Antes que nada, vale la pena detenerse en el hecho de que Kafka escribe "Un artista del hambre" en la primavera de 1922, mientras está muriendo lentamente de inanición (su tuberculosis se había extendido hacia su garganta y se le hacía prácticamente imposible tragar). Si bien no podríamos considerar los guiños autobiográficos como elementos distintivos de lo kafkiano, sí cabe señalar que en casi todas las obras de Kafka encontramos referencias que tienen un correlato con su biografía.
Ahora bien, ¿qué significa kafkiano? Este adjetivo, por supuesto, se desprende del apellido del autor checo y es utilizado para expresar que una persona o una cosa posee cualidades compatibles con algunos de los elementos propios de su obra. ¿Y cuáles son estos elementos? En principio, podríamos decir que el carácter trágicamente absurdo presente en casi todas las historias de Kafka; desde ya, "Un artista del hambre" no es la excepción. Así y todo, podríamos ir más allá y decir que lo kafkiano también implica la angustia y la apatía que produce la burocracia del mundo moderno. En este sentido, está claro que el artista del hambre reacciona mal a la imposición de los cuarenta días que dicta el empresario y, además, es víctima de esa volubilidad del interés del público, que, más concentrado en responder a la pulsión de consumo que le implanta el sistema capitalista, pierde cualquier capacidad crítica sobre lo que consume y pasa de un producto a otro (del artista del hambre a la pantera, por ejemplo) de una manera completamente irreflexiva.
Por otro lado, la reacción del artista del hambre a estas nuevas reglas que le presenta el mundo moderno también podemos decir que es kafkiana. Al igual que Gregorio Samsa, protagonista de La metamorfosis, el artista del hambre se entrega con resignación a estos nuevos sistemas arbitrarios de poder que proponen las sociedades modernas. Esta resignación, a su vez, lo sume en un estado de abandono tal que, una vez más, al igual que Samsa, acaba muriendo ante la mirada insensible del mundo.