Eres alguien que por principio no espera ya nada de nada. Hay muchos, más jóvenes que tú o menos jóvenes, que viven a la espera de experiencias extraordinarias; en los libros, las personas, los viajes, los acontecimientos, en lo que el mañana te reserva. Tú, no. Tú sabes que lo mejor que cabe esperar es evitar lo peor. Esta es la conclusión a la que has llegado, tanto en la vida personal como en las cuestiones generales y hasta en las mundiales. ¿Y con los libros? Eso, precisamente porque lo has excluido en cualquier otro terreno, crees que es justo concederte aún este placer juvenil de la expectativa en un sector bien circunscrito como el de los libros, donde te puede ir mal o bien, pero el riesgo de la desilusión no es grave.
Con el primer capítulo, Calvino te presenta a ti mismo, como “Tú, el lector”, que es la perspectiva que tendrás durante la mayor parte de la novela. La descripción que Calvino hace de ti es la de una persona cuidadosa y conservadora: tratas de evitar la decepción a costa de tu propio placer. Sin embargo, escribe que te permites encontrar momentos de felicidad en los libros, objetos que no tienen un riesgo tan serio de desilusión. A través de esta descripción, Calvino da a entender que tu personaje no ha experimentado la vida por completo por miedo al arrepentimiento, especialmente en las relaciones románticas.
Es importante señalar que incluso en las primeras páginas, Calvino permite crear una distancia entre el personaje del Lector y el lector real del libro. Es posible que tú no seas alguien que "ya no espera nada de nada" (24). Puedes o no fumar cigarrillos, puedes ser joven o viejo, y puedes estar leyendo en varias posiciones. Esta caracterización supuestamente estereotípica que hace Calvino respecto de su "lector" puede generar incomodidad, ya que habrá muchos de nosotros que no coincidamos con una o varias de esas características. En este sentido, hay críticos que afirman que esta incomodidad es intencionada y forma parte del estilo posmoderno del autor.
Ten cuidado: con seguridad se trata de un sistema para implicarte poco a poco, para capturarte en la peripecia sin que te des cuenta: una trampa.
Calvino le advierte irónicamente al Lector que no se involucre demasiado con la historia; de lo contrario, puede ser manipulado por él. En Si una noche de invierno un viajero, el Lector no tiene el control de ningún evento y está a merced de los caprichos del autor. Sin embargo, en lugar de disuadirlo de seguir leyendo, Calvino le advierte que preste mucha atención a los giros y vueltas de la trama, para que pueda navegar (y disfrutar) su libro de forma segura.
Utiliza la palabra "trampa" para describir lo que él, el autor, está haciendo. Esta palabra se repetirá a lo largo del libro como motivo. La sensación del Lector de estar atrapado por el camino predeterminado de la narrativa tiene un paralelo con los personajes de muchas de las historias enmarcadas que hacen referencia a estar atrapados por varias cosas que van desde el secuestro físico hasta un trabajo en el gobierno.
Me refiero a eso cuando digo que quisiera remontar el curso del tiempo: querría cancelar las consecuencias de ciertos acontecimientos y restaurar una condición inicial.
Esta cita aparece en la historia enmarcada del capítulo "Si una noche de invierno un viajero". El narrador quiere pasar desapercibido y, para hacerlo, cree que debe deshacerse de la misteriosa maleta que se suponía que debía entregar a un extraño ese mismo día. Sin embargo, se da cuenta de que al tomar medidas para deshacerse de la maleta, estaría llamando más la atención. En este sentido, el narrador se encuentra en una encrucijada: por un lado, siente que lo único que realmente arreglaría la situación es retroceder en el tiempo, pero, al mismo tiempo, se da cuenta no solo de que no puede hacer eso, sino que además el tiempo sigue avanzando inexorablemente. Así las cosas, él no podrá escaparse de su pasado ni borrar sus malestares, y su accionar en la historia estará determinado por el usufructo que hagan otros personajes de la parálisis que le genera esa encrucijada.
Luchas con los sueños como con la vida sin sentido ni forma, buscando un diseño, un recorrido que debe de haber, como cuando se empieza a leer un libro y no se sabe, aún, en qué dirección te llevará. Lo que quisieras es la apertura de un espacio y de un tiempo abstractos y absolutos en los cuales moverte siguiendo una trayectoria exacta y tensa; pero cuando te parece que lo has logrado adviertes que estás quieto, bloqueado, forzado a repetirlo todo desde el principio.
Esta cita propone la idea de que las personas quizás buscan en los libros lo que desean en la vida. Si tomamos como referencia ese deseo del Lector de leer libros con un comienzo, un desarrollo y un final claros, y con una "trayectoria exacta y tensa", podemos inferir que él experimenta una sensación de falta de control en relación con su vida. Calvino expresa este sentimiento al escribir: "Luchas con los sueños como con la vida sin sentido ni forma, buscando un diseño, un recorrido que debe de haber...". A lo largo del libro, el Lector se enfrenta al desafío de tener que empezar libros que se detienen abruptamente en un momento crucial; esto aviva ese deseo de coherencia y esa necesidad de cierre. Este deseo se concretará recién al final de la novela, y no precisamente en relación con sus expectativas literarias: la única forma que encontrará de cerrar algo en su vida es casándose con Ludmilla.
Encima, el profesor Uzzi-Tuzii había comenzado su traducción oral como si no estuviera muy seguro de lograr que las palabras se juntaran unas con otras, volviendo sobre cada período para peinar su desgreñamiento sintáctico, manipulando las frases hasta que se ajaban por completo, manoseándolas, chapurreándolas, deteniéndose en cada vocablo para ilustrar sus usos idiomáticos y sus connotaciones, acompañándose con gestos envolventes como para invitar a contentarse con equivalentes aproximados, interrumpiéndose para enunciar reglas gramaticales, derivaciones etimológicas, citas de clásicos.
Italo Calvino era bastante consciente de las dificultades de la traducción. Si bien era principalmente un autor, también hizo algunos trabajos de traducción en italiano y trabajó en estrecha colaboración con traductores para que sus libros se publicaran en otros idiomas. Por otro lado, es probable que estés leyendo Si una noche de invierno un viajero traducido, lo que hace que esta cita sea aún más relevante. En ella, Calvino deja claro que la traducción no solo es difícil, sino que es imprecisa e imperfecta también. Siempre hay partes del contexto que serían necesarias para comprender completamente una obra en otro idioma, pero, al mismo tiempo, ofrecer cada una de las partes de ese contexto, las reglas y las explicaciones del caso entorpecería el flujo de la historia. Así las cosas, un traductor debe estar satisfecho con un término medio, en el que el lector obtenga una idea más o menos cabal del estilo del autor traducido sin que eso lo prive de sumergirse en la historia. El lector, a su vez, debe reconocer que al leer una traducción algo se perderá entre lo que el autor pretendía y lo que él recibe.
Lector, aguza el oído. Es una sospecha que se te insinúa, para alimentar tu ansia de celoso que aún no se acepta como tal. Ludmilla, lectora de varios libros a la vez, para no dejarse sorprender por la desilusión que puede reservarle cada historia, tiende también a llevar adelante juntas otras historias...
En esta cita, el narrador hace referencia a que Ludmilla lee varios libros al mismo tiempo para minimizar riesgos: si un libro la decepciona, tendrá otras historias en las que estará involucrada. Inicialmente, al personaje del Lector le preocupa que ella haga lo mismo con sus relaciones amorosas. Esta suposición, de alguna manera, da a entender que la forma de lectura de los diferentes personajes puede ser un reflejo de sus comportamientos en otros ámbitos. Mientras que Ludmilla quiere dejar libros sin terminar y comenzar otros, mostrando su audacia y evitando la decepción, el deseo más fuerte del Lector es la estructura y la catarsis de leer un libro de principio a fin. Otros personajes expresarán deseos de mecanizar la lectura, mostrando su hambre de progreso y dominación; otros, incluso, revelarán que anhelan tiempos más simples en los que podían leer simplemente por placer, lo que demuestra su falta de satisfacción con la vida.
La lectura que los amantes hacen de sus cuerpos (de ese concentrado de mente y cuerpo de que los amantes se sirven para ir a la cama juntos) difiere de la lectura de las páginas escritas en que no es lineal. Empieza por un punto cualquiera, salta, se repite, vuelve atrás, insiste, se ramifica en mensajes simultáneos y divergentes, vuelve a converger, se enfrenta con momentos de hastío, pasa la página, recupera el hilo, se pierde. Se puede reconocer en ella una dirección, el trayecto hacia un final, en cuanto tiende a un clímax, y con vistas a este final dispone fases rítmicas, escansiones métricas, retornos de motivos. Pero ¿el final es el propio clímax? ¿O la carrera hacia ese final se ve contrariada por otro impulso que se afana contracorriente, por remontar los instantes, por recuperar el tiempo?
En Si una noche de invierno un viajero, el principal conflicto del Lector es que no puede terminar de leer los libros que ha comenzado. Esto es así, en parte, porque está obsesionado con que la estructura de los libros sea lineal, es decir, que tengan un comienzo, un medio y, finalmente, una catarsis a través de un final culminante. Como no logra alcanzar ese clímax y cierre, se siente frustrado y confundido. Esta cita empuja a los lectores, tanto al personaje como a nosotros, lectores reales de la novela, a cuestionar nuestras creencias sobre la lectura, el sexo y la vida. El Lector (el personaje) parece tener la noción preconcebida de que la mejor manera de leer, tener sexo y vivir la vida en general es apresurarse hacia la finalización. Sin embargo, a Ludmilla, su pareja sexual en este encuentro, le gusta comenzar muchos libros a la vez, leer diferentes libros en varias partes de la casa y cambiar de opinión sobre el tipo de libros que le gustan. A través de este encuentro sexual y la metáfora extendida que se utiliza para describirlo, el Lector se expone a la idea de que la lectura puede ser más placentera cuando se llega al clímax y que ese final que lo obsesiona no debería ser el foco principal de la experiencia.
Solo a través de la limitación de nuestro acto de escribir la inmensidad de lo no-escrito se vuelve legible, esto es a través de las incertidumbres de la ortografía, las equivocaciones, los lapsus, los saltos incontrolados de la palabra y de la pluma.
El capítulo VIII difiere de los demás capítulos numerados de Si una noche de invierno un viajero respecto del enfoque del narrador: mientras los otros capítulos se narran en segunda persona y siguen al personaje del Lector, el capítulo VIII se narra en primera persona a través del diario de Silas Flannery. Flannery está experimentando un bloqueo de escritura después de una carrera prolífica como escritor, y este bloqueo lo lleva a cuestionarse la noción misma de autoría. En esta cita, Flannery reflexiona respecto de la historia sobre cómo se escribió el Corán. Afirma que las ideas o historias no son sagradas hasta que se escriben. Esto significa que los escritores tienen un gran poder para influir en los lectores, un tema que se transmitirá también más adelante, en el capítulo X, cuando el Lector se reúna con Arkadian Porphyrich para hablar sobre libros prohibidos.
Eres el protagonista absoluto de este libro, de acuerdo, pero ¿crees que eso te da derecho a tener relaciones carnales con todos los personajes femeninos?
No son pocos los literatos que han criticado Si una noche de invierno un viajero por ese retrato reduccionista de las mujeres como personajes meramente secundarios y simples objetos de deseo. Sin embargo, esta cita insinúa que Calvino ha tenido un propósito al crear un personaje principal que defiende esta visión anacrónica y patriarcal de las mujeres. Esta cita podría entenderse como una crítica del autor a la misoginia tanto del lector como de la industria editorial de aquella época. Es decir, si los lectores quieren ver a los personajes femeninos como meros objetos sexuales, Calvino les ofrece una historia que hace precisamente eso; pero cuando hace que su narrador interpele al Lector diciendo "... ¿crees que eso te da derecho a...?", de alguna manera parecería querer despegarse de esa visión machista que tanto él como varios de los lectores empíricos de la novela pudieran tener. Dicho de otra forma, este gesto de conciencia crítica que muestra el narrador en la cita podría funcionar para algunos como un argumento a favor de la idea de que Calvino infectó de misoginia su propia obra a propósito y de una forma irónica para generar conciencia respecto del machismo imperante en el mundo literario.
¿Usted cree que toda historia debe tener un principio y un final? Antiguamente un relato sólo tenía dos maneras de acabar: pasadas todas las pruebas, el héroe y la heroína se casaban o bien morían. El sentido último al que remiten todos los relatos tiene dos caras: la continuidad de la vida, la inevitabilidad de la muerte.
Si una noche de invierno un viajero es considerada una novela posmodernista. Los escritores posmodernistas a menudo parodiaban y desafiaban los estilos literarios del pasado, en particular la literatura modernista (escrita entre el siglo XVI y principios del siglo XX). Ahora bien, esta cita lleva el análisis y la crítica aún más atrás, a la Antigüedad. El séptimo lector desafía al Lector respecto de esa anacrónica creencia de que un libro debe tener un principio y un final, creencia que el propio Lector ha creído y buscado a lo largo de toda la novela. Lejos de cambiar su punto de vista al respecto, el Lector decide casarse con Ludmilla para poder lograr así esa sensación de cierre que tanto ha buscado. Por lo tanto, la novela tiene un final algo irónico: si bien al comienzo Si una noche de invierno un viajero presentaba aspectos innovadores como, por ejemplo, la estructura narrativa y el tipo de narrador, lo cierto es que la novela concluye de una forma extremadamente tradicional.