Kafka escribe el cuento "Un artista del hambre" en 1922. Lo combina con otros tres cuentos para la colección Un artista del hambre, que se publica poco después de su muerte, en 1924.
Las cuatro historias de alguna manera detallan las negociaciones de los artistas con la sociedad, pero "Un artista del hambre" es, por lejos, la más célebre y estudiada. Al estilo típico de Kafka, la historia se siente como un sueño y, al mismo tiempo, como una situación completamente real. Dicho de otra forma: aunque sería casi imposible que existiera tal artista del hambre como lo describe Kafka, todos los eventos y sentimientos en la historia parecen reales. Al igual que con gran parte de la escritura de este autor, existe una sutil y oscura tensión de humor que recorre la historia. Podemos decir que esta tensión es coronada cuando el artista del hambre argumenta que, en realidad, él ayuna porque no le gusta ningún alimento.
El artista del hambre es el típico protagonista de kafkiano: alienado, incomprendido y victimizado por la sociedad. Podemos rastrear varias características de la historia que reflejan, siempre hasta cierto punto, la propia vida de Kafka. Como el artista del hambre en su jaula, Kafka vivió siempre en hacinamiento; sin embargo, el primero se siente libre en su jaula, mientras que Kafka se siente confinado. Para mantener a su familia, el autor se vio obligado a aceptar un trabajo de oficina que odiaba, especialmente porque sentía que interfería con su escritura. Asimismo, el artista del hambre debe aceptar ser contratado por el circo, donde su arte no es apreciado.
Por otro lado, podemos observar que Kafka también se sintió despreciado e incomprendido por todos; sin ir más lejos, hasta por él mismo, al pedir que su obra inédita fuera quemada después de su muerte (hecho que, afortunadamente, su albacea literario, Max Brod, no cumplió). El significado principal del adjetivo kafkiano parece recaer en esa lógica de pesadilla que funciona como atmósfera en casi todas sus historias oscuras. Así y todo, también puede relacionarse con el concepto de alienación.
"Un artista del hambre" también revela la propia preocupación de Kafka por la comida. Se hizo vegetariano y, según se dice, una vez, en un acuario, se acercó a un pez y le dijo: "Ahora puedo mirarte en paz; ya no te como". Algunos críticos ven su vegetarianismo como el producto de su complejo de inferioridad al lado de su padre, fuerte y corpulento. Kafka siempre fue delgado y en 1917 le diagnosticaron tuberculosis (de la que moriría en 1924). Hay quienes interpretan que el hecho de volverse vegetariano era la manera de Kafka de rechazar activamente la fuerza corporal que nunca tendría, al igual que el artista del hambre se niega activamente a comer la comida que, de todos modos, nunca podría gustarle. Sin embargo, Kafka detestaba su físico pequeño y siempre estaba tratando de aumentar su volumen.
Por último, varias partes de la historia indican que el artista del hambre es judío, o al menos simbólicamente judío. Kafka se identificó fuertemente con su ascendencia judía, aunque nunca aceptó completamente esta religión. En ese sentido, podemos observar en esa puja interna religiosa una de las tantas fuentes de alienación para Kafka.