La supuesta pulcritud de Blanche (Ironía situacional)
Durante toda la obra, la mayoría de las palabras y gestos de Blanche intentan construir en ella la imagen de lo pulcro: principalmente, pasa mucho tiempo dándose largos baños y se presenta ante Mitch como una jovencita casta y poco experimentada. Esta faceta de Blanche constituye una ironía si se tiene en cuenta el pasado del personaje: luego de un trauma por el suicidio de su marido y la posterior pérdida de la propiedad familiar, Blanche pasó casi todo su tiempo en una habitación de hotel manteniendo relaciones sexuales con extraños (uno de ellos, menor de edad). Stanley, el primero en sospechar (y constatar) cierta oscuridad en el pasado de su cuñada, se molesta cuando ella hace gala de su supuesta pulcritud (Blanche dice, en una ocasión, que su signo es el de Virgo, por la Virgen). Stanley interrumpe con gritos los largos baños de Blanche y refiere a ella con apodos irónicos: en una ocasión, cuando le da el pasaje de autobús para que vuelva a Laurel, se dirige a ella como "Hemana Blanche" (p.127).
Los apodos de la realeza con que Stanley refiere a Blanche (Ironía verbal)
Desde que su cuñada se instala en la casa, Stanley adquiere un rencor hacia ella, fundamentado mayoritariamente porque la actitud de Blanche se le presenta arrogante, embustera, falsa. Él es un hombre de clase obrera con costumbres algo primitivas, y ya ha padecido esos gestos de altanería aristocrática por parte de su esposa, al iniciar la relación. Una vez que pudo "bajarle" esos aires a su mujer, llega Blanche para inundar su propio hogar con toda su imaginería de fantasía, desperdigando abrigos de zorro y diademas por doquier. Stanley, sin embargo, descubre un pasado de Blanche que dista de la sofisticación que ella exhibe y predica. Irónicamente, toma las joyas de Blanche en sus manos y habla de "la corona de una emperatriz" (p.48), refiriéndose además a su cuñada como "Su Alteza Real" (p.117) o "la reina del Nilo" (p.145).
El supuesto control de Blanche con el alcohol (Ironía dramática)
Desde el principio de la obra, Blanche muestra una relación particular con el alcohol: como en todos los otros aspectos, hay diferencias entre lo que muestra o dice ante alguien y lo que hace en privado. Lo primero que hace Blanche en la casa, en los instantes que queda sola, es tomarse un trago de whisky y esconder la botella. Luego, cuando su hermana llega, Blanche simula buscar el licor en la casa para servirse un trago de festejo. Beben, y cuando Stella le ofrece otro trago, Blanche responde: "No, uno es mi máximo" (p.33). La frase configura una ironía dramática: el público es cómplice de la pequeña mentira de Blanche, ya que la ha visto beber cuando estaba sola. No así Stella, quien debe presenciar toda la simulación que monta su hermana, cuyo final es ceder, como de mala gana, a tomar un trago más. Poco después en la misma escena, la ironía se repite: Stanley llega y le ofrece un trago y ella, sin más testigos que el público, responde: "No...yo...rara vez toco el licor" (p.41).