El artista del hambre
Es el protagonista de la historia. Se trata de un hombre que ayuna públicamente en una jaula durante largos períodos de tiempo. Se deleita en su voluntaria abnegación y su sufrimiento ilimitado, pero la incapacidad del público para comprender su arte lo frustra profundamente. En este sentido, él se siente superior a su audiencia, aunque es consciente de que su arte, en buena medida, depende de ella. Por otro lado, podemos decir que este personaje es un símbolo, entre otras cosas, del artista incomprendido cuyo trabajo se ha visto afectado por las fuerzas negativas del capitalismo. Así y todo, el artista del hambre admite que el ayuno es fácil para él, y que si encontrara algún alimento que le guste, lo comería sin problema. Si tomamos el ayuno como una metáfora del sufrimiento, parece estar diciendo que sufrir es una respuesta natural a la alienación, no una elección voluntaria, y, por lo tanto, no debe ser admirado. Esta afirmación hace que su arte sea una empresa dudosa, pero no podemos evitar sentir simpatía por el artista del hambre mientras intenta conectarse con un público inconstante y desagradecido. Sus últimas palabras indican que, sobre todo, ha buscado sin éxito dar y recibir amor a través de su cuerpo, no solo sufrir.
El público
La gente está fascinada al ver el ayuno del artista del hambre. Siente una extraña atracción por los espectáculos de horror y sufrimiento. El artista del hambre tiene una relación dual con sus espectadores. Si bien necesita sentirse superior a ellos en términos de autocontrol (disfruta verlos ceder al hambre mientras él ayuna), también requiere su atención; incluso podríamos decir que él está "hambriento" de la atención de su audiencia. Sin embargo, el público no comprende el oficio del artista del hambre. Los vigilantes asignados para asegurarse de que realmente ayuna (generalmente carniceros, símbolo de la glotonería y, quizás, de prácticas no kosher), asumen que hace trampa. En última instancia, la audiencia es un grupo inconstante que elige la satisfacción barata del entretenimiento en lugar de la difícil digestión del arte. Abandonan al artista del hambre sin previo aviso un día, fascinados por su opuesto: una pantera llena de vitalidad.
El empresario
El empresario o gerente supervisa las actuaciones del artista del hambre antes de que este se postule para trabajar en el circo. Anteriormente, el artista del hambre podía actuar de forma independiente, sin gestión, cuando el ayuno profesional estaba más de moda. El empresario, entonces, parece un símbolo de las fuerzas corruptoras del capitalismo. Restringe el libre albedrío y la creatividad del artista del hambre, limitando sus ayunos a cuarenta días y humillando al artista del hambre en público, sacudiéndolo y mintiendo sobre su falta de resistencia.
La pantera
La pantera reemplaza al artista del hambre en su jaula después de su muerte. Al mismo tiempo, ella es símbolo de vitalidad, libertad y apetito (Kafka se detiene en las descripciones de sus mandíbulas y su garganta). La pantera hipnotiza a la audiencia como un nuevo espectáculo de horror y sufrimiento; la diferencia con respecto al que ofrecía el artista del hambre es que, en este nuevo espectáculo, el público se maravilla con una criatura que inflige sufrimiento en vez de padecerlo.
Las acompañantes
Se trata de unas damas que acompañan al artista del hambre fuera de su jaula al final de sus ayunos. Parecen amables, pero son crueles.
El capataz del circo
El capataz del circo escucha las últimas palabras del artista del hambre, justo antes de que este muera.