"... movía después negativamente, sobre su débil cuello, la cabeza, que le pesaba como si fuese de plomo" (Símil)
Con este símil, el narrador busca dar cuenta de la situación de decadencia física que atraviesa el artista del hambre hacia el final del relato. El hecho de que él perciba su cabeza "como si fuese plomo" refleja el estado deplorable en el que se encuentra y, en cierta medida, también la resignación que lo invade.
"... agarraba al ayunador por la sutil cintura, tomando al hacerlo exageradas precauciones, como si quisiera hacer creer que tenía entre las manos algo tan quebradizo como el vidrio" (Símil)
Este símil está en sintonía con el anterior, en el sentido de que también busca reflejar el frágil estado físico en el que se encuentra el artista del hambre. En este caso, la comparación de su cintura con un material tan quebradizo como el vidrio pretende dar cuenta de la condición de vulnerabilidad que padece el artista del hambre, producto de haber ayunado desmesuradamente.
"... que el ayunador le respondiera con una explosión de furia y, con espanto de todos, comenzara a sacudir como una fiera los hierros de la jaula" (Símil)
En esta cita, el narrador cuenta cómo reacciona el artista del hambre cuando un espectador se acerca a sugerirle que, quizás, su tristeza procede, justamente, del hambre. El hecho de comparar su furia con la de una fiera busca reforzar la idea de que el artista del hambre tiene una convicción férrea sobre la importancia de su arte; en todo caso, si a veces tiene un humor melancólico, era más bien porque nadie lo toma en serio.
"... afirmación que provocaba una sonrisa en las gentes del oficio, que conocían el espíritu de los tiempos" (Metáfora)
En esta cita, se utiliza la metáfora "espíritu de los tiempos" para hacer referencia a cómo piensa y qué desea la gente de esa época. En este sentido, cuando el artista del hambre entra al circo y promete romper el récord de días de ayuno para que el mundo sienta justa admiración por él, las "gentes del oficio", es decir, las personas que trabajan allí en el circo, le sonríen con cierta sorna, ya que, al conocer "el espíritu de los tiempos", son conscientes de que el público ya casi no siente interés por los ayunadores profesionales.
"... dijo el artista del hambre levantando un poco la cabeza y hablando en la misma oreja del inspector para que no se perdieran sus palabras, con labios alargados como si fuera a dar un beso..." (Símil)
El artista del hambre le habla al oído al inspector para pronunciar sus últimas palabras. Y lo hace con los labios alargados, "como si fuera a darle un beso". En este sentido, para el narrador, estar por besar a una persona y hablarle al oído a alguien implican la misma posición de los labios. En relación con esto, podríamos interpretar que la confesión final del artista del hambre es, de alguna manera, la búsqueda de un último gesto de amor antes de morir. Aquello que no logró con su arte, puesto que estaba en una jaula y con la boca cerrada, ahora se vuelve posible, aunque, lamentablemente para él, ya es demasiado tarde.