Resumen
Algunas semanas después, Stanley ha organizado un partido de póker y están jugando en la casa. Esta vez él va ganando. El bebé de Stella duerme arriba. Stella le dice a Eunice que Blanche se está bañando y preparando, porque le dijeron que se habían hecho unos arreglos para que ella descanse un tiempo en el campo. En la mente de Blanche, agrega, esta información aparece mezclada con la idea de Shep Huntleigh.
Blanche aparece, ya fresca. Le pide a Stella una prenda de ropa. Stella admite ante Eunice que no sabe si hizo lo correcto, pero afirma, refiriéndose a Blanche: "¡Yo no podía creer en lo que me contó y seguir viviendo con Stanley!" (p.151). Eunice le dice que hizo lo único que podía hacer y que la vida debe continuar.
Blanche sale. Desde la mesa de juego, Mitch oye la voz de Blanche y queda como suspendido unos instantes, hasta que Stanley le grita que vuelva al juego. En el mismo momento, Blanche se distrae al oír el nombre de Mitch. Ella empieza a darse cuenta de que algo está pasando, pero intenta focalizarse en seguir vistiéndose para su viaje. Ve un recipiente con uvas y le pregunta a Stella si están lavadas. Luego habla sobre su muerte. Dice que cuando se muera va a ser por comer una uva sin lavar, y que la van a sepultar en el mar.
Aparecen en la puerta un hombre y una mujer extraños, que visten trajes institucionales. Stanley les abre: son un doctor y una enfermera. Blanche va hacia la puerta, esperando a Shep Huntleigh, y se aterroriza cuando ve que no es él quien vino. Vuelve a meterse en la habitación. Mitch no la mira. La enfermera la sigue y le habla en un tono siniestro y monótono para que vaya con ella. El escenario se vuelve menos realista, ya que aparecen sombras en las paredes y voces que retumban en eco. Stanley le pregunta a Blanche qué más necesita, y le arroja la pantalla del velador. Blanche intenta escapar con la pantalla en la mano pero la enfermera la agarra. Stella intenta detener a los médicos pero Eunice la sostiene. Mitch acusa a Stanley de ser el culpable de todo, pelean y Mitch colapsa en sollozos.
La enfermera fuerza con violencia a Blanche para tirarla al suelo y le pregunta al doctor si le quiere poner el chaleco de fuerza. El doctor responde que solo si es necesario, luego se inclina sobre Blanche y le habla directa y amablemente. Blanche le pide que le diga a la enfermera que la suelte y él lo hace. Luego se quita el sombrero y Blanche se deja llevar por él, aferrada a su brazo, hacia afuera. Lo mira y le dice: “Quienquiera sea usted… yo he dependido siempre de la amabilidad de los extraños” (p.160). Se oye la Varsoviana. Salen.
Stella grita el nombre de su hermana cuando esta sale. Stanley la consuela y ella llora con desesperación en sus brazos. Luego, se organiza una nueva partida de póker.
Análisis
Los disfraces de Blanche han sido rasgados hasta dejar al desnudo sus heridas. Stanley ha violado su ilusión, ha reducido a Blanche a la nada. Todos los otros personajes se han reunido para ser testigos de su caída, como en una cruel fiesta de despedida. Blanche comienza la escena fuera del escenario, nuevamente tomando un baño. No obstante, esta vez, en lugar de estar lavando sus propios pecados del pasado, como el baño solía simbolizar, pareciera un intento desesperado de lavar el horror que el acto de Stanley imprimió en su cuerpo.
Es singular el modo en que se configura la escena. Por la gravedad de la situación, podría tratarse de un final melodramático, pero no lo es: solo hay diálogos funcionales y mundanos, mientras la acción real ocurre en las didascalias. Incluso el parlamento de Blanche sobre su muerte es modesto, pequeño. Tanto, que pareciera que Blanche es consciente de su propia insignificancia: habla de que morirá por comer una uva mal lavada, es decir, la muerte menos heróica e insignificante que puede imaginarse. Si se la considera en analogía con su propia experiencia, sin embargo, podría pensarse esa uva mal lavada como un prqueño pecado (lo mal lavado es lo sucio, contrario a puro), es decir, Blanche ve la causa de su caída en una indecencia completamente insignificante.
La famosa línea de la escena es “Yo he dependido siempre de la bondad de los extraños” (p.160), y constituye una nota de ironía. Blanche siempre fue forzada a depender de extraños (por seguridad, por amor, por dinero) porque nunca obtuvo ayuda de los suyos, de su familia. No pudo tener sexo con su marido, y entonces se entregó a extraños. No pudo sostenerse a sí misma, como una mujer soltera, así que apostó a que extraños la proveyeran. Y cuando tuvo problemas en Laurel, fue en busca de su única pariente viva, su hermana, y su hermana le dio la espalda. Al final, Blanche es nuevamente rechazada por los suyos, por su familia, y entregada a la bondad y amabilidad de extraños, como este doctor.
La reacción de Mitch exhibe que, probablemente, se preocupaba por Blanche o había llegado a apreciarla, y está avergonzado y herido por su trágico final. No puede permitirse mirarla. Stella, por su parte, ha elegido entre su marido y su hermana, quedándose con el primero. Para ello tuvo que asumir que su hermana estaba loca. Sin embargo, Stella parece saber, en lo profundo de sí, que quizás su hermana decía la verdad. Pero es ella misma quien, al final, se ve forzada a elegir la magia sobre el realismo, la sombra sobre la luz. Decide no ver la realidad, escapar de ella, para quedarse con Stanley.
Se ve en esta escena la conclusión lógica de la historia Blanche-Stanley, y por lo tanto la conclusión del tema de la ilusión y la realidad. Blanche fue vencida por la realidad. Incluso es entregada a lo diametralmente opuesto de lo ilusorio: la ciencia, la medicina, que cataloga su capacidad de ilusión como una patología. La realidad se presenta como algo más fuerte que una joven muchacha refugiada en un imaginario romántico, actuando para sobrevivir.
En cuanto a la analogía con el proceso histórico social, este final simboliza la caída definitiva de las aristocracias y el avance del nuevo mundo. Los “blue collar” empiezan una nueva noche de juego y Stella ha traído al mundo un Kowalski, mientras Blanche Du Bois se exhibe como la última exponente de una clase social desposeída, acabada, que solo vive de acuerdo a la ilusión de lo que alguna vez tuvo, y termina vencida por el nuevo mundo, regido por valores muy diferentes a aquellos en los que se crió.
La actitud última de Blanche evidencia que ella sostendrá su ilusión hasta el final: no se entrega a su caída como una víctima, sino como una dama que camina de la mano de su galán. Blanche sale, en parte consciente de lo que está sucediendo y en parte intentando creer, con todas sus esperanzas, en la bondad de los extraños.