Romancero gitano

Romancero gitano Resumen y Análisis "Reyerta"

Resumen

"Reyerta", tercer poema de este romancero, comienza con una descripción lírica del paisaje andaluz: en un barranco brillan unas cuchillas ensangrentadas, hay naipes sobre una mesa, dispuestos para algún juego de cartas, pasan jinetes montando caballos enfurecidos y dos ancianas lloran. Juan Antonio el de Montilla está muerto y su cuerpo rueda cuesta abajo del barranco, lleno de lirios. Tiene una granada en la cabeza. Por los olivares se acerca un juez con la Guardia Civil. Ha habido una reyerta, es decir, una pelea, entre gitanos (romanos) y soldados (cartagineses); han muerto cuatro de los primeros y cinco de los segundos. El romance termina con el final de la tarde calurosa y el vuelo de ángeles negros en el horizonte.

Análisis

Este romance está dedicado a Rafael Méndez Martínez, médico y farmacólogo español, amigo de Lorca y otros grandes artistas españoles de la época, como Salvador Dalí y Luis Buñuel. Se publica por primera vez en la revista catalana L'amic de les arts y forma parte de los primeros versos publicados allí en lengua castellana. También se publica en La verdad, suplemento literario en 1926. Al igual que el primer poema de este romancero, el título es modificado en sus diferentes versiones, aparece primero como "Reyerta de gitanos" y "Reyerta de mozos".

Todo el poema es enunciado por un yo lírico en tercera persona. Es un perfecto ejemplo del entramado lorquiano de poesía lírica, narración y escenografía teatral. Los primeros versos pintan un paisaje andaluz: "Una dura luz de naipe / recorta en el agrio verde, / caballos enfurecidos / y perfiles de jinetes. / En la copa de un olivo / lloran dos viejas mujeres" (225-226). Sobre ese escenario tiene lugar la reyerta, es decir, la pelea entre gitanos y soldados de la Guardia Civil. Es importante destacar que este espacio fusiona elementos realistas de la tierra andaluza, como los olivos y los caballos, con otros mágicos o místicos, como la referencia al juego de naipes (elemento que los gitanos usan para interpretar la suerte), a través del cual se proyecta la luz de la escena.

Por otra parte, ya en esos versos iniciales se destacan varios símbolos de la muerte propios de la poética de este autor: el color verde, los caballos y sus jinetes, así como la referencia a las navajas de Albacete, que aún hoy son las más famosas de España, y que usan los hombres para pelear en esta reyerta. Y, en efecto, de inmediato se figura el cuerpo muerto de un gitano llamado Juan Antonio el de Montilla, que cae rodando barranca abajo rodeado de flores. Luego sabemos que "Han muerto cuatro romanos / y cinco cartagineses" (227), es decir, cuatro soldados de la Guardia Civil y cinco gitanos. Esta referencia enfatiza la lucha que históricamente se produce en Andaluzía entre esas dos fuerzas, lo cual puede verse con más nitidez en los dos versos inmediatamente anteriores: "Señores guardias civiles: / aquí pasó lo de siempre" (227), es decir, esta es una recreación poética de una lucha que se repite sin cesar.

El poema, como casi todos los que forman parte del Romancero gitano, también recurre a la personificación, en este caso de la tarde. En la última estrofa leemos: "La tarde loca de higueras / y de rumores calientes / cae desmayada en los muslos / heridos de los jinetes" (227-228). Además, el final del día se presenta casi como un paisaje, ya que tiene árboles de higo y se caracteriza por el calor, típico del sur de España. La tarde, así, parece funcionar como un elemento de la naturaleza que, como en el poema anterior, empatiza y acompaña el sentimiento de los gitanos: se desmaya sobre los jinetes heridos, cubre sus cuerpos muertos.

Como en varios poemas del romancero, algunos símbolos que se presentan al comienzo, justo antes de que se desate la acción, vuelven a aparecer al final, para reforzar su valor como indicios. En este caso, eso ocurre con los ángeles negros que parecen sobrevolar toda la escena y representan la fuerte presencia de la muerte. Para introducir la imagen del cadáver de Juan Antonio el de Montilla vemos "Ángeles con grandes alas / de navajas de Albacete" (226), y en los versos finales del romance, "ángeles negros volaban / por el aire del poniente. / Ángeles de largas trenzas / y corazones de aceite" (228). En ambos momentos, estas figuras presentan una inversión con respecto a los típicos ángeles cristianos: son negros, sus alas no son suaves sino filosas como navajas, y tienen el cabello largo; todos elementos que se usan en el libro para describir los cuerpos y los objetos de los gitanos.