Resumen
El protagonista se encuentra ya cerca de su destino. Los coches son tantos que no hay posibilidad de estacionar por ningún lado. De pronto, como de milagro, vislumbra un espacio vacío, unos metros en los que puede aparcar su coche. Su corazón late rápido.
Los conductores que tiene por detrás se impacientan y comienzan a tocar la bocina. Él asegura que no se moverá, y no perderá la oportunidad de aparcar. De todos modos, le resulta difícil maniobrar, porque los demás siguen avanzando rápidamente y no le dan espacio. Mira el lugar vacío con anhelo y lo considera un pequeño paraíso: está cerca, pero parece inalcanzable.
Entonces, un coche vecino se detiene y le da tiempo y espacio para aparcar. Intenta maniobrar, pero el lugar todavía es muy reducido. El otro da marcha atrás y libera más espacio. El protagonista siente una gratitud abrumadora que lo desborda. Tiene calor. Por fin aparca. Sale del coche y cierra la puerta. Siente un enorme alivio por haber terminado la experiencia, y considera que la ciudad es como su enemiga. Sobre todo, está abrumado de gratitud hacia el vecino que le ha dado espacio para aparcar. Esta emoción es tan intensa que se siente sin fuerzas.
Camina rápido hacia el coche del vecino, que sigue atascado en el tapón algunos metros hacia adelante. Quiere darle las gracias. Cuando lo alcanza, ve que es un hombre de mediana edad y expresión melancólica. El protagonista se inclina sobre la ventanilla del vecino sintiéndose lleno de bondad. Le dice "muchas gracias" (636) con un tono exaltado, todavía afectado por el estrés del atasco. El otro se sobresalta y lo mira fijamente. Entonces, el protagonista repite el agradecimiento y el otro, sin entender, le responde de manera agresiva: "¿Pero qué quería usted, que me montara encima de los coches? No podía dar más marcha atrás" (636). El protagonista demora en entender y le repite que le está dando las gracias. Entonces, el otro comprende la situación, se pasa la mano por la cara, abrumado, y le dice que el atasco genera muchos nervios.
Finalmente, el protagonista se marcha caminando y respirando el aire frío de la mañana. Siente tristeza y asombro, y se dice a sí mismo: "hay que ver lo agresiva que está la gente, no lo entiendo" (636).
Análisis
El clímax de este relato se produce cuando el protagonista encuentra un espacio para estacionar, cerca de su destino. A partir de ese punto se desarrolla el desenlace de "Como la vida misma". Se trata de una instancia que propone una transición de emociones, tanto del personaje como de los lectores: pasamos de experimentar la ansiedad del conductor a un estado de calma y alivio, producto de la salida del atasco.
De todos modos, esta transición es paulatina; no se produce de repente. De hecho, cuando el protagonista encuentra espacio para estacionar, no puede relajarse de inmediato, porque resulta difícil aparcar en esas circunstancias. Los demás conductores, sumidos en la ansiedad, la celeridad y la competitividad del atasco, pasan demasiado rápido y demasiado cerca, impidiéndole maniobrar. Además, se trata de un momento tenso, porque los lugares para estacionar en la ciudad son realmente escasos. Así, para el protagonista, encontrar este espacio es "milagroso" (635), y esos metros libres son un "pequeño paraíso" (635). Estas metáforas que remiten al campo semántico religioso resaltan la importancia, casi sagrada, que tiene para el personaje encontrar dónde estacionar.
Finalmente, el protagonista logra aparcar gracias a la solidaridad de otro conductor, que se detiene para darle tiempo y espacio. Este gesto colma de agradecimiento al personaje, no solo porque estacionar es sumamente importante para él, sino, sobre todo, porque en el contexto de rivalidad, agresividad e individualidad que vive la sociedad descrita en el relato, resulta sorprendente que alguien esté dispuesto a ayudar al otro, a ceder unos minutos de su tiempo para facilitarle la vida a otro. La secuencia exhibe cuán profundo es el tema del individuo enemistado con la sociedad, porque un gesto solidario tan simple es percibido como excepcional y casi milagroso.
La crítica social, desarrollada desde el principio del relato, se potencia al final. Colmado de agradecimiento, el protagonista le da las gracias al conductor que le ha cedido espacio y tiempo para estacionar, pero este le responde automáticamente de manera agresiva, como si se tratara de una pelea. Esta reacción, que impacta tanto al protagonista como a los lectores, es el resultado del estrés y la ansiedad que provoca el atasco, ya que este conductor todavía está atrapado en la congestión. La escena muestra cuán rotos están los vínculos sociales, dado que todos parecen predispuestos al combate, la discusión y la agresividad. La situación de agradecimiento es totalmente inesperada para ese otro conductor, que reacciona a la defensiva.
Por último, se perfecciona la caracterización del protagonista como figura individualista representativa de las sociedades urbanas contemporáneas. A pesar de que, a lo largo de todo el relato, él ha ejemplificado sin cesar el comportamiento agresivo hacia aquellos que lo rodean, cuando sale del atasco y logra estacionar, siente alivio y se olvida de la ansiedad que ha experimentado minutos antes. Entonces, se indigna al observar que otro se comporta de manera agresiva. El protagonista parece incapacitado para ver más allá de sus circunstancias propias e inmediatas. Su actitud es individualista y narcisista. La ironía final del relato, potenciada por el uso combinado de la primera y la segunda personas, busca resaltar precisamente ese individualismo y ese narcisismo: "... te dices con filosófica tristeza, con genuino asombro: hay que ver lo agresiva que está la gente, no lo entiendo" (636). Lo irónico es que el protagonista se sorprenda y se indigne por la agresividad ajena, puesto que él mismo se ha comportado de modo agresivo durante toda la experiencia del atasco.
"Como la vida misma" es, en definitiva, un relato que alude, describe y critica la vida urbana del presente. Narrar los minutos que el protagonista pasa en el atasco y hacer énfasis en el estrés que se deriva de la situación permite exponer como problemáticas las características de las sociedades contemporáneas. En las ciudades actuales, los sujetos viven en ambientes poco saludables, contaminados y superpoblados. Asimismo, las relaciones sociales son poco saludables, puesto que los individuos están predispuestos a la agresividad y la competencia, y reina el individualismo. Esto se debe a la presión que cada uno de ellos debe soportar en el día a día. El ejemplo más nítido de ello, a lo largo del relato, es la dificultad cotidiana para llegar a tiempo a destino. Si bien el cuento no menciona explícitamente a dónde se dirige el protagonista, podemos inferir que, por ejemplo, está yendo a trabajar, por lo que llegar tarde puede traerle problemas con sus jefes o poner en riesgo su empleo. Pero el protagonista no es un individuo excepcional: está rodeado de muchos otros individuos tan apresurados y estresados como él, porque es la sociedad urbana contemporánea en su conjunto la que se ve afectada por estas cuestiones. Este texto de Rosa Montero ofrece, en conclusión, una crítica sintética pero muy profunda de tal realidad, y propone a los lectores una perspectiva reflexiva sobre los males naturalizados en el día a día de las ciudades actuales.