corro / mi casa como una loca, / mis dos trenzas por el suelo, / de la cocina a la alcoba" (244). Además, se mencionan objetos metálicos para describir su cuerpo. Su piel es de color cobrizo: "Cobre amarillo, su carne" (242) y sus senos también son comparados con metales: "Yunques ahumados sus pechos, / gimen canciones redondas" (243). El poema, por otra parte, menciona "las tierras de aceituna" (244), o sea, los olivares típicos del sur de España, y un aroma a caballo que acompaña a la protagonista mientras ella camina por el monte oscuro de noche, escena que repiten varias de las mujeres gitanas de este poemario, como Preciosa.
La pena parece emanar directamente de las tierras andaluzas: "No me recuerdes el mar, / que la pena negra, brota en las tierras de aceituna / bajo el rumor de las hojas" (244). Y sobre todo, el anclaje de esta mujer en la cultura gitana se expresa en los últimos versos del romance: "¡Oh, pena de los gitanos! / Pena limpia y siempre sola. / ¡Oh pena de cauce oculto / y madrugada remota!" (245). Al comienzo, Soledad busca su alegría y su persona, pero rápidamente el poema le recuerda (y nos recuerda a los lectores) que jamás podrá encontrarlas: está condenada a la soledad y al sentimiento de la pena andaluza, la "pena de los gitanos". En los versos recién citados, se pone el énfasis en el misterio que envuelve a la pena negra: no es posible conocer su cauce, su origen, sus motivos, y parece insertarse en una noche eterna, en esa oscuridad o negrura que la caracteriza, ya que la madrugada es remota, muy lejana, inalcanzable; la pena negra de los gitanos es un sentimiento misterioso y nocturno.
De acuerdo con la crítica especializada, "Soledad no experimenta la pena negra: es la pena negra" (Josephs y Caballero, 2020: 244). Es decir, es un personaje que da cuerpo y voz al sentimiento y que va más allá de la anécdota individual. Lorca explora la pena negra como sentimiento típico de las figuras gitanas andaluzas, como una lucha con los misterios del amor pasional. Pero en ese sentido, la pena es también un sentimiento universal de los seres humanos de todas las culturas. Así, el poema se concentra en una particularidad gitana para expresar de manera literaria un tema universal.