Resumen
Semanas después, es el cumpleaños de Blanche. Stella está preparando el departamento para festejar, mientras la agasajada se da un baño. Stanley llega y le dice a Stella que ha descubierto la verdad sobre Blanche. Ha estado investigando sobre su pasado y descubrió que ella es todo lo contrario a una niña virgen. Dice que ella vivió en El flamenco, un hotel conocido por no entrometerse en las actividades de sus huéspedes, pero que su paso por allí fue, de hecho, tan escandaloso que la echaron del hotel y, también, de Laurel poco antes de aparecer en la casa de los Kowalski. Además, a Blanche no le otorgaron un descanso de la escuela, sino que fue despedida por mantener una relación amorosa con un adolescente de diecisiete años.
Stella no le cree y le pide a Stanley que baje la voz para no molestar a Blanche. Stanley le dice que no espere a Mitch esa noche, porque se vio obligado a contarle a su amigo lo que había descubierto sobre su hermana. Mitch ya no va a casarse con ella. Stella se enoja con su marido, quien le muestra que ha comprado un pasaje de autobús para Blanche, para que vuelva a Laurel unos días después. Tras escuchar gritar a Stanley, Blanche sale del baño. Ve en las caras de los Kowalski que algo sucedió, pero nadie le dice nada.
En la escena siguiente, cuarenta y cinco minutos después, toda la alegría de Blanche ha desaparecido. Simplemente queda en ella la intención de una falsa sonrisa en esa mesa junto a Stella, Stanley y una silla vacía. Está terminando su cena de cumpleaños. Ella hace un chiste sobre haber sido plantada. Luego cuenta otro, sobre una solterona que tiene un loro que dice obscenidades: la solterona escucha que toca la puerta el predicador, y antes de hacerlo pasar cubre la jaula con una tela, para que el loro crea que es de noche y no hable. No obstante, en presencia del predicador, el loro termina diciendo una grosería, enojado porque lo taparon.
Stella intenta reír y luego critica los modales de su marido en la mesa. Stanley pierde el control, rompe su plato y arroja los restos al piso. Le grita a Stella, reprochándole que, desde que Blanche llegó, no hacen más que reírse de él y tratarlo como a un cerdo. Luego se va.
Blanche intenta que su hermana le cuente lo que pasó mientras ella se bañaba, pero Stella se niega. Blanche llama por teléfono a Mitch y deja un mensaje. Stanley regresa y abraza a Stella, le dice que todo volverá a estar bien entre ellos apenas Blanche se vaya y vuelvan a tener privacidad.
Blanche cuelga el teléfono y ve a Stella encendiendo las velas de su torta de cumpleaños. Se acerca y las sopla rápido, diciendo que debería guardarlas para los cumpleaños del bebé. Stanley le ofrece a Blanche un regalo de cumpleaños: el pasaje en autobús a Laurel. Blanche intenta sonreír, pero no puede. Se va al dormitorio y llora.
Stella se enoja con Stanley por ser innecesariamente cruel. Le dice que Blanche era una niña muy dulce hasta que hombres crueles como él la hicieron cambiar. Stanley le dice a su mujer que recuerde que, cuando ambos se conocieron, ella pensaba que él era vulgar, pero que después él le quitó toda su pretensión aristocrática, la hizo olvidar Belle Rêve, la derribó al suelo junto a él y a ella le encantó, y fueron felices hasta que llegó Blanche. Stella no responde porque siente contracciones: se aproxima el parto y le pide a Stanley que la lleve al hospital.
Análisis
Blanche está ausente durante un largo diálogo que le permite a Stanley brindar libremente la información que recabó sobre el pasado de su cuñada. Eso es posible porque Blanche pasa prácticamente toda la primera escena de este último acto tomando uno de sus baños. Ella dice que los baños la ayudan a calmarse, pero adquieren también una significación simbólica: la obsesión lleva a Blanche a lavar sus culpas, sus excesos, sus indecencias. En este caso, quiere estar lo más “pura” posible antes de mostrarse ante Mitch. Para Blanche, bañarse es un ritual de purificación, y el hecho de que Stanley interrumpa constantemente esos baños (gritándole para salga de una vez) representa su rechazo a los intentos de ella por purificarse. Pero las interrupciones se dan en esta escena de un modo singular: el diálogo entre Stanley y su esposa se ve constantemente interceptado por los fragmentos de la canción que Blanche canta mientras se baña. En principio, eso intensifica la sensación de falta de intimidad que sufre la pareja desde que Blanche está en la casa. Pero además, la canción es significativa: los fragmentos de Paper Moon se entremezclan con el diálogo como si intentaran contradecir las acusaciones de Stanley. Mientras él cuenta que Blanche es una embustera y una indecente, la voz de ella entra a escena para relativizar: “no sería una mentira si creyeras en mí” (p.116). De este modo, la escena vuelve a oponer, de un modo original, los puntos de vista romántico y realista que se mantienen en conflicto durante toda la obra. Esos puntos de vista hacen que los protagonistas tengan modos distintos de relacionarse con la verdad: Stanley la persigue en tanto información, hechos; Blanche, desde su óptica, entiende que la verdad es algo que puede relativizarse, incluso embellecerse por medio de la ilusión, siempre y cuando no implique dañar a nadie. La postura de Blanche recién se explicitará, sin embargo, en su siguiente diálogo con Mitch.
La escena que abre el acto, por otra parte, brinda las bases sobre las cuales se asentará la acción hasta el final: las cartas, ahora, están sobre la mesa. Al parecer, Stanley ha logrado jugar con sus reglas, es decir, “a cartas vistas”. Se exhibe, además, que aunque Stella niegue lo que dice su marido, la confianza de ella en su hermana comienza a trastabillar, lo cual será fundamental para el final de la obra. Stanley, por su parte, parece enunciar el motivo de su accionar: proteger a su esposa, su hogar y a su amigo, aunque eso implique el sufrimiento de Blanche.
Esta escena, al ausentarse Blanche, logra producir cierto suspenso acerca de lo que sucederá cuando ella aparezca. Tanto los personajes como el público están, ahora, al tanto de la “verdad” de Blanche, pero ella ignora que esto sucede. Sobre este punto, es importante destacar que Stella dice no creerle a Stanley. Esta actitud de rechazar la verdad en pos de mantener una relación se repetirá al final, pero de modo inverso: en esta escena Stella elige no creerle a Stanley para mantener su relación con su hermana, mientras que al final optará por no creerle a su hermana para mantener la relación con Stanley.
Es relevante mencionar, acerca de la información que se brinda en esta escena, que, en una obra como esta, donde una parte importante de los “hechos” precede a la acción dramática, un dispositivo recurrente tiene que ver con que en determinado momento el público tenga más información que la protagonista. Al final de esta primera escena Blanche nota, en las caras del matrimonio, que algo se desmoronó, y en la escena siguiente vemos que lo ha comprobado en el hecho de que Mitch no haya asistido a la cita. La ausencia se percibe, incluso, materialmente: en la mesa hay una silla vacía. Blanche puede sospechar lo que sucede, pero sus gestos no dan muestra de eso. Quizás porque no puede permitirse, por su salud mental, reconocerlo: llama por teléfono a Mitch y muestra preocupación de que algo le haya sucedido, aunque es bastante claro que la dejó plantada voluntariamente. Blanche incluso puede notar, en las evasivas de Stella, que ella sabía que Mitch no se iba a presentar.
Este juego entre lo que es consciente y lo inconsciente, entre lo que se elige mostrar y lo que se intenta ocultar, aparece en clave cómica en el chiste que Blanche cuenta en la mesa. Es bastante clara la identificación entre Blanche y esa solterona que intenta callar al loro que dice indecencias cubriendo la jaula. Pero la solterona se propone ocultar esa parte vulgar y sucia porque quien llega de visita es el predicador. Blanche, en cambio, se propuso “engañar” a demasiada gente. Es conmovedor, incluso, que cuente un chiste donde la gracia yace en que las tácticas fracasan y la oscuridad asoma de todos modos (el loro, aún con la jaula tapada, habla en presencia del predicador).
El tema de la crueldad se hace presente en Stanley, que lleva al extremo su desprecio y falta de compasión por Blanche cuando le da, como único regalo de cumpleaños, un pasaje en autobús para que se vuelva a Laurel. La llama incluso, irónicamente, "Hermana Blanche" (p.127), en referencia al conocimiento que tiene sobre su fama por acostarse con muchos hombres. Blanche intenta superar la angustia simulando una sonrisa, pero la desilusión y humillación esta vez pueden más que su intento por mantener las apariencias, y la hacen abandonar la escena.
De algún modo, el personaje de Stanley recobra cierta humanidad cuando, ausente Blanche, le habla a su esposa e intenta recordarle los buenos momentos que han pasado juntos. En su discurso, se evidencia que el asunto de la sofisticación en la que se crió Stella ha dejado de ser un problema entre ellos, hasta que llegó Blanche y perturbó el orden que ellos mantenían: "¿No marchó bien todo hasta que apareció ella, muy remilgada, llamándome gorila?" (p. 129). Se presenta nuevamente, por lo tanto, el tema de las diferencias sociales y de clase, como un asunto ya saldado en la pareja, hasta que Blanche apareció en la casa.