Resumen
Capítulo III
Volviendo a la historia principal, el narrador describe cómo el lento proceso de cortar páginas mientras uno lee afecta la experiencia de lectura. De repente, corta una página y encuentra dos en blanco. Al mismo tiempo, se da cuenta de que en el resto del libro hay un patrón: dos páginas impresas, dos páginas en blanco, y así. Además, cuando el Lector intenta retomar la lectura en la siguiente página impresa, los caracteres y la configuración del texto son diferentes. Al igual que en el último libro, algo salió mal durante el proceso de impresión, y el Lector se queda sin la forma de continuar con la historia con la que acababa de compenetrarse. Empieza a dudar de que la historia que estaba leyendo sobre Gritzvi, el niño de Kudgiwa, sea en verdad una novela polaca con el nombre de Fuera del poblado de Malbork, como dice la portada. El lector busca Pëtkwo en un atlas y descubre que no está en Polonia, sino en el estado independiente de Cimeria.
El Lector, emocionado, decide llamar a la Lectora que conoció en la librería. Recuerda que su nombre es Ludmilla. La persona que contesta cuando el lector llama al número es la hermana de Ludmilla, Lotaria. Ella hace una serie de sofisticadas preguntas académicas sobre el libro que el Lector quiere discutir; luego critica la forma en que Ludmilla lee, sin "poner de relieve los problemas" (63). Lotaria le dice al Lector que el número que dio Ludmilla en la librería es, de hecho, el suyo, es decir, el de Lotaria; Ludmilla a menudo da el número de su hermana para mantener a los extraños a distancia. El Lector se decepciona al escuchar esto, pero luego Ludmilla descuelga el teléfono. Ella dice que su copia del libro tiene el mismo problema que tiene la del Lector. Este le pregunta si le gusta el libro, y ella responde que le gusta, pero que "quisiera que las cosas que leo no estuvieran todas ahí, macizas hasta poderlas tocar" (64). El Lector, entonces, le dice a Ludmilla lo que descubrió sobre el libro en relación a Cimeria y le pide verla en persona para discutir más. Ella sugiere que se reúnan con un profesor de literatura cimeria en una universidad cercana.
El Lector llega a la universidad para encontrarse con Ludmilla y un profesor llamado Uzzi-Tuzii. Asimismo, relata cómo Ludmilla rechazó sus propuestas de reunirse a solas, aunque solo fuera para caminar juntos al despacho del profesor. El Lector se pierde tratando de encontrar el Departamento de Lenguas Botnioúgricas, donde se dice que se encuentra la oficina del profesor. Un joven misterioso llamado Irnerio, que parece conocer bien a Ludmilla, dice que ella a menudo se esconde de su hermana en la oficina del profesor Uzzi-Tuzii. Irnerio aclara que no lee libros y que incluso ha aprendido a no leer por sí mismo. Luego lleva al Lector a la oficina del profesor y se retira abruptamente.
El profesor Uzzi-Tuzii sospecha del Lector, pero le permite entrar a la oficina. Al mismo tiempo, lamenta lo abarrotada que es su oficina debido a que el cimerio no es muy popular que digamos. Pocos estudiantes estudian el idioma a pesar de que es "una lengua moderna y una lengua muerta al mismo tiempo..." (69-70). El Lector pregunta si el profesor puede averiguar el autor real y el título de la historia que estaba leyendo sobre Gritzvi y Ponko. Uzzi-Tuzii se ilumina con esto y dice que se llama Asomándose desde la abrupta costa, escrito por el poeta cimerio Ukko Ahti. Asimismo, le dice al Lector que nunca se ha traducido, por lo que intentará traducirlo en voz alta para él. Desde la primera oración, el Lector puede decir que, aunque los nombres de los personajes son los mismos, la historia no tiene nada que ver con la que estaba leyendo.
Asomándose desde la abrupta costa
El narrador de Asomándose desde la abrupta costa es un hombre paranoico que se aloja en un hotel en Pëtkwo. Todos los días sale a caminar y ve a otro hombre, llamado señor Kauderer, que registra la información de los dispositivos meteorológicos en un observatorio. El lunes, mientras el narrador sale a caminar, pasa por una fortaleza y ve a un prisionero sacando la mano por una reja. En principio, dice que esto no es una señal para él, pero luego sí lo interpreta así, diciendo: "Para mí ha sido como una señal que venía de la piedra: la piedra quería advertirme de que nuestra sustancia era común" (74). Continuando con su caminata, el narrador ve un grupo de sillas de mimbre vacías en la playa y siente una sensación de vértigo. Cuando regresa al lugar media hora después, una mujer llamada Miss Zwida está sentada en una de las sillas dibujando una concha. El narrador no habla con la mujer, sino que va a preguntarle su nombre a la recepcionista del hotel. Luego, cambia de tema y hace referencia a que el señor Kauderer le pidió ese mismo lunes que se hiciera cargo del registro de la información meteorológica durante unos días. El narrador se siente obligado a realizar el trabajo.
El martes, el narrador habla con la señorita Zwida porque sabe que el puesto en el observatorio meteorológico le da una razón para esquivar sin problemas la conversación, si es necesario. La señorita Zwida está dibujando un erizo de mar cuando se acerca el narrador. Este pide volver a verla al día siguiente, y la señorita Zwida responde que tiene un compromiso, pero que volverá al otro día. Cuando el narrador está revisando los instrumentos meteorológicos en el observatorio, dos hombres vestidos de negro se acercan y le hacen preguntas sobre el señor Kauderer. El narrador dice que no sabe y les pregunta quiénes son, pero ellos se niegan a darle información.
El miércoles, el narrador deja flores para la señorita Zwida en su hotel y luego vaga por el exterior, buscándola. Ve que es día de visita a la fortaleza, donde se encuentran los prisioneros. El narrador ve a la señorita Zwida en la fila de mujeres y niños esperando para entrar, y también ve a los dos hombres de negro observando la situación.
El jueves, el narrador vuelve a ver a la señorita Zwida. Aunque él no pregunta específicamente, ella le dice que tiene un permiso especial para ingresar a la prisión el día de visita para dibujar a los prisioneros y sus familiares. El narrador dice que dibujaría objetos inanimados en lugar de personas, si pudiera dibujar, y la señorita Zwida está de acuerdo, diciendo que le gustaría dibujar un gancho de barco llamado garfio. Ella le pide al narrador que adquiera uno, específicamente uno con una cuerda larga atada, para que ella pueda dibujarlo. El jueves por la noche, el narrador va a una taberna llena de pescadores y jornaleros y oye a un hombre jactarse ante otro de que la señorita Zwida lo ha estado sobornando para que la deje sola con cierto prisionero. Se da a entender que la señorita Zwida y el prisionero tienen una relación sentimental.
El viernes, el narrador le pregunta a un pescador dónde puede comprar este garfio. El pescador le pregunta con sospecha por qué el narrador lo necesita, y este le dice que no es asunto suyo. El pescador, entonces, le recomienda que vaya a una tienda que vende equipos para barcos, pero cuando el narrador va, también es rechazado. El comerciante le dice que la gente ha usado estos garfios para ayudar a los prisioneros a escapar de la fortaleza antes. De esta forma, el narrador se marcha con las manos vacías.
El sábado, el narrador sale por la noche porque el señor Kauderer le ha enviado una nota misteriosa pidiendo encontrarse en el cementerio. Una vez allí, este último regaña al narrador por haberse involucrado en un intento de fuga: "Sepa que nosotros somos contrarios a las evasiones individuales. Hay que dar tiempo al tiempo" (83-84), le dice. Luego, comenta que debido a lo que el narrador hizo, él deberá permanecer alejado por más tiempo, y le advierte que pronto lo llamarán para hablar con el jefe de policía. Por último, agrega que no necesita seguir leyendo los dispositivos meteorológicos, lo que angustia mucho al narrador.
El domingo, el narrador va al observatorio meteorológico y observa el clima durante mucho tiempo. De repente, ve a un prisionero fugitivo escondido en el lugar. Este le pide al narrador que se contacte con una persona y le avise que él estará en el hotel del Lirio Marino; paradójicamente, el mismo hotel donde está alojada la señorita Zwida. El narrador siente que "en el orden perfecto del universo se había abierto una brecha" (85).
Capítulo IV
El Lector nota cuán diferente es escuchar a alguien leer en voz alta en lugar de leer por su cuenta en voz baja, especialmente cuando la persona ha estado traduciendo sobre la marcha, como lo ha estado haciendo el profesor Uzzi-Tuzii con Asomándose desde la abrupta costa. Al principio, la lectura del profesor Uzzi-Tuzii ha sido entrecortada, llena de pausas y palabras intraducibles, pero a medida que avanzaba la historia, el profesor Uzzi-Tuzii se ha visto envuelto en la trama y ha traducido de forma rápida y fluida. El Lector también queda tan absorto en la historia que solo se da cuenta ahora de que Ludmilla está sentada en la habitación. El profesor cierra repentinamente el libro y anuncia que el autor no volvió a escribir porque se suicidó; luego, desaparece tras las estanterías de la parte trasera de su oficina. El Lector y Ludmilla dejan de escuchar al profesor y se abrazan; él piensa con entusiasmo en "esta lengua sin palabras de los cuerpos vivos" (90), pero no parece tomar la iniciativa para besar a Ludmilla.
De repente, el Lector, Ludmilla y el profesor están sentados uno frente al otro, lo que nos lleva a cuestionarnos si el abrazo entre el Lector y Ludmilla no tuvo lugar, en realidad, solo en la mente de él. Ludmilla y el profesor debaten sobre la naturaleza de los libros, y ella vuelve a definir el tipo de libro que le gusta leer, diciendo: "El libro que ahora me apetecería leer es una novela en la cual se sienta la historia que llega, como un trueno aún confuso, la historia histórica junto con el destino de las personas" (91).
Lotaria, la hermana de Ludmilla, entra en la habitación y le dice con condescendencia a su hermana: "¡Muy bien hermanita, veo que haces progresos!" (91). Invita a Ludmilla y al lector a un seminario sobre el libro que esperaban encontrar, afirmando que no deberían haber leído Asomándose desde la abrupta costa, sino un libro titulado Sin temor al viento y al vértigo. Esta novela no fue escrita en cimerio sino en cimbro. El profesor Uzzi-Tuzii dice que este libro era "una falsificación (...), materiales apócrifos difundidos por los nacionalistas cimbros durante la campaña de propaganda anticimeria a fines de la Primera Guerra Mundial" (92). Un grupo de chicas jóvenes y un hombre mayor, evidentemente un profesor, se reúnen detrás de Lotaria. El profesor Uzzi-Tuzii reconoce al hombre como el profesor Galligani, del Departamento de Lenguas hérulo-altaicas, y comienzan a discutir acaloradamente sobre la historia política de Cimbra y Cimeria. El Lector y Ludmilla deciden asistir al seminario.
En el aula, Lotaria saca un manuscrito y le agradece al profesor que se lo haya proporcionado. Este, por su parte, da antecedentes históricos sobre el autor, Vorts Vilgandi, quien supuestamente escribió bajo el seudónimo de Ukko Ahti. Luego afirma que las obras del autor en cimbro son mejores y más importantes que sus obras en cimerio, pero que estas obras fueron ocultadas, justamente, por los cimerios. Antes de que Lotaria comience a leer el manuscrito, se asignan tareas a diferentes estudiantes para que busquen cosas específicas en el texto, como "los reflejos de los modos de producción... la sublimación de lo reprimido... los metalenguajes del cuerpo" (94). Una vez más, tan pronto como Lotaria comienza a leer la historia, tanto el Lector como Ludmilla se dan cuenta de que están escuchando una historia completamente diferente a cualquiera de las que han comenzado anteriormente.
Sin temor al viento y al vértigo
La historia de Sin temor al viento y al vértigo se desarrolla en una localidad aparentemente europea con una fuerte presencia militar. El narrador, que parece ser otro hombre adulto, como en las historias enmarcadas anteriores, camina con sus amigos Valerian e Irina.
El narrador relata que conoció a Irina el día que se derrumbó el frente, mientras una turba intentaba cruzar el Puente de Hierro. Ella estuvo a punto de caerse por el vértigo, y el narrador la cargó y la llevó hasta el otro lado. Cuando la bajó, ella se alejó de él sin ni siquiera darle las gracias, pero él la siguió, preguntándole por sus episodios de vértigo. El narrador le reveló que él era parte del ejército y se presentó como Alex Zinnober. Ella, por su parte, dijo que era diseñadora de moda. Discutieron si habían cambiado a lo largo de la revolución y luego se separaron en la calle.
Más tarde, Alex va a visitar a su amigo Valerian, que trabaja para la Comisión de Industria Pesada. Encuentra a este limpiando un revólver en su escritorio. Una mujer sale de detrás de una pantalla de seda, y Alex reconoce que es Irina. Cuando Valerian pregunta cómo se conocen, Alex dice que se encontraron en un sueño, pero Irina responde: "No. Cada uno tiene un sueño diferente" (103). Mientras hablan filosóficamente sobre el vértigo y el vacío, Irina toma el arma de Valerian, mete una bala dentro y apunta a su ojo. Alex le dice que no bromee; Irina responde: "¿Por qué no... Las mujeres no pueden, pero ustedes los hombres pueden? La verdadera revolución será cuando las armas las tengan las mujeres" (104), y le apunta con el arma a Alex. Valerian no interviene, y el momento de tensión solo se deshace cuando otro empleado entra a la habitación e Irina se esconde detrás de la puerta. Valerian le habla al hombre como si no estuviese pasando nada fuera de lo común y luego se ocupa de sus tareas laborales. Después de este día, los tres se convierten en amigos inseparables.
Alex, Irina y Valerian comienzan a tener sexo juntos. El narrador describe vívidamente estos encuentros. Si bien está íntimamente ligado a los otros dos, tiene un secreto: debe "descubrir quién es el espía infiltrado en el Comité Revolucionario que está a punto de hacer caer la ciudad en manos de los Blancos" (105). Irina le pide a Valerian que le practique sexo oral mientras Alex observa. Cuando el placer hace que se distraigan de Alex, él va hacia la ropa doblada de Valerian y revisa sus bolsillos y la billetera. Finalmente, Alex encuentra un documento del gobierno con su propio nombre y una sentencia de muerte por traición escrita en él.
Análisis
En Si una noche de invierno un viajero, Calvino usa las opiniones y hábitos de los personajes con respecto a los libros para insinuar aspectos de sus personalidades. A lo largo de la novela, Ludmilla presenta puntos de vista cambiantes sobre el tipo de libros que le gustan. Cuando el Lector se encuentra por primera vez con ella en la librería en el capítulo II, ella afirma: "Prefiero las novelas (...) que me hacen entrar enseguida en un mundo donde todo es preciso, concreto, bien especificado" (49). Pero luego, en el capítulo III, se revela el carácter voluble y caprichoso de Ludmilla. Ella dice de la historia que aparece en Fuera del poblado de Malbork: "... quisiera que las cosas que leo no estuvieran todas ahí, macizas hasta poderlas tocar, sino que se sienta alrededor la presencia de alguna otra cosa que aún no se sabe qué es, la señal de no sé que..." (64). En relación con esto, Ludmilla no parece darse cuenta o no le importa que esta reflexión contradiga directamente la opinión ofrecida apenas un capítulo antes. Esta frivolidad revela lo difícil que es comprender y satisfacer a Ludmilla, algo que se volverá importante para el Lector a medida que crezca su atracción por ella.
Las escenas en la oficina del profesor Uzzi-Tuzii demuestran las dificultades que presentan las traducciones, uno de los temas centrales de Si una noche de invierno un viajero. El propio Calvino era traductor, por lo que sabía de primera mano cómo un escritor debe luchar para permitir que un lector se sumerja en la trama de una historia y, al mismo tiempo, proporcionar una explicación y matices adecuados. Calvino escribe que el profesor estaba
volviendo sobre cada período para peinar su desgreñamiento sintáctico, manipulando las frases hasta que se ajaban por completo, manoseándolas, chapurreándolas, deteniéndose en cada vocablo para ilustrar sus usos idiomáticos y sus connotaciones, acompañándose con gestos envolventes como para invitar a contentarse con equivalentes aproximados, interrumpiéndose para enunciar reglas gramaticales, derivaciones etimológicas, citas de clásicos (87).
Sin embargo, en algún momento, el profesor Uzzi-Tuzii encuentra un ritmo que le permite al lector seguir la trama de la historia sin centrarse en el hecho de que se está traduciendo. Para traducir de manera efectiva, un traductor debe estar satisfecho con que el lector obtenga la mejor idea del significado y estilo del autor sin dejar de sumergirse en la historia, y el lector debe reconocer que algo se perderá entre lo que el autor pretendía y lo que él entiende.
En los capítulos III y IV, Calvino parodia con humor la academia a través de los personajes del profesor Uzzi-Tuzii y Lotaria, la hermana de Ludmilla. El profesor Uzzi-Tuzii representa la desconexión del académico mayor con la realidad. Él mismo afirma que su departamento debería ser abolido porque es "... un instituto muerto de una literatura muerta en una lengua muerta" (70), y, sin embargo, cuando se lo provoca, no duda en sumergirse en una discusión acalorada sobre un conflicto político del pasado.
Ahora bien, podemos afirmar que los puntos de vista de Uzzi-Tuzii sobre la literatura se parecen más a los del Lector y Ludmilla; parece disfrutar leyendo y traduciendo para sí mismo, y aunque proporciona un amplio contexto a su traducción, no intenta analizar o explicar el texto. Por el contrario, Lotaria representa a estudiantes contemporáneos y nuevos académicos en el momento en que Calvino escribe. Lotaria, su profesor y sus compañeros tienen preparadas ciertas interpretaciones para analizar un texto y no les importa leerlo completo antes de realizar afirmaciones categóricas. La escena al comienzo del capítulo V, cuando la clase de Lotaria comienza a discutir la novela Sin temor al viento y al vértigo, muestra a los académicos priorizando el análisis y la crítica por sobre la lectura y el goce real de la literatura.
En este punto del libro, se prefiguran los temas de la falsedad y la falsificación. El Lector sabe que algo anda mal con los libros que ha recibido de la librería, pero aún no se ha enterado de nada sobre los problemas en la industria editorial causados, en gran parte, por Ermes Marana. Sin embargo, Calvino hace que el Lector se vuelva cauteloso y desconfiado al mezclar hábilmente cuestiones falsas y verdaderas en la historia principal. Por ejemplo, los términos "cimerio" y "cimbro" son términos reales, por lo que pueden resultarle familiares al Lector. Así y todo, no se refieren a las culturas y los idiomas de dos países en guerra: Cimeria se refiere a un pueblo que se cree que vivió alrededor del año 1000 a. C., y Cimbro describe un conjunto de idiomas germánicos que se hablan en el noreste de Italia.
Dado que la realidad en el marco de la historia es solo ligeramente diferente de la verdadera realidad del siglo XX, particularmente en lo que respecta a la geopolítica, el lector debe estar en alerta máxima para discernir la realidad de la ficción. De esta manera, el Lector ya está preparado para afrontar el problema que presentará Ermes Marana falsificando todo aún más a través de su intromisión en la industria editorial.
El crítico Carl Malmgren llama a Si una noche de invierno un viajero un "Romance del lector", tanto textual (o literal) como metatextual. El romance textual se describe en esta sección del libro: el Lector intenta perseguir románticamente a Ludmilla y se involucra emocionalmente todavía más con ella al conocer a Irnerio y al profesor Uzzi-Tuzii, hombres que parecen conocerla bien. Sin embargo, Malmgren sostiene que el aspecto romántico más importante de la novela es el romance metatextual, es decir, el vínculo que establece el Lector con los diferentes textos que aborda y con la literatura en general. Sin ir más lejos, podemos afirmar que es a través de estos textos que el Lector comienza su vínculo con Ludmilla. Ahora bien, este romance metatextual se basa en la búsqueda, por momentos obsesiva, del final de las historias que el Lector comienza a leer y no logra concluir por diferentes circunstancias. Asimismo, a lo largo de esta búsqueda, él irá accediendo a diferentes concepciones de la literatura propuestas por diversos personajes que, en última instancia, le permitirán conectarse con Ludmilla de manera definitiva.
Por otra parte, el crítico sostiene que, al usar la segunda persona, Calvino crea una relación con el lector real del libro. Malmgren cita un pasaje del capítulo I en el que Calvino parece comparar la preparación para leer un nuevo libro con los juegos sexuales previos al acto: "esta lectura alrededor antes de leer en su interior, es parte del placer en un nuevo libro, pero como todos los placeres preliminares, tiene su duración óptima si se quiere que sirva de impulso hacia el placer más sustancial de la consumación del acto, a saber, la lectura del libro” (8-9). Dado que Calvino deja claro el paralelismo entre la lectura y el sexo, sus propias elecciones literarias pueden verse en cierto sentido como juegos sexuales.
En esta sección también podemos apreciar cómo Si una noche de invierno un viajero se consolida como una parodia de la ficción literaria. En parte este rasgo paródico puede apreciarse en la arbitrariedad de la estructura narrativa elegida por el autor, a partir de la cual varias de las historias enmarcadas se interrumpen en los momentos de mayor climax. Por otro lado, la forma caprichosa que tiene el profesor Uzzi-Tuzii de traducir Asomándose desde la abrupta costa también da cuenta de este rasgo arbitrario de la literatura. Dicho de otra forma, ya sea en el ámbito de la traducción en particular como en el de la producción literaria en general, lo más importante será hacer lo necesario para proponer una experiencia de lectura cautivante. En relación con esto, el propio Calvino ha dicho en una entrevista que su intención con esta novela era "... escribir un libro que (...) mantuviese en toda su duración la potencialidad del inicio, la espera aún sin objeto", es decir, un texto lúdico que reflexionara sobre la literatura de su época burlándose con elegancia de ella.