El ayuno (Símbolo)
La mayoría de los críticos han coincidido en que el ayuno simboliza el sufrimiento en este relato de Kafka, y más precisamente, el sufrimiento de los artistas. Si aceptamos como verdadero ese cliché que le atribuye a los artistas una fuerte tendencia natural a sufrir, en cierta medida, también podemos interpretar que su arte es la forma que encuentran de aliviar ese sufrimiento compartiéndolo con los demás.
Ahora bien, en el caso del artista del hambre, el ayuno es un padecimiento que él elige a conciencia, quizás para distanciarse del común denominador de la gente; ese público que, como se verá más adelante, simboliza la sociedad de consumo alienada que produce el sistema capitalista. Kafka fue un artista que sufrió varios tormentos durante su vida, tanto físicos como psicológicos. En este sentido, la función simbólica del ayuno no parece circunscribirse a la idea de sufrimiento, sino que comprende también la decisión consciente de sufrir en pos de un fin superior.
La jaula (Símbolo)
La jaula simboliza esa distancia que existe entre el artista del hambre y su público, o entre los artistas en general y la sociedad de consumo alienada que produce el sistema capitalista. En este sentido, dentro de la jaula, el artista del hambre puede ejercer su libertad sin ser cuestionado por ese sistema, ya que, en última instancia, sigue siendo funcional a él.
Asimismo, podemos decir que la jaula simboliza esa independencia que necesita un artista para crear su arte. Sin embargo, desde otra perspectiva, también podríamos interpretar que el hecho de que él esté enjaulado representa esa exclusión de la sociedad que muchas veces sufre un artista cuando su arte no es apreciado.
De cualquier forma, no cabe duda de que la jaula funciona como un límite entre el artista y su público; límite que, a su vez, evidencia que sus realidades son, en buena medida, incompatibles.
La pantera (Símbolo)
Luego de que el artista del hambre muere en un estado de decadencia total, el encargado del circo lo reemplaza por una joven pantera. El público se fascina con el animal y prácticamente no pueden alejarse de su jaula. En este sentido, la pantera simboliza, por un lado, ese magnetismo fascinante que contiene la novedad, el producto nuevo; pero, por otro lado, también simboliza la forma caprichosa de consumir que tiene la sociedad capitalista.
En otro orden de cosas, la pantera funciona como un símbolo de apetito y vitalidad, dos conceptos definitivamente incompatibles con el artista del hambre. En cierta medida, también podemos relacionar a este animal con la libertad. De hecho, hacia el final del relato, el narrador dice que la pantera "... parecía llevar consigo la propia libertad; parecía estar escondida en cualquier rincón de su dentadura". Así, más allá de estar enjaulada, la pantera representa esa libertad que el artista del hambre creyó tener cuando decidía ayunar, pero que, en realidad, no poseía, ya que siempre fue cautivo de su propio sufrimiento y hambre.
El público (Símbolo)
El público, como ya hemos mencionado, simboliza esa sociedad de consumo alienada que produce el sistema capitalista. Al principio, disfruta del acto del artista del hambre, aun sin entenderlo. Luego, de un día para el otro, pierde todo el interés por él. Esta indiferencia lleva a que el artista del hambre muera en un estado de decadencia absoluta. Las motivaciones del público tanto para disfrutar del acto del ayuno como para despreciarlo más tarde no responden a ninguna coherencia. En este sentido, Kafka busca reflejar esa frívola e incongruente forma de consumir que tiene la sociedad moderna a través del público del artista del hambre.
El empresario (Símbolo)
El empresario funciona como símbolo de las fuerzas corruptoras del arte que ejerce el sistema capitalista. Este hombre es el encargado de gestionar los actos del artista del hambre cuando el interés por el ayuno profesional va decayendo. En este contexto, le impone un límite: no debe ayunar más de cuarenta días, ya que la gente pierde el interés por completo después de ese tiempo. Ahora bien, está claro que el empresario condiciona al artista del hambre porque solo piensa en el dinero y poco le importa el valor artístico de lo que su empleado hace. Esto es un reflejo, no solo de los condicionamientos que el sistema capitalista le impone al arte, sino también de la frivolidad de los valores que el mismo sistema promueve.