Resumen
A la mañana siguiente, Blanche regresa temerosamente al departamento y encuentra a su hermana en la cama, relajada y contenta. Blanche ha pasado la noche enferma de preocupación por Stella, pero evidentemente la pelea ha sido superada tan rápido como se reunieron en un abrazo. En respuesta a la indagatoria de Blanche, Stella admite que algo, en la fuerza violenta de Stanley, la seduce. Blanche se horroriza e intenta convencer a su hermana de que puede salir de esa situación, pero Stella niega estar en una situación de la cual desee salir. Su hermana parece no escucharla y configura un plan de escape que incluye contactar a un viejo novio para pedirle dinero. Llama a Western Union pero no puede pensar en nada para decir. Pronto se vuelve claro que la preocupación de Blanche por las finanzas responde tanto a la situación de Stella como a la propia: está en bancarrota.
Blanche continúa intentando convencer a Stella de huir, pero ella se mantiene firme: está feliz y no le importa si Blanche no lo entiende, porque lo único que le interesa es su relación con Stanley. Blanche dice que sentir atracción por un hombre no implica necesariamente tener hijos con él. Dice que de lo que habla Stella es de deseo, y lo compara con el tranvía del mismo nombre. Stella entonces le pregunta a Blanche si alguna vez anduvo en ese tranvía, y Blanche admite que sí, y que es el que la llevó a donde está. Stella le responde que, en ese caso, podría dejar de comportarse como un ser superior, pero Blanche continúa pensando que esas emociones son propias de breves aventuras, no de un matrimonio o de una vida.
Blanche le pregunta a Stella si le puede dar su verdadera opinión sobre Stanley, y Stella le pide que lo haga de una vez. El sonido del tren detiene el diálogo y, justo en ese instante, Stanley entra a la casa sin ser oído. Blanche, ignorando que él está escuchando, da un extenso discurso sobre él, diciendo que es un animal, una bestia prehistórica, y le ruega a su hermana que no se rebaje al nivel primitivo de ese hombre.
Luego de escuchar el discurso de Blanche, Stanley sale de la casa y vuelve a entrar, esta vez anunciando su presencia, simulando que acaba de llegar. Stella abraza fuertemente a su marido. Stanley le sonríe a Blanche.
Análisis
La escena funciona como continuación lógica del final de la tercera escena. A la mañana siguiente, Stella se mece como en una nube, exhibiendo todas las señales de que la noche junto a Stanley ha borrado todo lo acontecido antes. Mientras, Blanche continúa con las mismas emociones con las que se fue a dormir. Ella ve a Stella como a una muchacha en peligro, a quien es necesario rescatar, pero Stella ya perdonó a Stanley por su comportamiento. De hecho, Stella admite que le gusta la violencia de él, y ríe al recordar la anécdota de su noche de bodas, en la que Stanley rompió todas las luces del departamento, golpeándolas con un zapato.
La conversación entre las hermanas se mantiene así: Blanche dice a su hermana que está casada con un loco y que aún puede liberarse, Stella insiste en que ella es feliz y que no está atada a nada de lo que quiera liberarse. Stella es firme: ama a su marido y quiere quedarse con él, e incluso le atrae que sea un hombre violento. La afirmación de Stella deja a su hermana pasmada, ya que la encuentra incomprensible dentro de su propia lógica. Blanche, hasta el momento, no creía que su hermana pudiera ser feliz en esa casa pequeña, casada con un hombre tan bestial. La atracción que Stella siente por Stanley se le presenta como un sentimiento obsceno: el deseo sexual, en la mente de Blanche, está unido a la vergüenza. Es difícil para ella comprender que su propia hermana pueda vivir eso como algo digno de orgullo, de felicidad. Stella, en relación a la cuestión del deseo, le reprocha a Blanche cierta hipocresía. Esto se ve en el diálogo que mantienen sobre el deseo y el tranvía:
STELLA: Pero entre un hombre y una mujer suceden en la oscuridad ciertas cosas que… cosas después de las cuales todo parece carecer de importancia.
BLANCHE: De lo que hablas es del brutal deseo…, simplemente… ¡del Deseo!... el nombre de ese tranqueteante tranvía que recorre ruidosamente el barrio, por una de las angostas calles y luego por otra…
STELLA: ¿No has viajado alguna vez en él?
BLANCHE: Ese tranvía me trajo aquí… Donde estoy de más y donde me avergüenza estar.
STELLA: Entonces… ¿no te parece que tu aire de superioridad está un poco fuera de lugar? (p.85)
Las hermanas discuten sobre el tranvía Deseo como una metáfora del tipo de deseo que lleva a una persona hasta otra, que motiva la unión. Stella se refiere al deseo como motivo suficiente para unirse a alguien, e incluso como motivo para perdonar otros problemas. Blanche, por su parte, se presenta como una romántica e intenta esconder esa parte de sí misma, la que se deja llevar por el deseo, porque evidentemente no la considera una razón de orgullo. Quizás esto sea así porque, en su historia, el deseo no la llevó a ningún buen lugar, y la memoria de épocas recientes le produce vergüenza y desesperación. Es importante recordar que Blanche presenció la destrucción de su familia a causa de “épicas fornicaciones”. Es decir, en su interior, el dejarse llevar por el deseo implica un precio muy caro. Blanche, en esta línea, considera que ese tipo de instinto debería ser privado y, de ser posible, no formalizarse: insiste en que el deseo por un hombre como Stanley no tiene por qué implicar enlazarse en matrimonio con él. En este sentido, pareciera que es Stella quien tiene una visión más romántica del deseo, ya que lo considera ligado al amor; no así su hermana. En este sentido, es importante señalar que Blanche, como contará más adelante, vivió un amor desligado del sexo (su marido era homosexual), y luego tuvo sexo con extraños, desligado del amor.
En el mismo intercambio entre las hermanas tiene lugar una expresión, en boca de Blanche, que permite conocer la lógica con la que tomará algunas decisiones en adelante: le dice a su hermana que puede liberarse, porque ella no es “vieja” (p.85). La pérdida de la juventud es muy importante para Blanche, tanto que, de hecho, le miente a Mitch respecto de su propia edad. Blanche sufre la cercanía de la vejez, menos por vanidad que por las pérdidas que esta conlleva, en tanto disminuye la posibilidad de conquistar a un hombre y así estar a salvo económicamente. Se hace presente, en el diálogo, el motivo del dinero. Blanche considera que la solución depende de él: les permitiría irse. Sin embargo, se le hace muy difícil conseguirlo: en la escena siguiente le confesará a su hermana que se siente demasiado débil para ser autosuficiente. Para Blanche, salvarse implica conquistar a un hombre dispuesto a casarse. "¿Cómo pudiste quedarte sin dinero?" (p.83), le pregunta Stella, a lo que su hermana le responde: "El dinero se va... se va de paseo" (p.83). En esta línea de Blanche se ve la impronta cultural de una clase social aristocrática: no sabe cómo hacer dinero, solo cómo gastarlo.
En el descargo en el que Blanche da su opinión sobre Stanley aparece nuevamente le tema de las diferencias culturales y sociales. "¡No puedes haber olvidado nuestra educación, Stella, hasta el punto de suponer siquiera que tiene algo propio de un caballero! ¡Ni una partícula, no! ¡Oh, si sólo al menos fuese ordinario! Si sólo fuese... común..., pero bueno e íntegro... No... ¡Hay en él algo francamente... bestial!" (p.86). Si bien Stella le ha pedido a su hermana que no compare a Stanley con los hombres de Belle Rêve, Blanche no conoce otro modo de ver el mundo ni a las personas que aquel en el que fue criada. Si de por sí Stanley puede ser considerado unánimemente como un ser violento, desde el punto de vista de la educación y la cultura de la infancia Du Bois, Stanley es directamente un salvaje. En la descripción que hace de él Blanche tienen lugar, justamente, diversas expresiones que configuran la imagen de lo animal, y se refiere a la noche de póker, directamente, como una "fiesta de gorilas" (p.86).